Está bien que nos preocupemos por nuestro físico. Pero cuando lo hacemos de forma exagerada esto supone un importante problema que desarrolla consecuencias nada buenas. Estamos hablando de la dismorfia corporal, que tiene lugar cuando cuidar nuestro cuerpo se convierte en una obsesión.
Es un trastorno por el que pasan muchas personas, especialmente famosos o celebrities, en la búsqueda por estar siempre perfectos. Tenemos el caso de algunas de ellas, como Kim Kardashian, que ya ha confesado que sufre este trastorno. El Trastorno Dismórfico Corporal (TDC) también recibe el nombre de dismorfofobia, en el que el paciente ve defectos en su cuerpo pero no es más que algo que imagina, es decir, que está en su mente.
Algunas causas
Este síndrome de distorsión de la imagen hace exagerando aquello que ansiamos y el afectado suele visitar al médico estético más de lo normal, sin que ello pueda realmente acabar con este problema. La dismorfia corporal puede afectar a 1-2 % de la población mundial.
Y entre las principales causas puede darse una baja autoestima, poca seguridad y problemas sociales y psicológicos que deben erradicarse. Esto viene acompañado, o no, de un trastorno obsesivo-compulsivo, predisposición genética, y maltrato psicológico. Normalmente surge durante la adolescencia, pero esto no quita para que se desarrolle también en la edad adulta.
A quiénes afecta y síntomas
La dismorfia corporal afecta tanto a hombres como a mujeres, y tanto a personas atractivas como a las que lo son menos, es decir, a toda la población.
Entre los síntomas, que son variados, destaca la irritabilidad, obsesión, ansiedad y depresión, aislamiento social y familiar, temor y vergüenza, conductas de evitación, abuso de alcohol o drogas y alto perfeccionismo.
Posibles tratamientos
Como hemos señalado, muchas personas creen acabar con el trastorno yendo a la clínica estética pero esto solo supone una satisfacción temporal, pues luego aparecerá una nueva percepción deformada. Según un estudio que publicó la BBC en 2015, tan sólo un 10% de los dismórficos que pasan por el quirófano consiguen librarse, definitivamente, de su obsesión.
Para esto es preciso una combinación de psicoterapia, terapia cognitiva conductual y los inhibidores selectivos de la recaudación de serotonina (ISRS).
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