El científico estadounidense Stanley L. Miller aportó una contribución a la ciencia que fue determinante para el avance de los estudios referentes al origen de la vida. El experimento de Miller fue la primera comprobación científica de que en condiciones ambientales adecuadas es posible la formación de moléculas orgánicas a partir de sustancias inorgánicas. En base a esta teoría, en la Tierra primitiva la síntesis de compuestos orgánicos fue muy sencilla. El experimento de Miller permitió el desarrollo de la exobiología, una nueva rama de la biología dirigida al estudio de la vida en el universo.
Stanley L. Miller realizó sus estudios en la Universidad de California, graduándose en el año 1951 en Ciencias Químicas. Fue alumno de postgrado de Harold C. Urey y fue precisamente con él, con quien realizó el famoso experimento del que hablamos y que le llevó a alcanzar la notoriedad en el mundo científico.
Experimento de Miller
Partiendo de la hipótesis de Alexander Oparin y John Haldane en la cual se establecía que la atmósfera primigenia estaba compuesta por metano, amoniaco, dióxido de carbono, hidrógeno y agua, recrearon las condiciones de la Tierra primitiva. El objetivo era hallar las reacciones químicas que surgieron de forma espontánea dando lugar a las proteínas y los aminoácidos, los primeros elementos químicos esenciales.
Para llevar a cabo el experimento, los científicos diseñaron un tubo con una mezcla de estos gases en su interior, y añadieron un recipiente de agua para imitar el océano. Hace 4.400 millones de años, la Tierra estaba completamente cubierta de agua.
Además, en la cámara incluyeron una serie de electrodos que contenían los gases. Estos producían unas descargas eléctricas muy similares a las de los rayos de las grandes tormentas que se formaban en la Tierra primitiva.
Una semana después de comenzar el experimento, Miller comprobó una serie de hechos. El más relevante de todos es que prácticamente todo el amoniaco y el metano estaban consumidos. Los únicos gases que permanecían intactos eran el monóxido de carbono y el nitrógeno. Además, se había producido un depósito de un material de color oscuro en el agua.
Dejaron que transcurriera una semana más y entonces ya pudieron saber los compuestos que se habían generado a partir del análisis del agua y la materia que en ella se había acumulado. Estos eran moléculas orgánicas, como alanina, glicina, ácido aspártico y glutamico, y también hallaron glucosa y ácido acético. Todos estos son componentes que utilizan las células para la sintetización de proteínas.
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