El monzón de 2022 está siendo especialmente devastador en Pakistán. Desde el principio de la temporada de lluvias, el 14 de junio, 982 personas han muerto (de las que 316 son niños), más de 3.000 kilómetros de carreteras y más de 680.000 viviendas se han visto afectadas, según datos de la Autoridad Nacional de Gestión de Desastres (NDMA, en sus siglas en inglés). La NDMA estimó el viernes que 4,2 millones de personas (un 2% de la población) se habían visto “afectadas” por las inundaciones. “La magnitud de la calamidad es mayor de lo que estimábamos”, ha afirmado a través de su cuenta de Twitter el primer ministro paquistaní, Shehbaz Sharif, que ha cancelado un viaje a Reino Unido para ir a las zonas inundadas.
El miércoles, el secretario de Estado para el Cambio Climático, afirmó que la inundación era una catástrofe “a una escala épica”, comparable con las lluvias de 2010, en las que 20 millones de personas se quedaron sin hogar. Especialmente afectados están los ríos Indo (el más importante del país, que corta Pakistán de noreste a sudoeste) Kabul y Swat. Las provincias de Baluchistán y Sindh, situadas río abajo en la costa del mar de Arabia, son las más afectadas: solo en Sindh, según el Gobierno provincial, se han perdido más de 800.000 hectáreas de cultivos, una desgracia en una región donde muchos agricultores viven con lo básico, cosecha a cosecha. En el conjunto de Pakistán, este monzón ha llovido el triple del promedio de los últimos 30 años; en Baluchistán, el quíntuple. En Chaman, una localidad de Baluchistán en la frontera con Afganistán, los viajeros debían pasar el paso fronterizo vadeando después de que la riada superase el puente.
Hace solo unos meses, Pakistán vivía una de las peores olas de calor de su historia, con temperaturas que llegaban a los 52 grados Celsius en localidades como Jacobabad, donde hoy buena parte de la ciudad está bajo el agua. El país está en el octavo en el Índice de Riesgo elaborado por la ONG Germanwatch con los estados considerados más vulnerables a los extremos causados por el cambio climático. El Gobierno afirma ser consciente de lo que esto supone y dice haber orientado sus políticas para atender a los afectados, pero no es suficiente: el viernes, Sharif se reunió con el cuerpo diplomático para pedir ayuda internacional.
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