Nadie apostaba por la selección española de waterpolo cuando arrancaron los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. Y, sin embargo, consiguieron llegar hasta una final que, aunque no terminó en victoria, supuso para el equipo capitaneado por Manel Estiarte ganar su primera medalla olímpica. Ahora, los protagonistas de aquella gran hazaña deportiva han vuelto a vivir la historia a través del cine.
Hace ya dos semanas que se estrenó ‘42 segundos‘, aplaudida película que, bajo la dirección de Àlex Murrull y Dani de la Orden, vuelve a contar lo que vivió el ‘dream team’ español del waterpolo aquel 92. En el filme, Jaime Lorente y Álvaro Cervantes son los encargados de dar vida a Pedro García Aguado y Manel Estiarte, cuya relación no comienza con buen pie. Sin embargo, tanto ellos como el resto del equipo terminan uniéndose ante la adversidad. Una adversidad personificada en Dragan Matutinović, su entrenador.
Antes del estreno de la película, ‘Toto’ se mostraba “nervioso y expectante“. Pero, sobre todo, muy emocionado ante la posibilidad no sólo de revivir lo que ocurrió en “unos de los mejores Juegos de la época contemporánea“, sino también de que las nuevas generaciones conozcan mejor o incluso descubran los inicios de la época dorada del waterpolo en nuestro país.
Ya has visto la película. ¿Qué te ha parecido el resultado final?
Tiene todos los componentes de una película que hay que ir a ver. Tiene tensión, drama, emoción… Para mí, el resultado es bueno. No es fácil el deporte del waterpolo y los actores no tenían casi ni idea. Ha sido un ‘trabajazo’ muy bien hecho, de mantenerte en vilo hasta el final. Me ha gustado.
¿Qué pensaste cuando te dijeron que querían hacer una película de vuestra historia?
Qué miedo. Primero me asusté, porque es cierto que aunque he publicado libros y comentado siempre con naturalidad lo que me pasó, no es lo mismo que verlo. Y verlo 30 años después. La gente a veces no sabe diferenciar si es ahora o hace años y estigmatiza y juzga demasiado. Pero al final me he atrevido y me han respetado algunas cosas. Así que aunque al principio fue miedo, luego fue ilusionante. Hay generaciones que no han conocido la historia y fueron unos Juegos muy bonitos. Creo que es un ‘detallazo’ que haya un proyecto así.
¿Pusiste algunas condiciones?
Antes de la pandemia me pasaron un guion. En ese guion, yo dije: ‘Aquí hay cosas que seguramente algunos compañeros no querrán que salgan’. Quitaron cosas; me hicieron caso. Después de la pandemia, volvimos a hablar y me trajeron un guion totalmente retocado y con un paralelismo con Manel [Estiarte] muy interesante.
Al final te has implicado mucho en el proyecto. Incluso haces un ‘cameo’. ¿Hablaste con Jaime Lorente para orientarlo con su papel?
Cuando comenzaron a grabar todas las escenas de agua hablé con Jaime. Nos presentaron, vine a Barcelona. Lo único que le pedí a Jaime fue que humanizara el personaje. Que no quedara un personaje frívolo, fiestero. Sí, era un chaval joven y un poco alocado, pero también era un gran profesional del waterpolo. Le dije: ‘Haz todo lo posible para que se vea que detrás de todo ese comportamiento disruptivo había sufrimiento. Que no era gratuito’. Y joder, lo ha clavado. Ha clavado el sufrimiento que yo tenía interno. Lo ha hecho súper bien.
Los entrenamientos a los que os sometió Dragan Matutinovic eran muy duros. En el documental ‘Aigua, infern, cel’ (2012) de TV3, que ya tiene unos años, Miki Oca asegura que, al menos hasta entonces, no había vuelto a Andorra.
Claro. Es Andorra o lo que pasó en Andorra. Ahí dejamos la piel, no sólo una vez. Para muchas preparaciones y muchas concentraciones elegía ese sitio. Dragan estuvo con nosotros tres años y siempre había que subir a Andorra a hacer esas palizas de entrenamientos.
¿Se suaviza la imagen de Dragan en ‘42 segundos’?
Creo que no. Que a Dragan se la mostrado como fue. Sólo se muestra un poco su lado humano al final, cuando estamos participando en los Juegos. Pero en toda la preparación se ve un tío duro. Él tenía en su cabeza, y lo ha dicho siempre, que nosotros éramos un equipo blandito y nos tenía que endurecer. Yo con eso no estoy de acuerdo: creo que éramos un equipo que ya veníamos de entrenar bien y muchas horas en Madrid, y que teníamos capacidad de sufrimiento. También los catalanes. Pero él tenía esa idea en la cabeza y utilizó ese régimen disciplinario, que por otro lado lo traían todos los entrenadores del este.
SOBRE MATUTINOVIC
‘Toto’ García: “A mí Dragan me mostró su lado humano”
¿Crees que fue útil ese modo de entrenar?
A nosotros no sé si nos sirvió o no. El hecho es que lo vivimos y a mí me ha venido muy bien como aprendizaje de vida. Y creo que el personaje de Dragan es un ‘personajazo’. Me encanta cómo llega a la pantalla. [Tarik Filipović] es un ‘actorazo’. La voz incluso se parece un poco a la de Dragan. Y oír el acento… Es que se te pone la piel de gallina. Con Dragan no había diálogo, no había cercanía. Sin embargo, a mí me mostró su lado humano. Me podría haber echado y no lo hizo.
Te refieres al momento en el que reconoces que hay un consumo de drogas.
Sí. Yo le dije: ‘Oye, necesito ayuda’. No sé si tengo un problema de adicción, porque con 21 años no lo sabes, pero le dije que me pasaba esto y que no quería perjudicar a nadie. Y se tomó una decisión. Me apartaron del equipo durante quince días. Estuve entrenando con la selección júnior. Y cuando ellos vieron que no podía perjudicar al equipo, pasando los controles limpio, me admitieron. Podrían no haberlo hecho y podría haberme perdido esos Juegos Olímpicos. Y luego fueron, de los cuatro en los que he participado, en los que mayor rendimiento he tenido.
Sin embargo, os tuvisteis que conformar con la plata después de una frenética final.
En aquel momento salimos muy tristes de la piscina, pero con perspectiva te das cuenta de que fuimos capaces, con 21 años, de ganar una medalla de plata en una final de los Juegos Olímpicos en casa. Qué pasa, que ese año hubo mucho oro y quizás la plata quedó deslucida, pero con el paso del tiempo aquello que hicimos tiene mucho valor porque por aquel equipo no apostaba nadie.
¿Te arrepientes de haberle hecho caso a Dragan en aquella final contra Italia?
No me arrepiento en absoluto. Además tengo una teoría que no todo el mundo comparte. Tengo la teoría de que si hubiéramos ganado el oro en aquellos Juegos, tal y como éramos, se habría acabado esa selección.
Quizá se os habría ido la olla un poco.
Claro, porque ya estaba. Ya has conseguido el objetivo. Para un waterpolista, sus campeonatos son los Juegos Olímpicos, el Mundial y el europeo. Creo que habría afectado a la hora de seguir entrenando duro. Es como el burro al que le pones la zanahoria. Nosotros todavía no la teníamos y por eso cuatro años más tarde hicimos lo que hicimos. Y no me arrepiento de haber dicho ‘oye, pues hacemos zona’. En aquel momento éramos muy inmaduros. A toro pasado, todos decíamos ‘bueno, quizás se equivocó este hombre’. Pero la vida nos puso otra vez la oportunidad y la aprovechamos.
¿Los años de oro de la selección española de waterpolo han sido los mejores de tu vida?
Desde el año 87 que llego a Barcelona hasta el 98, sí te puedo decir que son años de mi vida en los que estoy muy, muy satisfecho. ¿Por qué lo sitúo en el 98? Porque a partir de ahí hasta el 2003 voy en declive por mi adicción y por tener que compaginar mi vida deportiva con mi adicción. Son años muy duros y tristes.
En una entrevista que hice con Risto Mejide comenté que me da rabia haber sufrido tanto cuando era lo mejor que sabía hacer en la vida y lo que más feliz me hacía. Pero cuando ya utilizas el deporte para pagar deudas y lo que ganas te lo gastas en nada se convierte en un sufrimiento. Al final lo que recuerdo de esa etapa es muchísimo aprendizaje en todos los aspectos de mi vida que utilizo ahora.
¿Es duro el momento en el que se termina la carrera deportiva?
En mi caso, cuando me recupero en 2003 y en 2005 salgo al mercado laboral… Ahí sí que es duro. Dices: ‘Y qué sé hacer’. Yo no me dediqué a estudiar, me dediqué al waterpolo. En ese momento, hice un programa de transición de carrera muy bueno de Lee Hecht Harrison, Adecco y el Comité Olímpico. Una coach me dijo: ‘Vienes de un sector, el deporte profesional. Eres una persona que sabe trabajar bajo presión, que toma decisiones bajo presión, que se hace responsable del resultado sea positivo o negativo. Con eso se te rifan las empresas. Ahora solo te faltan estudios teóricos de algo’.
Salí supermotivado de esa reunión y desde entonces no he dejado de formarme. Pero sí que es un salto al vacío cuando no te has preparado para ese momento. Y ese momento lo han vivido muchos deportistas.
La selección española de waterpolo ha quedado primera este año en el Mundial de Budapest, mientras que la selección femenina se ha hecho con el título europeo. ¿Cómo valoras el momento que atraviesa el waterpolo español?
El waterpolo español lleva un tiempo trabajando muy bien, desde que Rafa Aguilar se hace cargo de la dirección técnica y empieza con Miki Oca y otros entrenadores a tener una trayectoria realmente buena. Es el trabajo bien hecho con un deporte que no deja de ser minoritario. Sí que trascendió y lo hicimos famoso, pero sigue siendo un deporte con pocas ayudas y con el que los clubes se las ven y se las desean para tener plantillas y que los chavales vayan a entrenar.