A dos semanas de las elecciones generales en Brasil, Jair Bolsonaro, candidato a la reelección, ha salido de viaje al extranjero. El presidente convirtió la primera parada —en Londres, para asistir a los funerales a Isabel II como representante de Brasil— en un mitin electoral pese a que Reino Unido vive un solemne duelo. Antes de rendir homenaje a la monarca junto a otros jefes de Estado, Bolsonaro hizo de Bolsonaro: improvisó un discurso ante un grupo de seguidores en el que proclamó que confía ganar en primera vuelta y paró en una gasolinera para grabar un vídeo para difundir en redes. La segunda parada es la ONU, en Nueva York.
En casa, las críticas fueron inmediatas. Por su falta de modales, por usar el dinero público para fines personales y electorales e incluso por abuso de poder. Críticas similares a las escuchadas hace un par de semanas cuando tambien transformó el bicentenario de la Independencia en un acto político en la playa de Copacabana.
Mientras Lula apura los últimos días para apelar al voto útil en la esperanza de conseguir apoyo suficiente para ganar en primera vuelta el próximo 2 de octubre, Bolsonaro ha decidido colgarse el traje de estadista. El presidente aceptó la invitación para participar del funeral de la reina de Inglaterra este lunes y después volará a Estados Unidos para participar en la Asamblea General anual de la ONU. El ultraderechista confía en que su fotografía rodeado de mandatarios internacionales y reyes debilite el discurso de que, durante su mandato, Brasil ha sufrido un notable aislamiento diplomático.
En el viaje le acompañan su esposa, Michelle, una evangélica que ha asumido gran protagonismo en esta campaña electoral, y el pastor Silas Malafaia, su principal aliado religioso. El líder de Asamblea de Dios Victoria en Cristo acompañó a la pareja presidencial en el solemne momento de presentar sus respetos ante los restos de la difunta monarca para indignación y estupor de parte de los brasileños.
Nada más aterrizar en Londres en su calidad de invitado al funeral, Bolsonaro fue recibido por seguidores en la residencia del embajador brasileño. Salió al balcón y desde allí proclamó, señalando a los presentes, vestidos con los colores de la bandera nacional: “No hay manera de que no ganemos en primera vuelta”.
Bolsonaro, que lleva meses sembrando dudas sobre el sistema de votación, sostiene ahora que las encuestas electorales tampoco son de fiar. Una idea que ha calado entre buena parte del bolsonarismo. Las multitudes que reúne en sus actos públicos serían la prueba de que las encuestas mienten cuando afirman que Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores (PT), va en cabeza con una ventaja de 12 puntos. El presidente estaría preparando el terreno para contestar los resultados si no son de su agrado.
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Y de camino a presentar sus respetos a la difunta reina en Westmister Hall el mismo domingo, Bolsonaro, con corbata de luto, paró en una gasolinera para grabar un vídeo en el que compara el precio de la gasolina allí y en Brasil, donde cuesta la mitad. El abaratamiento de los combustibles es una de sus banderas electorales.
Lula criticó a su adversario en estas elecciones por acudir al funeral de la reina Isabel II pero no haberse dignado a despedir a ninguna de las más de 600.000 víctimas de la covid-19 ni haber consolado a sus parientes.
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