Boris Johnson se ha enfrentado este domingo a una realidad que desconoce: ha tenido que emplearse a fondo para suplicar el apoyo de los 100 diputados conservadores que necesita este lunes para presentar su candidatura a liderar de nuevo el partido. No está acostumbrado a que no lo quieran o a que no se tenga en cuenta sus aspiraciones. A punto de acabar el fin de semana, todavía hay dudas sobre su capacidad para llegar a la cifra mágica. Y sus dos rivales inmediatos —Penny Mordaunt y, sobre todo, el favorito Rishi Sunak— han rechazado los intentos de Johnson de pactar una candidatura conjunta.
Esta vez, Sunak ha preferido no ser el primero en dar el paso, sino el que más apoyos tiene al darlo. El exministro de Economía del Reino Unido ha anunciado este domingo oficialmente que aspira de nuevo a liderar el Partido Conservador, sumido en una profunda crisis después del breve y catastrófico mandato de Liz Truss en Downing Street. “La decisión que tome hoy nuestro partido será la que determine que la próxima generación de británicos tenga más oportunidades que su predecesora”, ha dicho Sunak en un comunicado. “Por eso me presento para liderar el Partido Conservador y para ser el próximo primer ministro. Quiero enderezar la economía, unir al partido y cumplir con nuestros compromisos con el país”. Disponía ya, en el momento del anuncio, al menos de 150 avales, con nombres y apellidos, a su candidatura. Se acercaba incluso a la mitad de grupo parlamentario completo, que son 357. En cualquier caso, superar los 157 anularía la posibilidad de que hubiera tres candidatos, por puro cálculo matemático.
Sin nombrar a quien hoy por hoy sigue siendo su principal rival, y durante tres años fue su jefe, Johnson, Sunak ha lanzado un ataque directo al legado del ex primer ministro: “Traeré integridad, profesionalidad y responsabilidad en cada nivel del Gobierno que lidere, y trabajaré día y noche por cumplir con la tarea”, ha asegurado.
Mientras Johnson, que regresaba precipitadamente este sábado a Londres de unas vacaciones caribeñas jaleado por sus hinchas para dar la batalla política, todavía intenta desesperadamente lograr los 100 avales de diputados exigidos para poder presentarse a las primarias, Sunak ha visto cómo en las últimas horas se aceleraba exponencialmente el ritmo de sus apoyos. Figuras notables del partido, y, sorprendentemente, personajes muy relevantes de la corriente euroescéptica que un día respaldó a Johnson, se han volcado con la candidatura del exministro de Economía.
Steve Baker, el actual ministro para Irlanda del Norte, ha dado a Johnson el aldabonazo definitivo de la corriente anti-UE del partido. “Su vuelta sería un desastre garantizado”, ha dicho Baker en Sky News. “Voy a apoyar a Sunak, porque es el único que puede poner en marcha un Gobierno competente, capaz, y profesional”, anunciaba quien fue durante tiempo el presidente del European Research Group, la poderosa corriente euroescéptica del grupo parlamentario conservador. Antes que Baker, otros brexiteros de peso como David Frost, David Davis, Dominic Raab, Steve Barclay o Kemi Badenoch habían expresado su apoyo al exministro de Economía.
La última en hacerlo era la exministra del Interior Suella Braverman, que con su dimisión de la semana pasada provocó la caída acelerada de Truss. La ex abogada general del Estado, que contribuyó a sostener con sus informes jurídicos gran parte de las consecuencias políticas del Brexit —el endurecimiento de la política migratoria o el desguace del protocolo de Irlanda del Norte— era una de las favoritas del ala derecha de los conservadores. Su apoyo a Sunak supone un golpe doloroso para Johnson.
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Sunak no solo consolidó una imagen seria y eficaz con las medidas económicas que desplegó durante la pandemia. El exministro de Economía, que compitió contra Truss en la fase final de las primarias del pasado verano, ya anticipó el desastre que supondrían las recetas de su rival, especialmente la rebaja de impuestos, en un momento tan delicado como el actual, con una inflación galopante y elevados tipos de interés. Acertó en todo, y eso ha consolidado su reputación de candidato serio y fiable, en un momento de crisis existencial de los conservadores. Las encuestas dan ventajas superiores a los 30 puntos porcentuales a la oposición laborista, y vaticinan el hundimiento de los tories.
Medio centenar de avales para Johnson
En las últimas horas, ha trascendido la reunión cara a cara que mantuvieron este sábado Johnson y Sunak, de la que ninguno de los bandos ha informado y de la que, evidentemente, no salió ningún acuerdo. Parte del partido y de los medios conservadores imploran ahora por un pacto Johnson-Sunak que evite una guerra civil en la formación, pero el intento de consenso suena más a maniobra desesperada del ex primer ministro que a una verdadera voluntad de lograr la paz.
A primera hora de este domingo, la agencia PA informaba de que Johnson también había contactado con la candidata Penny Mordaunt. Aunque fue la primera en anunciar oficialmente su esfuerzo por hacerse con el liderazgo del partido, solo ha recabado entre 20 y 30 avales. Mantiene, sin embargo, un alto nivel de popularidad entre las bases y de respeto de muchos de los diputados. Según la agencia citada, Mordaunt ha rechazado la petición del ex primer ministro de que se retire de la contienda, e incluso le ha advertido de que, de hacerlo, la mayoría de sus apoyos irían a parar a Sunak.
Por mucho que sus seguidores hayan intoxicado a la prensa en las últimas horas con la idea de que Johnson ya tenía los suficientes avales, lo cierto es que el recuento de manifestaciones públicas de apoyo de diputados a su candidatura, realizado por muchos periódicos y televisiones británicas, apenas da 50 avales a Johnson. El portal de internet Guido Fawkes, de los primeros en poner en marcha la cuenta, le atribuye hasta 76, porque asegura haber confirmado el apoyo de entre 15 y 20 diputados que preferirían, de momento, permanecer en el anonimato. Ocupan puestos en la dirección del partido o del grupo parlamentario que les obligan a mantener neutralidad pública, aunque puedan avalar a un candidato. Aun así, la cuesta sigue siendo empinada.
Es posible que alcance la cifra de 100. Uno de sus aliados, el diputado Chris Heaton Harrris, aseguraba este domingo, en un mensaje del grupo de Whatsapp pro-Boris convenientemente filtrado a los medios, que ya tenían el centenar de firmas confirmadas. Pero siguen sin hacerlas públicas. Asi que también es posible que Johnson tire la toalla y repita la maniobra de las últimas primarias: movilizar a sus seguidores para lograr apoyos a la candidatura de Penny Mordaunt. La tercera en la carrera —y la primera en proclamar su candidatura— apenas supera los 20 avales. Pero, como ocurrió con Truss, si los fanáticos de Johnson y enemigos declarados de Sunak —le acusan de ser el Judas que, con su dimisión, provocó el hundimiento de quien era su jefe— se vuelcan con Mordaunt, las posibilidades del exministro de Economía de llegar a la meta se verían reducidas.
Este lunes, a la dos de la tarde (las tres, en horario peninsular español) se cierra el plazo para presentar candidaturas. Las nuevas reglas —diseñadas por la dirección del Partido Conservador para acelerar unas primarias que añaden incertidumbre a una situación económica ya muy incierta— establecen que si solo un candidato supera los 100 avales, ese sería el ganador. Si lo logran los tres (hay 357 diputados conservadores), una primera votación de descarte, el lunes por la tarde, en el grupo parlamentario, eliminaría al menos votado. Habría una segunda votación, orientativa, entre los dos finalistas, para que los afiliados supieran la inclinación de sus diputados. Y finalmente, a lo largo de la semana, se abrirían urnas virtuales para que las bases pudieran votar por internet. En ese caso, el vencedor se proclamará el viernes.
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