La era Meloni comenzó este martes a las 11.00 desde el sillón de la presidencia del Consejo de Ministros en la Cámara de Diputados de Italia. Ahí se presentó la líder de Hermanos de Italia en el inicio de la sesión de investidura para dar cuenta de las líneas maestras de su mandato. Un periodo complicado en todos los frentes. También dentro de su propia coalición, donde sus socios (Forza Italia y la Liga) han comenzado ya presentando batalla a la nueva primera ministra ―ella ha decidido usar el masculino “il presidente del Consiglio”― para marcar un perfil propio. Giorgia Meloni, después de una década en la trinchera más feroz de la oposición en Italia, se encontró este martes al otro lado de la barrera pidiendo el apoyo para gobernar cinco años y advirtiendo de lo complicada que será la gestión del próximo invierno: “Algunas propuestas no gustarán, pero cumpliremos nuestros compromisos”.
Meloni, flanqueada por los vicepresidentes Antonio Tajani y Matteo Salvini, algo nerviosa en su arranque, comenzó agradeciendo su colaboración al presidente de la República, Sergio Mattarella, y a su predecesor en el cargo, Mario Draghi. “Ha ofrecido toda su disponibilidad para que hubiera una transición veloz y serena, a nivel nacional e internacional. Incluso siendo nosotros el único partido de la oposición a su Ejecutivo. Y así ha de ser siempre y así es en las grandes democracias”, señaló. “La situación difícil en la que se encuentra Italia no permite perder tiempo”, aseguró antes de anunciar que Italia entrará en recesión en 2023, ya mucho más serena y esbozando las líneas de su mandato en un discurso muy largo en el que invocó la libertad y trató de espantar el miedo que genera su propia historia política: “Nunca he tenido simpatía por ningún régimen antidemocrático, fascismo incluido”.
Meloni ha renegado ahora del fascismo, como ya lo hizo Alianza Nacional (el partido al que perteneció antes). En el pasado, sin embargo, ensalzó la figura del dictador Benito Mussolini. Así como lo hicieron miembros fundadores de su partido, como Ignazio Benito La Russa, actual presidente del Senado.
La nueva presidenta del Consejo de Ministros quiso subrayar al comienzo de la alocución su condición de primera mujer en el cargo, un arma imbatible contra muchas de las críticas que recibe estos días por haber renunciado al sustantivo femenino de su cargo. “Entre los pesos que tengo sobre mi espalda está el de ser la primera mujer en ser jefa del Gobierno. Responsabilidad ante muchas mujeres que afrontan dificultades para afirmar su talento y ver apreciado su sacrificio cotidiano. Y las que hoy han creado la escalera que a mí me ha permitido subir y romper el pesado techo de cristal”, destacó para citar a continuación una lista de mujeres que contribuyeron a su llegada. Y ahí el Parlamento rompió en aplausos. “Gracias por haber demostrado el valor de las mujeres italianas, como espero lograr yo ahora”, señaló antes de asegurar que su Ejecutivo no liquidará derechos ya conquistados como el aborto. “Veremos quién mentía en campaña electoral”.
Giorgia Meloni conversa con Matteo Salvini, este martes en el parlamento.ANDREAS SOLARO (AFP)
Meloni, obsesionada con los “prejuicios” que su Ejecutivo despierta internacionalmente, quiso confirmar desde el comienzo el vínculo de su Gobierno con la OTAN y la Unión Europea, a cuyos líderes agradeció su apoyo en estos primeros días de mandato. Pero con matices. “No se me escapa la curiosidad que ha despertado la postura que tendrá este Gobierno hacia las instituciones europeas. Haremos oír nuestra voz fuerte, no para frenar o boicotearlas, sino para contribuir a mejorar su respuesta a las amenazas”, advirtió. “No creemos en socios de serie B o serie A. La UE es la casa común de los pueblos europeos y debe poder afrontar los grandes desafíos de nuestra época que sus miembros no pueden afrontar solos”, apuntó. Pero Meloni fue crítica con la incapacidad de sus socios para afrontar esta crisis energética: “Hace falta una integración más eficaz para los grandes desafíos. Respetaremos las reglas en vigor y ofreceremos nuestra contribución para cambiar las que no han funcionado”.
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La nueva primera ministra insistió luego en el compromiso con el Gobierno de Ucrania y contra la invasión rusa de una manera rotunda. “La libertad tiene un precio. Y ese precio es la capacidad de defenderse y la fiabilidad con las alianzas. Seguiremos estando al lado del pueblo ucranio que se opone a la invasión de la Federación Rusa. No solo porque no podemos aceptar la violación de integridad de una nación soberana, sino porque es el modo mejor de defender nuestra integridad nacional”, apuntó. “Ceder a la extorsión de [Vladímir] Putin no aligeraría el problema, lo empeoraría”, añadió.
El discurso de la nueva primera ministra se apoyó continuamente en el concepto de “libertad”. Se la exigió a los jóvenes que saldrán a protestar a la calle contra ella y la utilizó para renegar de nuevo del fascismo, mensaje especialmente dirigido a la comunidad internacional y a la oposición. Rechazó leyes raciales, “punto más bajo de la historia italiana”. “Una vergüenza. Los totalitarismos del siglo XX han dañado toda Europa. El horror y el crimen no merecen justificaciones que no se compensan con otros crímenes. Combatiremos cualquier forma de racismo, antisemitismo, violencia política o discriminación”.
En el apartado económico, Meloni pintó un panorama complicadísimo en el que ya anunció la recesión que llegará en 2023, pero no dio prácticamente ninguna respuesta que se saliese de la retórica de mitin sobre cómo se afrontará. El rediseño de los proyectos del plan de recuperación para recibir los fondos europeos, avanzó, será discutido con Bruselas. Algo que está todavía por ver si será aceptado. Además, advirtió que no entrará en políticas de austeridad ―”no es el camino para reducir la deuda”― y que estimulará la inversión extranjera.
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