La ciudad más extensa de Europa está en Ucrania y en ella nació hace 44 años Volodímir Zelenski. Krivi Rih tiene una longitud de 126 kilómetros de norte a sur y la oficina de turismo de su provincia, Dnipro, destaca de ella que localmente es conocida como “el planeta rojo”. Krivi Rih, según este organismo, se asemeja a Marte “por el mineral de hierro que cubre la ciudad”. Sus 600.000 habitantes viven rodeados desde hace más de un siglo por minas de hierro y carbón, en una de las urbes más contaminadas del continente. En uno de sus barrios neurálgicos, el kvartal (distrito) 95, creció y asentó su carrera como actor el hoy presidente de Ucrania. En sus calles se encuentran las claves de la Ucrania que Zelenski ha unido para hacer frente a la invasión rusa.
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Kvartal 95 también se llama la productora de los éxitos televisivos de Zelenski. De ella salieron en 2019, cuando ganó las elecciones presidenciales, 30 altos cargos de su administración y de su partido político, Servidor del Pueblo, que es el título de la serie de televisión que lo catapultó a una fama que traspasaba fronteras. De hecho, su campaña electoral fue la misma serie, una producción que carga contra la política dominada por la oligarquía y en la que Zelenski encarna a un maestro que casi por casualidad se convierte en presidente del país. “Lo que distinguía a Zelenski y a su equipo del resto de los candidatos era el hecho de llevar a cabo una no-campaña: el actor seguía dedicándose a lo suyo”, recuerdan los periodistas Regis Genté y Stéphane Siohan en su libro Volodímir Zelenski, en la mente de un héroe.
El “Este suave”
En la política ucrania existe la expresión “el Este suave” para referirse a las regiones como Krivi Rih que son más próximas a la cultura rusa que las provincias del oeste, pero menos que las provincias al este del río Dniéper, como Donbás o Járkov. El Este suave son sobre todo concentraciones urbanas industriales que desde el imperio zarista y luego la Unión Soviética recibieron una migración masiva desde Rusia. Zelenski arrasó políticamente en el Este suave porque lo veían como uno de los suyos: rusoparlante, con vínculos económicos y fraternales con Rusia, y conciliador para encontrar una salida negociada en la guerra en Donbás y en la anexión de Crimea.
“Zelenski era uno de los nuestros, era alguien sencillo y que conectaba con un humor popular, de la calle”, explica Víktor Berled, un exempleado de la mayor acería de Krivi Rih y de Ucrania, propiedad de la india Arcelormittal. Berled explica que, igual que ha hecho Zelenski, está dejando de utilizar el ruso para adoptar el ucranio como primer idioma.
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La guerra ha reducido drásticamente los empleos en Arcelormittal y Berled fue despedido. Ahora se dedica a hacer de conductor para aplicaciones de taxi. El origen de la empresa se remonta a los años treinta, conocida como Krivorizhstal. Con el desmoronamiento de la URSS, el gigante estatal fue privatizado y con ella se evaporó el falso sueño de una vida segura en la que el Estado lo decidía todo por el ciudadano.
La plaza Horkoho de Krivi Rih, el jueves.Cristian Segura
La plaza Horkoho sirve de centro del kvartal 95. Es una gran rotonda que distribuye el tráfico de dos avenidas de proporciones soviéticas y en la que destacan una gran bandera ucrania, tres centros comerciales y un restaurante de la cadena McDonald’s. Irina es estanquera en la plaza y ofrece un testimonio que casa con los primeros años de Zelenski en el poder, previos a la invasión rusa. Esta mujer alaba en primera instancia al presidente por cómo está liderando al país, pero tras un rato hablando concede que le gustaría que tanto él como el autócrata ruso, Vladímir Putin, se sentaran para negociar la paz. “No quiero que mis hijos vayan a la guerra”, dice la estanquera. Preguntada por si cree que Rusia debe quedarse con parte de los territorios ocupados, responde que ella no sabe de política. Y añade unos comentarios nostálgicos del pasado soviético: “Yo tenía un empleo en una empresa electrónica pública, se privatizó y se cerró. Incluso en los noventa estábamos mejor que ahora, por lo menos no teníamos guerra”.
“Los prorrusos en este barrio son gente mayor que, tras el 24 de febrero [día en el que dio inició la invasión], a duras penas deben representar a un 5% de la población”, asegura Vasil Anchuk, psiquiatra sin empleo que también se ha intentado ganar la vida como conductor: “La gente ha asumido su identidad ucrania, no la de ser una suerte de rusos europeos”. Anchuk tiene 30 años y vive con su mujer e hija en la calle Vadima Gurova, donde nació Zelenski. Es una calle inusualmente acogedora en Krivi Rih, con hileras de casas de dos plantas de estilo stalinka, levantadas justo después de la II Guerra Mundial durante el régimen de Stalin. La calle está dividida por un bello parque dedicado al 60º aniversario de la victoria de la URSS sobre la Alemania nazi. En un extremo del parque hay un centro de reclutamiento del Ejército ucranio.
Las stalinka son de una arquitectura más sólida y ornamentada que sus sucesoras, las krushchevka y las brezhnevka, bloques de gran altura, ideados para barrios dormitorio de nuevas concentraciones industriales. En la calle Gurova tenían su domicilio los Zelenski: el padre, Oleksandr, fue jefe del Departamento de Cibernética y Computación de la Universidad de Krivi Rih; la madre, Rimma, era ingeniera. Eran una familia judía que no dio al joven una formación religiosa, sino liberal y cultivada, en consonancia con los últimos años de aperturismo de la URSS. Los Zelenski vivieron la mayor parte de la infancia y juventud de su hijo único en el Hormiguero, el nombre con el que es conocido un edificio mastodóntico de los años setenta en el área del kvartal 95 más concurrida gracias a sus cafeterías y comercios.
Juventud violenta
Esta zona fue en los años noventa el campo de batalla de bandas juveniles que convirtieron a Krivi Rih en la ciudad con uno de los peores índices de criminalidad de Ucrania. “Más de 40 bandas de adolescentes, conocidas como beguny, azotaban las calles. Tras el colapso de la Unión Soviética en 1991, no había actividades organizadas como el deporte, por lo que los jóvenes no tenían mucho que hace más allá de pelear”, explica la exjefa de prensa de Zelenski Iulia Mendel en el libro The fight of our lives (La lucha de nuestras vidas). Zelenski se refugió en su propia pandilla, la compañía de teatro que fundaron con un puñado de amigos. Algunos de ellos llegarían con él hasta lo más alto del poder político.
Oleksandr Pistriuha espera frente a una tienda de ropa infantil ubicada en los bajos del Hormiguero. El establecimiento está cerrado porque acaba de activarse la alarma antiaérea que avisa de un posible bombardeo. En los primeros meses de la guerra, los periodistas que se acercaban al Hormiguero eran recibidos de malas maneras porque creían que si el edificio aparecía en los medios, Rusia lo destruiría. La paranoia ya ha pasado y la gente atiende cordialmente . Pistrihua cuenta que está desempleado porque la empresa en la que trabaja, fabricante de rieles de vías de tren, no puede exportar debido al bloqueo que imponen los barcos de guerra rusos sobre el tráfico marítimo en el mar Negro. Los pocos ahorros que tiene los destina a asegurarse que su hijo de 10 años no pasará frío este invierno. Rusia está atacando el sistema energético ucranio y tanto los cortes de luz como la falta de gas para la calefacción predominan en el país.
“El presidente es un tipo duro y decidido porque lo aprendió en Krivi Rih, en los años noventa, cuando la criminalidad campaba a sus anchas, y porque esta es una ciudad industrial poco amable”, dice Pistrihua. Afirma que Zelenski ha evolucionado como firme opositor de Rusia, igual que lo ha hecho el resto de su ciudad natal: “En 2014, cuando los rusos apoyaron la separación de Donbás, mis amigos empezaron a distanciarse de Rusia; con los años, y con el frente en Donbás estancado, se olvidaron del conflicto y de la rabia contra los rusos, pero con la guerra de ahora, la ruptura ya es total”.
En el Hormiguero se encuentra la sede local de Servidor del Pueblo. El partido reparte ayuda humanitaria entre familias numerosas y civiles desplazados del frente. Gente como Kiril Krautsov y su hija de año y medio, que esperan pacientemente en la cola. Son de Kramatorsk, en Donetsk, donde la guerra ha sido especialmente cruenta. La mujer de Krautsov es de Lugansk y su pueblo, dice, ha desaparecido del mapa. Los Krautsov saben que el edificio fue el lugar donde creció Zelenski, y ahora piensan en quedarse a vivir por un tiempo indefinido. “La gente de Krivi Rih que puede, se va de aquí. Este lugar está deprimido y con pocas oportunidades profesionales”, asegura Anchuk. De hecho, es lo que hizo Zelenski, mudarse a Kiev cuando la fama lo catapultó. Si hay alguien que hoy alquila un apartamento en la calle Gurova, la que vio nacer al presidente ucranio, son los refugiados del Este, resalta este psiquiatra en paro. Son el futuro de la ciudad que formó al líder de una Ucrania unida en una nueva identidad y que, por primera vez, con una mayoría abrumadora, quiere romper con Rusia y abrazar a Europa.
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