Los dilemas de la diplomacia de Lula
Por Santiago Torrado. La victoria en las elecciones de Luiz Inácio Lula da Silva abre la puerta para que Brasil recupere la relevancia en el escenario internacional que perdió durante el Gobierno de Jair Bolsonario, pero no será nada fácil ni ocurrirá de la noche a la mañana. El presidente de ultraderecha aisló diplomáticamente a Brasil al buscar un alineamiento irrestricto con los Estados Unidos de Trump, distanciarse de los gobiernos progresistas de América Latina y privilegiar las alianzas con otros líderes ultras como el israelí Benjamín Netanyahu y el húngaro Vikto Orbán. A pesar de que los más relevantes líderes mundiales se han apresurado a reconocer el triunfo de Lula, y recibirlo como una bienvenida nueva etapa, persisten desafíos formidables.
En sus primeros mandatos, entre 2003 y 2010, Lula le dio mucha importancia a la proyección internacional de Brasil, al sacar provecho de su aura de obrero convertido en estadista. Barack Obama lo llamó entonces “el político más popular de la tierra”, encabezó los listados de los líderes más influyentes y el gigante sudamericano puso la primera letra de los BRICS, el acrónimo que lo agrupa con otros grandes países emergentes: Rusia, India, China y Sudáfrica.El escenario geopolítico actual, sin embargo, es muy distinto.
En América Latina ya ha quedado claro que a Lula le favorece la presencia de Gobiernos de corte progresista en la mayoría de países, pero el panorama es menos amigable más allá de la región. Para empezar, debe reposicionar a Brasil en un momento de disputa cada vez más agresiva entre las grandes potencias, en concreto China y Estados Unidos, sus dos mayores socios comerciales, además de Rusia, que se encuentra empantanada en la guerra de Ucrania. Uno de las decisiones más apremiantes será precisamente definirse con respecto a la operación militar lanzada por Vladimir Putin en Europa.
Todo eso atravesado por la política ambiental en el país que alberga la mayor parte de la Amazonia, el pulmón del mundo, bajo un enorme escrutinio internacional por la deforestación galopante en el Gobierno Bolsonaro. El excanciller Celso Amorim, estrecho asesor del presidente electo, ha asegurado que los asuntos climáticos serán un elemento central. “Retomaremos la política exterior soberana, altiva y activa, promoviendo el diálogo democrático y respetando la autodeterminación de los pueblos”, ha prometido el propio Lula, pero sin ahondar en los detalles.
En la foto, de Carla Carniel (Reuters), Lula recibe el lunes la visita del presidente argentino Alberto Fernández en São Paulo, al día siguiente de su victoria electoral.
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