El Tribunal Revolucionario de Irán condenó a muerte a Manouchehr Mehman Navaz, un manifestante que participó en las protestas que se desataron en el país árabe tras la muerte de la joven Mahsa Amini el pasado 16 de septiembre. Es la primera condena a muerte contra un detenido de las manifestaciones.
Después de haber sido detenido por incendiar una sede del Gobierno durante la ola de protestas, Manouchehr fue condenado por los cargos de “moharebeh” (enemistad con Dios) y “efsad-fil-arz” (corrupción en la tierra).
A pesar de que el Estado no difundió el nombre del condenado a muerte, Iran Human Rights (IRH) declaró que informes oficiales anteriores de los juicios a manifestantes, dictan que Manouchehr Mehman Navaz y Mohammad Boroughani fueron juzgados por el incendio del edificios gubernamentales.
Sin embargo, es posible que Mohammad Boroughani también se enfrente a la misma pena. Según IHR, Mohammad ha sido trasladado a la prisión de Rajai Shahr sin notificarlo a su familia ni a su abogado.
Al menos 20 manifestantes se enfrentan a cargos relacionados, con grandes posibilidades de que también se les condene a la pena de muerte. Sin embargo, los veredictos pueden ser apelados. Autoridades internacionales temen que se produzcan ejecuciones precipitadas sin ningún tipo de aviso previo.
Más de dos mil personas ya han sido acusadas desde que comenzaron las manifestaciones, casi la mitad de ellas en la capital, Teherán, según las cifras de la Judicatura iraní.
La condena se dio después que los dirigentes iraníes prometieron actuar con dureza contra los manifestantes, a los que han calificado de alborotadores y han declarado enemigos del Estado.
La agencia de noticias activista HRANA declaró que hasta el pasado sábado 12 de noviembre habían muerto 318 manifestantes en los disturbios de los cuales 49 eran menores.
Irán Human Rights ha solicitado ayuda a la comunidad internacional para que actúe urgentemente antes de que “sea demasiado tarde”. El director, Mahmood Amiry-Moghaddam, declaró: “La comunidad internacional debe advertir enérgicamente a la República Islámica de las consecuencias de la ejecución de manifestantes. Convocar a sus embajadores y poner en marcha una acción efectiva más fuerte en materia de derechos humanos contra los funcionarios del Estado son algunas de las consecuencias que los países europeos deben considerar.”
Irán lleva 8 semanas sumergido en protestas que llevan el nombre de Masha Amini como estandarte. Las calles de las ciudades iraníes se han llenado de escenas que han conmocionado a todo el mundo. Quemas de hiyabs, gritos de libertad, quemas y ataques a la policía se han visto por parte de mujeres y hombres que exigen justicia para la joven y el final de la represión islámica.
Los manifestantes han pedido la muerte de Alí Jamenei, el líder supremo de Iran y el fin de la República Islámica. Las protestas se han convertido en uno de los desafíos más audaces al liderazgo clerical desde la revolución de 1979.
(Con información de Reuters, Aristegui Noticias y la colaboración de Regina Diez Gutiérrez)
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