En la provincia de Barcelona, en la comarca del Maresme, se encuentra uno de esos lugares llenos de misterio y leyenda que conmueven al visitante, el bosque de Orrius, del que Laura Falcó nos habla en su libro ‘Ecos del Pasado’ (Ediciones Luciérnaga). La autora, especialista en el estudio de fenómenos misteriosos y paranormales, cuenta que pasear entre sus árboles “es acceder a un mundo mágico”, poblado de extrañas figuras talladas en la piedra, que se esconden entre la espesura, a menudo colonizadas por líquenes y musgos. Un paisaje donde no sorprendería toparse con duendes y seres misteriosos venidos de otro mundo. “No extraña, por tanto, que allí se hayan realizado miles de rituales mágicos, aquelarres y consultas a la ouija, ni que los expertos en lo paranormal hayan ido en busca de psicofonías y experimentaciones para contactar con otras realidades”, relata.
Nadie sabe quién esculpió esas formaciones con las que los visitantes se topan a lo largo del sendero, ni aún menos por qué lo hizo. Aunque la antigüedad de algunas data del siglo pasado, aún se mantienen muchas dudas e interrogantes sobre las tallas. Entre todas las figuras con las que nos asombra bosque de Orrius hay una escultura que llama especialmente la atención y que recuerda a las famosas formaciones megalíticas de la isla de Pascua (por ello, probablemente, es conocida por todos como el Moai), que mira con rostro sereno al infinito.
Al adentrarnos en el bosque de Orrius, encontramos otros rincones tan interesantes como la Roca de las Cruces, cubierta por cruces que, según cuenta la tradición, cada una de ellas representaría a una de las víctimas del bandolero catalán Perot Rocaguinarda, una especie de Robin Hood que en el siglo XVII asaltaba los caminos que unían Barcelona y Gerona, y que tenía en el bosque de Orrius su guarida.
Otra de las tallas es la Roca Foredada o Roca Agujereada, otro misterio de este curioso bosque. La oquedad que hay en su superficie le confiere el aspecto de una cueva o habitáculo, que no se sabe si es un capricho de la naturaleza o se debe a la mano del hombre. Aparentemente, se diría que es más verosímil la segunda opción, aunque nadie se explica cuál podría ser el objetivo de una construcción similar. También hallamos en la zona símbolos relacionados con el fenómeno ovni, como el de ummo, y gigantes tallas de animales, como la Roca del Elefante o la de la Tortuga.
“Quien desee vivir una experiencia memorable, puede adentrarse en el interior del bosque de Orrius siguiendo su bien señalizado itinerario. Se dice que existen corrientes telúricas que discurren bajo sus tierras que ayudan a meditar al paseante. De hecho, la zona y sus cuevas son puntos frecuentados para los que practican este tipo de ritos”, indica Falcó. “Pero muchos otros no encuentran en Orrius la paz que buscan y afirman que cuando cae la noche, los ‘otros’ habitantes del bosque salen de sus escondrijos para disfrutar de la luz de la luna y sembrar el terror…”.