¿Se puede medir la felicidad?

Hoy es el Día Internacional de la Felicidad, el cual se celebra desde 2013 según estableció la ONU. Este día internacional pretende reconocer «la relevancia de la felicidad y el bienestar como aspiraciones universales de los seres humanos y la importancia de su inclusión en las políticas de gobierno». Nosotros queremos celebrarlo contando con uno de los mayores expertos sobre el tema que hay en el mundo. Hablamos de Meik Wiking, director ejecutivo del Instituto de Investigación sobre la Felicidad de Copenhague (Dinamarca) y autor de ‘Hygge: La felicidad de las pequeñas cosas’ y ‘Lykke: En busca de la gente más feliz del mundo’ (Libros Cúpula), que hoy participará en un debate titulado ‘¿Se puede medir la felicidad?’ en el Espacio Fundación Telefónica (calle Fuencarral, 3 de Madrid).

Esa es precisamente la pregunta que todo el mundo se hace. Wiking explica que durante décadas hemos utilizado indicadores como los ingresos, el bienestar, la calidad de vida o el PIB per cápita para cuantificarla. Aunque hay que tener en cuenta una cosa: es algo subjetivo, puede significar cosas diferentes para personas diferentes. “Desde un punto de vista científico, este contraste dificulta trabajar con la felicidad como concepto, así que lo primero que debemos hacer entonces es desgranar sus componentes”, señala.

Felicidad
Disfrutar de los pequeños placeres de la vida para ser feliz. Este es uno de los consejos que ofrece Meik Wiking en sus libros

Las tres dimensiones de la felicidad

La primera lección que debe aprenderse cuando se investiga la felicidad, en opinión de Meik Wiking, es la diferencia entre ser feliz en el momento presente y ser feliz en general. A estos dos estados los llamamos, respectivamente, dimensión afectiva y dimensión cognitiva. La dimensión afectiva o hedonista examina las emociones que sentimos en nuestro día a día. Ayer, por ejemplo, ¿estabas deprimido, triste, ansioso, preocupado? ¿Te reíste? ¿Te sentías feliz? ¿Te sentías querido?

Para analizar la dimensión cognitiva, hay que dar un paso atrás y evaluar nuestras vidas. ¿Hasta qué punto estamos satisfechos con nuestra vida en general? ¿Cuán feliz somos? Al intentar evaluar la felicidad, lo importante es nuestro sueño y lo cerca que estemos de vivirlo.

Pero para complicar un poco más las cosas hay una tercera dimensión llamada eudaimonia, una palabra que en griego antiguo significa ‘felicidad’ y que Aristóteles usaba para explicar la concepción que tenía de ella. Para el filósofo, la buena vida era una vida con un sentido y con un propósito.


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