El parque de tanques ucranios está en mal estado y diezmado por 11 meses de guerra. La mayoría de sus blindados, sean carros de combate o vehículos de transporte de infantería, son de origen soviético y están en uso desde la guerra de Donbás, que empezó en 2014. En comparación con Rusia, el número de blindados de las Fuerzas Armadas ucranias es limitado. No solo eso, los arsenales de la munición que utilizan están bajo mínimos porque dejaron de fabricarse en la Europa del este tras la desintegración de la Unión Soviética. Para superar las defensas rusas, Kiev pide tanques pesados a sus aliados internacionales, en concreto, los Leopard alemanes.
Las exitosas contraofensivas ucranias del pasado verano y otoño, en la provincia de Járkov y en la de Jersón, pudieron llevarse a cabo porque las defensas rusas no estaban fortificadas como lo están ahora. Ataques sorpresa con pequeños y ágiles escuadrones de una docena de soldados y vehículos blindados fueron suficientes para romper las líneas enemigas. Pero desde el pasado octubre, Rusia ha establecido kilómetros de barreras defensivas. Para superarlas se requeriría un esfuerzo no visto desde la II Guerra Mundial, según señalaba el pasado noviembre el almirante retirado James Foggo, antiguo comandante de la flota estadunidense en el Mediterráneo.
En el siglo XXI habían predominado hasta ahora conflictos no convencionales. Los tanques en gran número como fuerza de choque habían perdido protagonismo en los ejércitos, frente al desarrollo de unidades ligeras de acción rápida, drones, artillería de precisión y defensas antiaéreas. Así lo explicaba el pasado noviembre en un foro internacional en Varsovia Mark Carleton-Smith, exjefe del Estado Mayor del Reino Unido. Carleton-Smith subrayaba lo que muchos otros analistas habían observado al principio de la invasión: que la defensa ucrania estaba destruyendo decenas de tanques rusos con pasmosa facilidad. Pero esto no se debía a la vulnerabilidad del tanque como arma, sino a la pésima estrategia rusa, concluyó este general británico. La guerra en Ucrania, a gran escala y entre dos ejércitos más o menos igualados, ha recuperado el protagonismo de los tanques. “Las trincheras rusas ahora solo pueden superarse con tanques”, explicaba la semana pasada a este diario el coronel Alkut —su nombre en clave—, comandante de la 3ª Brigada Separada Blindada ucrania.
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Ucrania empezó la invasión, el pasado febrero, con unos 900 tanques, la mayoría de ellos los soviéticos T-64 y T-72, según datos del instituto de estudios militares británico RUSI. A estos hay que añadir cerca de 300 tanques que suministraron a Kiev países de la Europa del este, sobre todo, Polonia, que aportó en marzo más de 260 T-72. Rusia destinó a la invasión unos 2.800 carros de combate, según el RUSI, a los que hay que sumar los 400 que estaban en manos de los separatistas prorrusos del Donbás. El centro de análisis de defensa Oryx estimó que Ucrania había perdido en 2022 más de 500 blindados.
Valeri Zaluzhni, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Ucranias, avanzó el pasado diciembre que solo necesita 300 tanques de la OTAN y 700 blindados de transporte de infantería para recuperar todo el territorio perdido desde el inicio de la invasión. Alkut, que es un veterano de las guerras de Irak y Afganistán —formó parte de los regimientos ucranios que dieron apoyo a la ocupación estadounidense—, estimaba que un tanque pesado estándar de la OTAN, sean los Leopard 2, los Abrams o los Challenger 2 británicos, equivale a tener dos o tres blindados de fabricación soviética. Precisamente, una norma clásica en teórica militar es que un ejército que ataca debe tener una superioridad respecto al defensor de 3 a 1.
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Los Leopard 2 empezaron a fabricarse en Alemania en los años setenta, como lo fueron los T-72 soviéticos, pero los alemanes ya contaban por entonces con un nivel de calidad y blindaje muy superior a sus rivales al otro lado del Telón de Acero. La producción, liderada por la compañía Rheinmetall, ha ido desarrollando hasta 11 versiones de los Leopard —entre ellas, el Leopardo, el modelo para España—. Hay varios modelos de tanques rusos que pueden superar en velocidad a los Leopard más modernos, pero la maniobrabilidad de estos es mejor que la mayoría de los carros de combate rusos en activo en Ucrania. Los modelos de Leopard que recibiría Ucrania con más probabilidad serían los más antiguos, los A4 y los A5, porque hay más unidades disponibles y en más países.
Los Leopard también cuentan con visores para el combate nocturno y sistemas de disparo que calculan la trayectoria del objetivo en movimiento, sobre cualquier tipo de terreno, tecnología que no tiene Ucrania pero sí Rusia, en sus tanques más modernos, como los T-80BVM y los T-64 BV. La ergonomía de los Leopard también es superior a la de los tanques soviéticos, lo que facilita que los soldados puedan combatir más horas. Los misiles portátiles antitanque rusos son menos potentes que los Javelin del arsenal ucranio, aportados por Estados Unidos y el Reino Unido. Si un T-72 y un T-64 pueden seguir combatiendo pese a recibir el impacto de tres de estos cohetes, según detallaron los oficiales de la 3ª Brigada Blindada y de la 92ª Brigada Separada Mecanizada, los Leopard todavía resistirían más. Su mejor protección, incluso frente a minas, garantiza además más protección de las columnas de infantería que siguen el vehículo en ataque.
En Europa hay desplegados unos 2.000 Leopard. El tiempo de formación para aprender a utilizarlos podría ser de cinco semanas, según los militares ucranios consultados, menos que lo que sería necesario con un Abrams. Los Abrams requieren de un mantenimiento y de una cadena de suministro de combustible, munición y componentes más compleja. Sumado al hecho de la proximidad geográfica, los Leopard europeos son la mejor opción para Ucrania.
Mijaílo Podoliak, asesor de Zelenski afirmó este viernes a The Telegraph que con estos tanques y misiles de largo alcance, sus Fuerzas Armadas podrían ganar la guerra en 2023. Zelenski ha reiterado que la única forma de hacer retroceder a Rusia es con los blindados pesados de la OTAN. Pero el tiempo corre en contra de Ucrania porque el mejor momento para lanzar una ofensiva es en invierno, cuando el suelo está helado y los blindados pueden rodar mejor, o en verano, cuando ya han finalizado las lluvias de primavera que convierten los campos en un lodazal. Y cuantos más meses pasan, más fuertes son las posiciones rusas.
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