Horas antes de iniciar el viaje secreto que le llevaría a Kiev, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y la primera dama, Jill, fueron a un restaurante italiano, degustaron unos rigatoni y, a ojos de todo el mundo, esa noche del sábado 18 de febrero ambos volvieron a la Casa Blanca a dormir.
Sin embargo, poco después y en medio de la noche, Biden, un puñado de asesores y solo dos periodistas se montarían en un avión para ir a Polonia y, luego, en un tren para llegar a Kiev.
Anoche, Jill Biden contó a un grupo de periodistas que ella no tenía ni idea de lo que estaba tramando su marido y que, justo el día que tuvieron esa cita romántica, él le contó que se iba a Ucrania.
“Me lo dijo justo antes de irse y le dije, ¿qué? ¿A dónde dices que vas?“, recordó Jill en declaraciones a los periodistas que le acompañan en una gira por África que le llevará hoy a Namibia para luego dirigirse a Kenia.
Meses de preparativos secretos
El viaje de Biden fue fruto de unos preparativos que duraron meses y en los que participaron solo un puñado de asesores de la Casa Blanca, del Pentágono y del Servicio Secreto, además de algunos miembros de los servicios de inteligencia que tenía como misión velar por la seguridad del presidente en Kiev.
Todos esos asesores diseñaron con cuidado cada una de las etapas del viaje, incluido cómo Biden llegaría a Kiev, y trazaron también otros planes alternativos por si surgía algún tipo de problema cuando el presidente estuviera sobre el terreno.
Biden tomó la decisión final el viernes pasado al considerar que, aunque había riesgos, eran asumibles.
Llegó a esa conclusión después de una animada reunión el viernes en el Despacho Oval de la Casa Blanca con sus asesores y con miembros de su gabinete, algunos de los cuales participaron por teléfono, relató a la prensa Jonathan Finer, el “número dos” del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.
Palabra clave: Torneo de Golf
Tomada la decisión, toda la maquinaria del Gobierno de Estados Unidos se puso en marcha.
Una de las decisiones más delicadas que debía tomar la Casa Blanca era si invitar a periodistas al viaje y a cuántos incluir en la comitiva, que iba a ser especialmente pequeña para no levantar sospecha.
A Biden le suele acompañar un grupo de unos 13 o 14 periodistas, fotógrafos y camarógrafos conocido como “pool” y que históricamente tiene la misión de acompañar al presidente de EU a cualquier acto y contar lo que ven a miles de reporteros interesados en el tema.
Esta vez, sin embargo, la Casa Blanca decidió que solo una periodista del diario The Wall Street Journal y un fotógrafo de la agencia AP acompañarían al mandatario.
La directora de la Casa Blanca, Kate Bedingfield, les citó en su oficina el viernes y les pidió que guardaran el secreto. Pronto, les avisó, llegarían más instrucciones sobre el viaje en un correo electrónico cuyo asunto sería: “Instrucciones de llegada para el torneo de golf”.
De un pequeño avión al ‘Rail Force One’
El viaje comenzó el domingo de madrugada. En medio de la oscuridad de la noche, fueron llegando los miembros de la comitiva a la base aérea de Andrews (Maryland), a las afueras de Washington.
Uno a uno se fueron metiendo en un avión que suele usarse para viajes dentro de EU y que es más pequeño que el modelo que utiliza el presidente en viajes internacionales. La aeronave tenía las ventanillas bajadas.
En medio de la oscuridad, el avión despegó y puso rumbo a Polonia. Aterrizó horas después en el aeropuerto de Rzeszów, en el sureste de Polonia, y desde ahí, Biden fue en coche hasta la estación de ferrocarril de Przemysl, donde tomó el tren a Kiev, relató posteriormente la periodista de The Wall Street Journal.
Aunque no se conocen todos los detalles, la logística para asegurar la seguridad de Biden en el tren no fue fácil y, en una señal de orgullo, la empresa ucraniana de ferrocarriles ha bautizado el tren en el que viajó el presidente como “Rail Force One”, en referencia al avión Air Force One.
Tras casi diez horas en tren, el mandatario finalmente llegó a Kiev.
Anunció casi 500 millones de dólares adicionales en ayuda militar y se dio un paseo por el centro de la ciudad junto al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, mientras resonaban las sirenas antiaéreas, en un constante recordatorio de la guerra, que comenzó hace casi un año el 24 de febrero de 2022.
“Kiev, -dijo Biden antes de meterse en el tren de vuelta- debo reconocer que has capturado parte de mi corazón“.
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