EL PAÍS

Una fuerza africana regional acude en ayuda del Congo para frenar al grupo rebelde M23

El conflicto en el noreste de la República Democrática del Congo (RDC), que enfrenta al ejército con el grupo rebelde M23 y ha dejado en suspenso una tregua conseguida hace apenas 10 días, ha llevado a sus vecinos a movilizarse para intentar contener una escalada que desestabilice la zona. El presidente de Angola, João Lourenço, tiene intención de desplazar una unidad militar a Goma, en el noreste de la RDC, para tratar de que el M23 regrese a sus bases y cumpla con los términos de la tregua que debía haber entrado en vigor el 7 de marzo. Kenia y Burundi ya han enviado tropas en el marco de la fuerza regional de África oriental que apoya a la RDC y se espera que Uganda y Sudán del Sur hagan lo propio en los próximos meses. Mientras, los enfrentamientos entre las tropas congoleñas y el M23, financiado por Ruanda, según Naciones Unidas ―el Gobierno de Kigali niega las acusaciones―, se ha intensificado en los últimos días: los insurgentes están tratando de cortar todas las rutas de acceso a Goma, capital de la región de Kivu del Norte, y se han producido combates a unos 30 kilómetros de la ciudad.

La ofensiva lanzada hace algo más de un año por el M23, grupo de mayoría tutsi, ha supuesto la reactivación de un viejo conflicto que comenzó a finales de los años noventa y que nunca llegó a extinguirse del todo. Los combates, la presencia de los rebeldes a las puertas de Goma, las masacres de civiles, como la del pasado noviembre en Kishishe y Bambo que costó la vida a 131 personas a manos de los rebeldes, y la huida de unos 800.000 congoleños de sus hogares, según un cálculo de Naciones Unidas, han provocado el envío de tropas de los países de la Comunidad de África del Este (EAC, por sus siglas en inglés). Desde el pasado noviembre, unos 900 soldados de Kenia están presentes en la zona, mientras que una treintena de soldados burundeses llegó el 5 de marzo.

Este conflicto hunde sus raíces en el genocidio de Ruanda de 1994, cuando fuerzas gubernamentales y milicias hutus asesinaron a prácticamente un millón de personas, sobre todo tutsis, en apenas tres meses. Después de que el Frente Patriótico Ruandés (tutsi) tomara el poder, millones de hutus, entre ellos perpetradores del genocidio, huyeron a la RDC, donde continuó el enfrentamiento entre ambos grupos. El actual M23 nace en 2012 y es heredero de esas guerrillas tutsis que combatían en el noreste de la RDC con apoyo ruandés. En noviembre de ese año los miembros del M23 llegaron a ocupar la ciudad de Goma. Una contraofensiva del Ejército congoleño forzó su retirada y su rendición en 2013, hasta que en noviembre de 2021 este grupo rebelde reapareció con una ofensiva contra las fuerzas congoleñas.

El envío al noreste de la RDC del contingente militar de Angola, mediador en esta crisis por designación de la Unión Africana, requiere la aprobación del Parlamento, que tiene previsto debatir sobre la cuestión este viernes. Aunque de momento se desconoce cuántos militares integrarán dicha unidad militar, el objetivo de la misma no es participar en ninguna ofensiva, sino “asegurar las áreas de acantonamiento del M23 y proteger a los miembros del mecanismo de verificación ad hoc [de la tregua], dirigido por un oficial angoleño”, en concreto por el general Joao Massone, según un comunicado de la presidencia angoleña.

El ministro de Exteriores congoleño, Christophe Lutundula, aclaró este martes en rueda de prensa que se tratará de un batallón del Ejército de Angola cuya misión será hacer que se cumpla lo establecido en el proceso de paz de Luanda, en particular la retirada a sus bases del M23 que, hasta ahora, ha incumplido los términos acordados en el alto el fuego del 7 de marzo, así como otras treguas anteriores. “El presidente Lourenço ha informado a los presidentes Tshisekedi [Congo], Kagame [Ruanda], Ruto [Kenia], Ndayishimiye [Burundi] y Samia Suhulu [Tanzania]”, añadió el ministro, además de mantener un estrecho contacto con el mediador designado por la EAC, el expresidente keniano Uhuru Kenyatta, y con el propio M23, que ha sido informado de este movimiento de tropas.

Una delegación del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas se trasladó la semana pasada a Goma para conocer la situación de primera mano, tras lo cual insistió en la necesidad de buscar una salida negociada. “La salida de esta crisis solo puede ser política, a través de la negociación”, dijo Nicolas de Rivière, embajador galo en la ONU, quien, una vez más, señaló al Gobierno de Ruanda como financiador y sostén del M23. Sin embargo, el Gobierno congoleño se resiste a ceder un milímetro ante lo que considera la agresión de otro país en su territorio, sobre todo en un momento en el que el presidente Félix Tshisekedi se juega su futuro político, con unas elecciones previstas para finales de año ante rivales como Martin Fayulu o Moïsse Katumbi. “Está fuera de cuestión negociar con el M23″, dijo a finales de febrero Patrick Muyaya, portavoz del Ejecutivo congolés, mientras que el ministro Lutundula insiste en calificar de “terroristas” a los insurgentes.

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En Goma, la situación es cada vez más asfixiante. Miles de desplazados llegan prácticamente cada día a la ciudad a consecuencia de los ataques y movimientos del M23, con especial intensidad en torno a la ciudad de Saké, próxima a la capital regional, y en las localidades de Kirotshe y Shasha, al borde del lago Kivu. El Ejército congoleño se muestra incapaz de contener esta ofensiva y se apoya sobre grupos armados, como los mai mai y las Fuerzas Democráticas de Liberación de Ruanda (FDLR), de mayoría hutu. Por ahora, los soldados kenianos y burundeses de la fuerza regional de la EAC se abstienen de participar en los combates, así como los integrantes de la misión de la ONU en la RDC (Monusco). La población de Kivu del Norte acusa a estas fuerzas extranjeras de inacción.

Por otra parte, presuntos militantes del grupo yihadista de origen ugandés Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF, por sus siglas en inglés), asesinaron el pasado domingo a 19 personas en el pueblo de Kirindera, en la región de Kivu del Norte. Este ataque se produjo a pocos kilómetros de Mukondi, donde la semana pasada también las ADF asesinaron a otras 35 personas. El pasado 28 de febrero el Ejército congolés había asesinado a Fezza Mulalo alias Seguja, considerado el número tres de este grupo terrorista vinculado a Estado Islámico, según informaron las propias Fuerzas Armadas.

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