Desde la semana pasada, los ojos del mundo financiero se fijaron sobre Silicon Valley Bank, First Republic Bank y SoftBank, entre otros bancos de pequeña y mediana escala que se fueron a la quiebra o estuvieron a punto de hacerlo y que prontamente, el gobierno de Estados Unidos y grupos más grandes como JPMorgan Chase o Morgan Stanley salieron al rescate para evitar un contagio y a la postre un posible colapso económico.
Sin embargo, los sistemas de alerta están en el corazón de Europa, donde Credit Suisse, considerado como el segundo banco más grande de Suiza y donde acuden las familias más ricas del mundo para guardar sus fortunas está en graves problemas financieros y sobre todo de reputación, que ni sus 160 años de historia lo están apaciguando.
La historia de Credit Suisse es digna de un documental para Netflix o alguna plataforma de streaming, ya que en los últimos años ha pasado de escándalo en escándalo como ocurrió con la muerte de Patrice Leascaudron, el banquero que administraba los activos de la gente más acaudalada de Europa, el despido de más de 9,000 empleados, la insolvencia del fondo de cobertura Archegos o la quiebra de la empresa de servicios financieros Greensill Capital.
Apenas en 2019, Credit Suisse llegó a un acuerdo extrajudicial con Iqbal Khan, ex banquero estelar, que reveló que un detective privado lo seguía a él y a su esposa en Zurich, lo que llevó al banco a reconocer un espionaje dirigido por su entonces director de operaciones Pierre-Olivier Bouee, sin embargo, una investigación más amplia llevó a descubrir otros casos de vigilancia, provocando la renuncia de su presidente ejecutivo Tidjane Thiam.
Un año después, Patrice Lescaudron, el banquero principal, quien solía administrar los activos de las familias más ricas de Europa, entre ellos el oligarca Bidzina Ivanishvili, exprimer ministro de Georgia, se vio envuelto en un escándalo de fraude por 100 millones de francos, situación que lo llevó al suicidio.
Ante este escenario convulso se dio la llegada de Ulrich Koerner como director ejecutivo, quien anunció la creación del denominado “Nuevo Credit Suisse”, que simplificaría su modelo de negocio, sin embargo, los inversionistas retiraron más de 120,000 millones de francos suizos, golpe que el banco intentó amortiguar ampliando su capital con apoyo del Saudi National Bank, que, de acuerdo con su presidente Ammar Al Khudairy, señaló que por razones regulatorias, ya no podía seguir inyectando más capital, lo que llevó a un desplome monumental.
Tras una importante caída, el Banco Nacional Suizo anunció un plan de rescate por 51,000 millones de euros en créditos, lo que generó que los mercados reaccionaran positivamente. Pero, ¿realmente todo está bajo control o hay riesgo de que se desencadene una nueva crisis financiera?
En medio de la crisis que experimentan los bancos actualmente, el futuro del Credit Suisse depende de la confianza de los inversionistas.
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