El presidente de Israel, Isaac Herzog, no quiere que el aplazamiento de la reforma judicial, anunciado el lunes por el primer ministro, Benjamín Netanyahu, se convierta en un patadón hacia adelante para bajar el suflé de las protestas y la crisis acabe repuntando este verano. Por ello, ha organizado a toda velocidad el diálogo sobre el controvertido cambio legal, con una primera reunión a última hora de la tarde de este martes en su residencia oficial en Jerusalén.
En el encuentro participan los equipos negociadores del Likud, el partido de Netanyahu, y de las dos principales fuerzas de oposición, Yesh Atid y Unidad Nacional. Herzog ya telefoneó al primer ministro y a los líderes de ambas formaciones opositoras ―el anterior jefe del Gobierno, Yair Lapid, y Benny Gantz, respectivamente― justo después de conocerse la demora de la reforma hasta el próximo periodo de sesiones parlamentarias, que comienza a finales de abril y concluye en julio. Herzog los exhortó a dialogar “de inmediato” bajo su auspicio y los urgió a nombrar equipos negociadores. Más aún cuando la Kneset (Parlamento) entra en receso esta semana y desde la siguiente el país funciona a medio gas durante casi un mes, por una cadena de festividades religiosas y nacionales.
Los equipos de Likud, Yesh Atid y Unidad Nacional tienen cada uno cuatro integrantes, principalmente diputados, y no incluyen a ninguno de sus líderes. La representación del Likud consiste en personas próximas al primer ministro y un miembro de Kohelet, el centro de análisis conservador que ha ejercido como base ideológica de la reforma. En el de Unidad Nacional está Gideon Saar, que ostentó la cartera de Justicia en la amplia coalición que gobernó el país en 2021-2022 y previamente las de Interior y Educación, antes de romper con Netanyahu.
La diputada Orna Barbivai ha admitido que acude al diálogo en representación de Yesh Atid, “con el corazón abierto, pero no con los ojos cerrados”. “Entre Netanyahu y yo no hay ninguna confianza. No creo a ese hombre”, ha añadido. Aunque con cierto tono de reserva, tanto Lapid como Gantz extendieron la mano al diálogo minutos después de que el lunes hablase Netanyahu.
Dos de los principales promotores de la reforma estarán ausentes del proceso. Se trata del ministro de Justicia, Yariv Levin, del Likud, y de Simja Rotman, el presidente de la comisión parlamentaria de Justicia, que este lunes calificó de “error” pausar la iniciativa. Rotman ha dado a entender que su formación, la ultraderechista Sionismo Religioso, probablemente renuncie a hacerlo y deje la negociación en manos del Likud.
El Partido Laborista aún tiene que decidir su posición oficial, dijo a la radio militar su líder, Merav Mijaeli, al recordar que la reforma sigue en pie. Avigdor Lieberman (Israel Beitenu) está abanderando la posición más dura. “No quiero presagiar malas noticias, pero conozco a Bibi”, dijo en referencia a Netanyahu, con quien llegó a ser hasta vice primer ministro y a ostentar las carteras de Exteriores y Defensa. “A mis amigos de la oposición: no os hagáis ilusiones, no caigáis en la trampa”, ha tuiteado esta mañana.
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Herzog pretende incluir en el proceso a otros partidos con presencia parlamentaria, a representantes de la sociedad civil y a “otras partes interesadas”. Para el miércoles ha invitado a las dos formaciones árabes en la Kneset: Hadash-Taal y la Lista Árabe Unida. Este partido es el primero de la minoría palestina con ciudadanía israelí que ha integrado una coalición de gobierno, la que perdió las elecciones en noviembre ante Netanyahu y sus socios, aunque las ganaría si Israel volviese hoy a las urnas, según dos sondeos televisivos difundidos el lunes.
Preocupación
El ambiente ante el diálogo es más de precaución que de optimismo. Uno de los mejores ejemplos de la polarización en la que está inmerso el país es la desconfianza que genera a la oposición que una de las principales leyes de la reforma ―que busca debilitar al Tribunal Supremo y permitir que el Parlamento tumbe algunas de sus decisiones― fuese aprobada, antes del discurso de Netanyahu, en la Comisión de Justicia. Es decir, que técnicamente la Kneset podría votarla en cualquier momento. Parece muy poco probable, pero la oposición lo considera “negociar con una pistola sobre la mesa”, como lo han ilustrado varios de sus representantes.
El presidente ha logrado poco en sus anteriores intentos negociadores. Durante semanas lideró uno sin representantes directos (a través de académicos que se comunicaban con Gobierno y oposición) que quedó en nada. Y el día 15 presentó una propuesta alternativa de reforma que duró los minutos que los miembros de la coalición, incluido Netanyahu, tardaron en rechazarla antes de que alguien rompiese filas.
Lo que Netanyahu anunció el lunes, presionado por tres meses de protestas multitudinarias y una creciente crisis política, no fue el fin de la reforma, sino una “pausa para el diálogo” dirigida a evitar una “guerra civil”. Desde la mañana, una huelga general paralizaba parte de los despegues del principal aeropuerto, los puertos, el sector eléctrico y los grandes bancos, entre otros. La huelga fue desconvocada justo después del anuncio y la moneda ha respondido este martes al alza. El séquel, que estaba en su nivel más bajo respecto al dólar en cuatro años por la crisis, se ha fortalecido un 1,7% hasta alcanzar un tipo de cambio (3,52) inédito en seis semanas.
“Milicia privada”
A cambio de la pausa, el ministro de Seguridad Nacional y líder del partido ultraderechista Poder Judío, Itamar Ben Gvir, arrancó a última hora una contrapartida importante: la creación de un nuevo cuerpo de seguridad que quedará bajo su mando. La Guardia Nacional estaba incluida en los acuerdos de gobierno, pero Ben Gvir solo logró el lunes el compromiso por escrito y firmado de que se lleve al próximo consejo de ministros. La principal ONG de derechos humanos, la Asociación por los Derechos Civiles en Israel, la ha calificado de “milicia privada armada” que “pondrá en peligro los derechos humanos”.
Este martes aún ha habido manifestaciones, pero mucho menores. Una, de unas 3.000 personas, en Tel Aviv, y otra frente a la residencia presidencial. Uno de los portavoces de la protesta, Nadav Galon, ha asegurado que las manifestaciones continuarán, con llamamientos parciales a salir a las calles el miércoles y el sábado, por considerar el diálogo “una pantomima dirigida por Netanyahu”. No obstante, la actividad en los grupos de WhatsApp donde se difunden ha caído notablemente.
La paralización de la reforma disolvió el lunes las grandes protestas, aunque miles de partidarios y de detractores de ese cambio legal se siguieron manifestando de madrugada. Un grupo de los primeros, entre los que había ultras del equipo Beitar de Jerusalén, agredieron a un taxista palestino y otro, a un periodista de televisión que se había desplazado al lugar para conectar en directo. Hay tres detenidos. Los manifestantes contra la reforma fueron evacuados de la autopista Ayalón de Tel Aviv con más fuerza de la habitual.
La destitución del ministro de Defensa sigue en el aireEl ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, el día 9 en el aeropuerto de Ben Gurión, cerca de Tel Aviv.ATEF SAFADI (EFE)
Benjamín Netanyahu incendió las calles el domingo al anunciar la destitución del titular de Defensa y también miembro del Likud, Yoav Gallant, por desmarcarse de la reforma. La decisión sigue en el aire. No se ha anunciado un relevo y el ministerio confirma que Gallant sigue técnicamente en el puesto. Netanyahu le comunicó verbalmente la destitución, pero no por escrito, que es cuando empezarían a contarse sus últimas 48 horas en el cargo. El motivo parece una negociación entre bambalinas para que siga, como gesto de conciliación. Benny Gantz (Unidad Nacional), de hecho, se lo pidió expresamente a Netanyahu por teléfono en la noche del domingo. Lo apoyaría un 63% de los israelíes (incluido un 58% de los votantes del Likud), según un sondeo del canal 12 de televisión.
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