Una de las peores tragedias del cine mexicano ocurrió el 24 de marzo de 1982, exactamente a las 18:50 horas. Esa tarde inició un incendio infame en las bodegas de la Cineteca Nacional, localizadas entonces en Churubusco, al sur de ciudad de México, y se expandió con rapidez loca por todo el local. El infierno duró 16 horas, durante las que las llamas lamían todo, pero con más ahínco carteles, cintas, películas (incluyendo algunas de Luis Buñuel) y documentales, documentos históricos del cine, consumiendo en la orgía infernal uno de los mayores acervos cinematográficos de México y dejando una cifra trágica de 36 fallecidos. Fue un desastre que aún lamentan académicos, cineastas, actores, historiadores. La pérdida fue enorme, pero las autoridades de Cultura han intentado resguardar lo poco que se salvó y mantener un archivo que sea una fortaleza de preservación de la nueva producción de cine en el país. Un trabajo que recae en las manos de expertos del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), institución que ahora guarda gran parte del legado cinematográfico de México.
El Imcine ha cumplido recientemente 40 años en los que sus empleados han trabajado con celo y ahínco para que la tragedia de 1982 no vuelva a repetirse. Las instalaciones del instituto están en la sede de la Cineteca Nacional y cuentan con enormes naves donde están cuidadosamente alineados gigantes estantes que resguardan centenares de rollos de películas, la más antigua de 1931. En estas bóvedas muy pocas personas entran. En ellas impera el silencio y el frío. Cuentan con un sistema de refrigeración que permite conservar los archivos, muchos de ellos muy frágiles por el paso del tiempo. Aquí también se desprecia la humedad, porque puede ser como un cáncer terrible para este acervo. En una de las bóvedas, la más fría, se guardan negativos de un valor enorme: ahí están obras de Guillermo del Toro y Alfonso Cuarón y de otros directores que marcan el paso en el cine del país. “Son los rollos originales”, dice con orgullo Mezli Silva, coordinadora del acervo.
Una mesa de luz para la revisión de películas en el acervo del IMCINE.Iñaki Malvido
Silva abre este mañana las instalaciones con el cuidado de quien sabe que en sus manos está la protección de un tesoro. Lleva las manos enguantadas y conoce exactamente dónde están las maravillas que pueden deslumbrar a los reporteros curiosos que visitan hoy las bóvedas. Con delicadeza mueve las enormes ruedas que separan los estantes, un ingenioso sistema que permite perderse entre las filas llenas de películas, más de 4.000 títulos que son un viaje por la historia del cine mexicano. Son en total seis millones de rollos. Aquí están algunas obras que pudieron salvarse del desastre del 82, entre ellas parte de la colección del Centro de Producción de Cortometrajes, con obras de Arturo Ripstein, Nicolás Echeverría y Rubén Gámez. “Aquí tenemos todos los negativos. Son más de 800 títulos de cine, pero solo tenemos 266 identificados. Todavía nos faltan identificar algunos, pero estos sí fueron de los que se rescataron de ese incendio. Lo que sí se perdió fue todo el material iconográfico, es decir, carteles. Solamente tenemos el material fílmico y uno que otro catálogo”, explica Silva.
Que se hayan perdido tantos documentos durante el incendio de la vieja Cineteca sigue afectando el trabajo de los expertos del Imcine, porque les hace más difícil identificar las películas que aún no han sido clasificadas. Este es un trabajo delicado, que lleva muchas horas para lograr un registro eficiente de las obras. Así lo explica la coordinadora del acervo: “Tenemos un área de revisión fílmica, que primero estabiliza el material. Afortunadamente, contamos con un proyector de 16 milímetros, que es con el que hacemos las proyecciones y podemos ir cotejando datos. No hay libros en los que podemos encontrar información, lo que hoy es un reto, pero al conservar las joyas del cine mexicano lo que hacemos es revisar primero en las mesas, después se estabiliza la cinta, garantizar que no tenga polvo, revisar el estado de conservación, hacer un diagnóstico para ver si se puede hacer una buena proyección y extraer su información. Y si no, se tiene que hacer literalmente la visión en mesa para ver todos los créditos, revisar algunas imágenes, algunos fotogramas y verificar que sí sea el documental que creemos para después catalogarlo completo”.
Mezli Silva muestra un afiche de ‘Macario’ (1960) en inglés hecho en grabado, una versión estadounidense que nunca se distribuyó en México.Iñaki MalvidoRevisión del material del 15° Tour de Cine Francés (2011) en una mesa de luz del archivo.Iñaki MalvidoNegativos que se utilizaban para rotular las películas.Iñaki MalvidoMaterial gráfico de una película de Pedro Infante y recortes de periódico de distintas películas al interior de la sala menos fría del acervo.Iñaki Malvido
Este archivo cuenta con obras de ficción y documentales que recogen momentos importantes de la historia de México, incluyendo una cinta que documenta el primer viaje de la reina Isabel II al país en 1975, el famoso discurso de Salvador Allende en la Universidad de Guanajuato o una visita de Luis Echeverría a la UNAM, cuando fue recibido con una pedrada como forma de rechazo. Es un dato interesante, porque a Echeverría se le acusa de haber sido el autor intelectual de la masacre de Tlatelolco de 1968. Y eso nos regresa al incendio de la Cineteca. Hay muchas teorías que intentan explicar las causas del siniestro, además de la negligencia de las autoridades. Una de ellas apunta a Echeverría, como explica Ricardo Pérez Montfort en un libro de reciente publicación: Disparos, plata y celuloide, editado por Debate.
“Muchos años después de ocurrido aquel siniestro se planteó que el incendio se provocó para eliminar los rollos de película que se filmaron durante la masacre del 2 de octubre de 1968. El secretario de Gobernación en aquel entonces, Luis Echeverría, le había encargado al cineasta Servando González la filmación de los sucesos de aquel día desde lo alto de un piso de la torre de edificio de la Secretaría de Relaciones Exteriores, que miraba directamente a la Plaza de las Tres Culturas, donde ocurrió la matanza. Tal parece que los materiales fílmicos realizados durante aquel terrible acontecimiento fueron eventualmente guardados en la Cineteca Nacional. Sin pretender caer en una teoría de la conspiración, resultaba sospechoso que, con el incendio de la Cineteca, aquellos rollos también fueron consumidos por el fuego”.
Echeverría murió despreciado por millones de mexicanos, cubierto de infamia, aunque en la impunidad. Tal vez no se llegue a conocer con certeza si él dio la orden de quemar la Cineteca, pero lo cierto es que aquellas cintas que podían inculparlo ya no están en el acervo que Mezli Silva y sus colaboradores cuidan en el Imcine.
Algunas de las cintas en la sala intermedia del archivo, donde se almacenan las cintas positivas.Iñaki Malvido
Son estas personas quienes se encargan cuidadosamente, día a día, de mantener vivo lo que aún se conserva y también de restaurar lo que está dañado. “Hemos podido rescatar hasta el momento 32 cortometrajes importantes y hemos restaurado cinco”, comenta Silva. En las gélidas bóvedas del Imcine también se guardan con cuidado y cariño hermosos carteles que narran una época de oro del cine mexicano y entre los que están aquellos que llamaban a las audiencias a las salas para ver las obras de Buñuel. Un coleccionista se volvería loco, porque muchos son documentos únicos, salvados del paso del tiempo y del olvido. Una persona que visite el acervo lamentará sin duda todo lo que se perdió en 1982, pero también vagará con verdadero placer entre las columnas de películas que dan cuenta lo vivo que ha estado siempre el séptimo arte en México. “Contamos con verdaderos tesoros”, dice orgullosa su protectora.
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