La vida a ambos lados de la frontera de la Franja de Gaza empezó a volver a la normalidad el domingo, después de que un cese del fuego mediado por Egipto puso fin a cinco días de enfrentamientos entre Israel y la Yihad Islámica, en los que murieron 34 palestinos y una israelí.
Israel reabrió sus pasos fronterizos comerciales y de mercancías, permitiendo el suministro de combustible a la única central eléctrica del enclave costero bloqueado. Los comercios y las oficinas públicas volvieron a abrir sus puertas y la gente regresó a las calles que llevaban días desiertas.
Ambas partes confirmaron el cese de las hostilidades, pero dieron distintas interpretaciones de las condiciones, entre ellas si Israel dejaría de atacar a los principales milicianos palestinos.
Los últimos combates, los más prolongados desde una guerra de 10 días en 2021, comenzaron cuando Israel lanzó una serie de ataques aéreos en las primeras horas del martes, anunciando que tenía como objetivo a comandantes de la Yihad Islámica que habían planeado atentados.
En respuesta, el grupo respaldado por Irán disparó más de 1,000 cohetes, obligando a los israelíes a huir a refugios antiaéreos. En las zonas del sur de Israel próximas a Gaza, las escuelas seguían cerradas el domingo y muchos de los miles de residentes que habían sido evacuados aún no habían regresado.
“No es fácil volver de una situación así”, declaró Gadi Yarkoni, alcalde de varias ciudades israelíes situadas en la frontera con Gaza, a la emisora de radio 103 FM.
Funcionarios palestinos dijeron que 33 personas, entre ellas 18 militantes, así como mujeres y niños, murieron en Gaza. En Israel, una mujer israelí y un trabajador palestino murieron alcanzados por cohetes gazatíes.
Haciéndose eco de la preocupación mundial por la violencia en Gaza, el papa Francisco expresó en su sermón dominical la esperanza de que “que callen las armas, porque con las armas nunca se obtendrán seguridad y estabilidad; por el contrario, se destruirá cualquier esperanza de paz”.
La Yihad Islámica rechaza la coexistencia con Israel y predica su destrucción. Altos ministros del gobierno nacionalista religioso de Israel descartan cualquier Estado pretendido por los palestinos en los territorios capturados por Israel en la guerra de Oriente Medio de 1967.
Interpretación de las condiciones
Mohammad Al-Hindi, un alto cargo de la Yihad Islámica que negoció un cese del fuego en El Cairo con funcionarios egipcios, dijo en un comunicado el domingo que el grupo estaba dispuesto a detener los lanzamientos de cohetes a cambio de que Israel acepte dejar de atacar casas, civiles y líderes milicianos.
“Estamos comprometidos con el acuerdo de calma siempre que el enemigo lo cumpla”, afirmó.
Sin embargo, Israel negó que se hubiera comprometido a ello y se limitó a decir que no dispararía mientras no existiera una amenaza.
“Lo he dicho una y otra vez: Quienquiera que nos ataque, quienquiera que intente atacarnos, quienquiera que intente atacarnos en el futuro, su sangre se perderá”, dijo el primer ministro Benjamin Netanyahu en la reunión semanal de su gabinete en Jerusalén.
Las fuerzas israelíes habían “concluido con éxito cinco días de lucha contra el grupo terrorista Yihad Islámica”, dijo en las declaraciones televisadas, sin mencionar un acuerdo de cese del fuego.
Hamás, el grupo islamista que controla Gaza, no participó en los combates y los militares israelíes afirmaron que sus ataques no se dirigieron contra sus infraestructuras o dirigentes.
No está claro cuánto durará el más reciente cese del fuego. Los últimos combates se produjeron sólo una semana después de otra ronda de bombardeos nocturnos, e incluso mientras se ultimaba la tregua, ambos bandos mantenían sus ataques.
“Seguiremos haciendo todo lo que haya que hacer con una sola consideración: Lo que sirve a los intereses de seguridad del Estado de Israel“, declaró a Kan radio el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, miembro del gabinete de seguridad de Netanyahu.
En Gaza, la gente enfrentaba las consecuencias de días de bombardeos que, según Israel, tuvieron como objetivo los centros de mando de la Yihad Islámica y otras infraestructuras militares, pero que también dañaron o destruyeron decenas de casas.
“Esta es mi habitación, tenía los juguetes con los que solía jugar y los libros que utilizaba para estudiar, no quedaba nada”, dijo Ritaj Abu Abeid, de 12 años, mientras permanecía de pie dentro de su habitación destrozada.
Maddah Al-Amoudi, de 40 años, uno de los cerca de 3,000 pescadores de Gaza a los que se había impedido salir al mar, acogió con satisfacción la vuelta a la normalidad.
“No tenemos otra alternativa que el mar. Si hay trabajo en el mar podemos ganar dinero y comida para nuestros hijos y si no hay mar, no hay nada”.
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