Una historia inédita que ya quedará para siempre como una de las más épicas y bonitas de la NBA u otra que seguirá para alcanzar la inmortalidad. Pero, en cualquier caso, una que morirá ya para siempre. Una noche de velada en Boston que dará paso a una larga madrugada, de desconsolados llantos para unos, de fiesta sin fin para otros aunque con la voz del ángel advirtiendo a la del diablo que hay que acostarse porque desde las alturas de la Ciudad de la Milla ya hace días que se lo miran desde la tumbona, tan descansados que les cansa ya guardar descanso.
Punto de no retorno esta próxima madrugada en el séptimo partido entre los Boston Celtics y los Miami Heat de las Finales de Conferencia del Este (02:30, hora peninsular), la alocada eliminatoria bipolar, del 3-0 del equipo de Erik Spolestra al 3-3 forzado por el obstinado conjunto de Joe Mazzulla, resucitado repentinamente con el rebote ganador de Derrick White el sábado.
Aunque lo que quiere en el fondo es ganar el anillo que le negaron los Warriors en las Finales, estos Celtics se ganarán ya un espacio en la historia de ganar por hacer lo nunca visto en la NBA, remontar un 3-0 en los playoffs.
Por el camino se quedaron tres intentos fallidos en un séptimo encuentro, el de los New York Knicks contra los Rochester Royals -actuales Sacramento Kings- en 1951, el de los ya finalistas Denver Nuggets ante los Utah Jazz en 1994 y el de los Portland Trail Blazers frente a los Dallas Mavericks en 2003. “Nunca me he sentido tan emocionado ante un partido en Boston”, confesaba Jayson Tatum.
“Nunca me he sentido tan emocionado ante un partido en Boston”
Por su parte, tratarán de salvar su cuento de hadas los Heat, los octavos del Este en los que nadie confiaban, los de los 7 jugadores no drafteados, los que, por si no andaban ya cortos, se quedaron sin Tyler Herro y Victor Oladipo en primera ronda. Tan inspirador como cierto es que sólo se les recordará si ganan el anillo, pues la memoria al final sólo tiene en cuenta y adora a los campeones.
De pasar a las Finales, igualarían en cualquier caso el hasta ahora único hito de los New York Knicks en 1999, sólo el conjunto neoyorquino capaz de jugar la serie por el título como octavo de la temporada regular, aunque les chafaron el relato los San Antonio Spurs de David Robinson y Tim Duncan. El que quieren acabar de escribir los Heat, determinados a ser el primer octavo que se proclama campeón.
Unas Finales en las que ya llevan días esperando los Denver Nuggets de Nikola Jokic y Jamal Murray, sin jugar desde el pasado lunes 22 de mayo pues ellos sí que remataron a los Lakers con el 4-0 como el que pintaba que les endosarían los Heat a unos Celtics rotos, tocados e inmolándose, incluso preguntándose con angustia si realmente tenían alguna identidad en un amago de crisis existencial.
Pero, Joe Mazzulla, el novato al que parecía que se le iba todo de las manos -reconoció que llegó a perder el control del vestuario-, impartió una clase maestra en lo táctico y sobre todo lo emocional para recuperar a sus muchachos para la causa. “Fe. Amor. Unidad. Creencia. Esperanza. Todas esas combinadas”, respondía el técnico de 34 años al ser preguntado por las razones de la increíble reacción de Boston en la serie.
“No sé cómo lo haremos, pero lo haremos”
“No hay nada mejor que un séptimo partido”, decía, con una ligera sonrisa, Erik Spoelstra, que parece haber perdido el control de la pizarra ante un Mazzulla al que parecía tener atado de pies y manos. “No sé cómo lo haremos, pero saldremos ahí fuera y lo haremos”, destacaba ‘Spo’ pese a tener los números en contra pese a que nunca se haya dado una remontada de este calibre, pues Boston ya suma 6 partidos seguidos de eliminación ganando, incluido el del pasado curso justo contra los Heat en las mismas Finales de Conferencia, aunque en este caso en Miami.
Además, los precedentes de séptimos partidos fuera no favorecen a la franquicia que ahora lidera en la pista Jimmy Butler, con derrotas en Toronto en 2016 y en Atlanta en 2009. Malcolm Brogdon es duda en los Celtics, mientras que Tyler Herro apunta a no arriesgar y seguir en el banquillo con sus llamativos ‘outfits’ pese a que ya entrena. Dos son los claves que sin duda van a marcar este dramático séptimo partido:
Lo que no ha matado ha hecho más fuertes a los Celtics
El factor anímico
Aunque los precedentes históricos hayan negado hasta el momento la culminación de la remontada de un 3-0, el factor anímico siempre va con el equipo que viene recuperándose como en este caso Boston. Sobre todo, cuando has estado a punto de morir dos veces, la del 3-0 con un vestuario abrumado por un momento por la desconfianza y la de un triple fallado para evitar el 4-2 definitivo con tres décimas por jugar.
“Estaremos en un ambiente hostil, pero podemos hacerlo. Iremos y ganaremos”, aseguró Jimmy Butler tras el disgusto de la derrota en la última décima del Game 6. “Mejoraré y eso es lo que me hace sonreír. Permanecemos juntos, si en este largo viaje hemos llegado hasta aquí no tenemos por qué rendirnos”, añadió un confiado Butler.
¿Con qué responderá Spoelstra?
Ajustes tácticos
Joe Mazzulla le ha dado la vuelta a la pizarra en la que tan dominado le tenía Erik Spoelstra en los tres primeros encuentros. El arrebato final de Butler con 8 puntos en los últimos 2 minutos permitió a los Heat acariciar el 4-2 y las Finales, pero la realidad es que, tras la inferioridad del Game 4 y el 5, ‘Spo’, parecía haberse quedado sin respuesta ante los ajustes de Mazzulla.
La mejora del movimiento de balón por parte de Boston hizo a Miami desistir de las ayudas largas y los 2×1 a Jayson Tatum en el sexto encuentro y los Heat quedaron desprotegidos ante la combinación de tamaño y rapidez de los Celtics en los uno contra uno, sobre todo del propio Tatum y Jaylen Brown. Puede que Spoelstra insista en la zona que tan buen resultado le dio en los últimos minutos del Game 6.
En el otro lado de la cancha, el cambiar todos en los bloqueos ha negado mucho espacio a los Heat a partir de las ayudas que atraían Jimmy Butler y Bam Adebayo, cuya agresividad de cara al aro se presume clave para generar para los demás. En el tramo final del último choque, Mazzulla dejó un detalle de mucha clase como entrenador, evitando implicar en el pick and roll a un Brown al que buscaron los Heat en el cambio al tener 4 faltas. Un tremendo duelo final para degustar con unas buenas palomitas, apasionante en lo histórico, lo emocional y lo táctico. Pero la historia sólo tiene espacio para uno.