Durante los últimos años ha existido en el mundo de la interpretación, varios debates sobre el uso del método en los actores. Esta técnica, instalada en Hollywood por los herederos de Stanislavski y puesta de moda por figuras como Marlon Brando, Robert DeNiro, Al Pacino o Meryl Streep, ha sido protagonista de numerosos conflictos en el set y tildada de irrespetuosa con los demás profesionales que no la siguen. El método, a grandes rasgos, consiste en un trabajo de introspección por parte de los intérpretes en que deben buscar en sus propias experiencias y emociones las sensaciones que luego incorporarán al personaje. Pero algunos, como Jared Leto, han llevado en más de una ocasión esto al extremo, lo que ha generado conflictos en los rodajes y la animadversión de muchos de los compañeros de profesión. Ahora ha sido Jennifer Lawrence la que ha explicado lo complicado que le parecería trabajar con alguien que emplease esta forma de actuar.
“Tendría miedo de trabajar con alguien que es de Método porque no tendría ni idea de cómo hablar con ellos….como ¿tengo que estar en el personaje?”, explicaba durante la serie de entrevistas Hot Ones, vía Youtube. La ganadora del Oscar aseguró que sería algo que le pondría bastante nerviosa, aunque no ha visto otro proceso que despertase su curiosidad, ya que realmente los intérpretes no llegan a conocerlos todo el tiempo. Después, Lawrence reflexionó sobre su trabajo con el director David O. Russell y Christian Bale en La gran estafa americana:
“Siempre había estado muy encendido/apagado, encendido/apagado hasta que hice La gran estafa americana cuando trabajé con Christian Bale y me di cuenta cuando la cámara comenzó a rodar y el equipo comenzó a prepararse, como si fueran a durar 10 segundos o lo que sea hasta la acción. Vi eso y dije ‘Eso parece una muy buena idea y comencé a hacerlo’”.
Jennifer Lawrence estrena este fin de semana Sin malos rollos, una comedia romántica en la que interpreta a Maddie. Esta, está a punto de perder la casa de su infancia por problemas económicos hasta que encuentra un curioso anuncio de trabajo. Unos acaudalados padres quieren que comience a salir con su introvertido hijo de 19 años. Se trata de la primera comedia en años que protagoniza una actriz que a pesar de su corta edad (32 años) acumula tres nominaciones a los Oscar, llevándose la estatuilla por El lado bueno de las cosas en 2013.
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