Cándido Trinidad de la Cruz había estado planeando una celebración familiar de Navidad hasta que el huracán Otis inundó hace dos meses Acapulco, arrastrando a su mujer y sus dos hijos, además de todas sus pertenencias.
En Nochebuena, aún esperaba encontrarlos con vida.
Con esta idea, Trinidad de la Cruz -cuya pierna resultó gravemente herida en el huracán más fuerte que ha azotado la costa del Pacífico mexicano- creó un altar con fotografías familiares, coloridas flores, guirnaldas y velas para recordar días más felices.
La familia había planeado una cena de Navidad con costillas de cerdo a la parrilla. En su lugar, se saltó la comida, tradicionalmente celebrada el 24 de diciembre, y compartió con su madre unos tamales, un plato mexicano a base de maíz.
El huracán Otis devastó Acapulco la madrugada del 25 de octubre, cuando él estaba en casa con su mujer, su hija de 12 años y su hijo de 16.
El huracán redujo a escombros las casas y causó la muerte de al menos 50 personas, con muchos más desaparecidos, y miles de millones de dólares en daños a infraestructura.
Al igual que Trinidad de la Cruz, muchos residentes de Acapulco siguen buscando a sus seres queridos y limpiando el desastre.
El presidente Andrés Manuel López Obrador lanzó un plan de recuperación de 3.400 millones de dólares y se ha comprometido a levantar rápidamente el otrora animado balneario. Sin embargo, muchos negocios locales se habrán perdido la temporada turística más importante: Navidad.
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