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El impacto psicológico de la extorsión sigue sin atenderse en México: González Ceja


El impacto psicológico de la extorsión en México permanece sin atención institucional, pese a ser uno de los delitos más denunciados en el país, advirtió Boris González Ceja, secretario general de la Asociación Mexicana de Psicología y Desarrollo Comunitario.

Según el especialista, miles de personas viven este delito en silencio y con consecuencias que afectan su salud mental de manera profunda y duradera.

González Ceja especialista en Salud Mental con enfoque en Derechos humanos, explicó a Aristegui Noticias que, la extorsión no solo busca un beneficio económico, sino el control emocional de las víctimas mediante el miedo, la intimidación y la manipulación psicológica.

Son daños crónicos que afectan la percepción de la realidad, generan ansiedad, depresión y aislamiento social, y alteran la manera en que las personas interactúan con su entorno.

Aunque la extorsión es el segundo delito más denunciado en México, el especialista advirtió que la cifra real es mucho mayor debido a la cifra negra, que alcanza aproximadamente el 98 por ciento.

Miles de personas no denuncian por miedo o desconfianza, y eso provoca que las secuelas psicológicas pasen desapercibidas y no se integren a ninguna política pública de salud mental.

El psicólogo detalló que estos daños pueden presentarse de diversas formas, incluyendo síntomas físicos como insomnio, tics nerviosos, problemas gastrointestinales o alteraciones cutáneas.

También, propicia efectos cognitivos y emocionales como paranoia, aislamiento, desconfianza generalizada y temor constante.

El trauma de la extorsión afecta no solo la salud mental, sino la vida familiar, laboral y social de las personas.

El vacío de políticas frente al trauma por extorsión

Según González Ceja, el problema se agrava por la falta de políticas públicas claras y programas especializados; aunque el gobierno federal ha comenzado a hablar de salud mental de manera general, no existen estrategias específicas para abordar los traumas derivados de la violencia y la extorsión.

No hay una política definida ni recursos asignados para atender a estas víctimas, y eso perpetúa el daño.

Como ejemplo, el especialista citó el Plan Michoacán, presentado tras el asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo —y actualizaciones de la Estrategia Nacional Contra la Extorsión—.

Señaló que dicho plan omitió por completo la atención socioemocional de la población y la prevención de la violencia en escuelas, por ejemplo, en Uruapan.

Uruapan vive en un estado de miedo constante y no hay ninguna medida concreta para atender ese trauma colectivo.

González Ceja dijo que desde la Asociación Mexicana de Psicología y Desarrollo Comunitario se han enviado equipos de atención psicológica a las regiones afectadas; sin embargo, admitió que estos esfuerzos son insuficientes frente a la magnitud del problema.

“Quien puede pagar atención especializada la recibe; quien no, queda desprotegido”, dijo y resaltó también la precarización del personal de salud mental en México.

En Michoacán, detalló, existen únicamente ocho psicólogos con plaza federal, mientras que alrededor de 500 ejercen en condiciones laborales inestables en los 113 municipios, aunque afirmó que esta situación se repite en otros estados como Nayarit, Jalisco y Ciudad de México.

No hay un sistema real de atención para la población afectada por traumas de violencia.

González Ceja también criticó la falta de investigación científica sobre el impacto psicológico de la violencia y la extorsión; además explicó que los recursos públicos destinados a ciencia y salud mental no se canalizan a problemas prioritarios, lo que impide diseñar políticas públicas basadas en evidencia.

“Sin investigación especializada, no hay manera de implementar estrategias efectivas”, apuntó y vinculó esta omisión con el incremento sostenido de los suicidios en México, fenómeno que, aseguró, es prevenible si se cuenta con una política nacional de atención al trauma y programas de prevención en salud mental.

El suicidio es 100 por ciento prevenible, pero en México no se está abordando de manera adecuada.

Salud mental como tema de Seguridad Nacional 

El especialista mencionó que la salud mental de las víctimas de extorsión debe asumirse como un asunto de seguridad nacional y recordó experiencias en países como Estados Unidos, España e Italia, donde equipos de psicólogos han trabajado directamente en la atención de delitos graves como la extorsión, el secuestro y la desaparición forzada, obteniendo resultados positivos.

En México, en cambio, las acciones se limitan a anuncios y actos simbólicos, se toman la foto y dicen que ya arreglaron el problema, pero así no funciona.

Respecto a los perpetradores de la extorsión, el psicólogo explicó que muchos presentan rasgos de sociopatía o perfiles psicopatológicos definidos; sin embargo, puntualizó que el problema central no es que México genere personas violentas, sino la permisividad institucional frente a estas conductas.

Hay familias enteras dedicadas a la extorsión, y el Estado no actúa de manera efectiva para detenerlos o investigarlos.

Secuelas de la extorsión y el entorno

Asimismo, dijo que el impacto de la extorsión no se limita a las víctimas directas y alcanza también a sus familias, hijos y entorno social.

Las secuelas incluyen pérdida de confianza, abandono de negocios, retraimiento social y alteraciones emocionales profundas.

González Ceja señaló que, sin atención especializada, la recuperación puede ser lenta y en algunos casos hasta incompleta, por lo que hizo un llamado a que el gobierno federal y la sociedad civil lleven a cabo enlaces reales.

En ese sentido, expuso que la Asociación Mexicana de Psicología y Desarrollo Comunitario cuenta con psicólogos en todo el país, incluidos profesionales hablantes de lenguas indígenas como purépecha, náhuatl, otomí y mazahua, que podrían integrarse a una estrategia nacional de atención y disminuir las afectaciones sociales.

Primeros auxilios para la salud mental tras una extorsión

Para las personas que han sido víctimas de extorsión, el especialista recomendó reconocer el daño y buscar ayuda profesional de inmediato.

Boris González aseguró que aceptar que hay un problema constituye el primer paso hacia la recuperación.

El acompañamiento profesional permite no solo recuperarse emocionalmente, sino también reconstruir el proyecto de vida y recuperar la confianza perdida.

Además, destacó que la asociación en la que colabora ofrece atención psicológica y psiquiátrica presencial y virtual las 24 horas del día, con costos accesibles y seguimiento continuo.

Enfatizó que estos servicios no sustituyen la acción del Estado, pero sí constituyen una herramienta esencial para quienes no pueden acceder a atención pública.

Finalmente, el especialista advirtió que la salud mental no siempre presenta síntomas evidentes, aunque se reconocen algunos como problemas de sueño, irritabilidad, bajo rendimiento laboral o escolar, aislamiento, pérdida de interés por actividades cotidianas y afectaciones en la vida sexual o económica.

“Mientras el Estado no atienda estas consecuencias de manera estructural, la extorsión seguirá dejando una huella profunda e invisible en la sociedad mexicana”, concluyó.



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