QUITO – José Adolfo Quisocala Condori, de 14 años, logró que en Arequipa, en el sur de Perú, los niños tengan su propio banco, con tarjeta de crédito incluida, en un novedoso y portentoso proyecto que fue presentado por él mismo este miércoles en Ecuador.
Quisocala fue el expositor principal de un encuentro organizado por la Caja Central Financoop, un gremio de cooperativas ecuatorianas de ahorro y crédito, para conmemorar sus veinte años de existencia apegada a las finanzas inclusivas y solidarias.
Con una sencillez que surge de su origen humilde, se presentó en Quito como todo un erudito en el campo, con el temple de su experiencia, con siete años al frente de un banco que comenzó con una silla y una mesa y que ahora cumple con los sueños de 3,500 niños en su natal Arequipa.
Se trata del “Eco Banco del Estudiante”, que promueve la recolección de residuos sólidos, cuya gestión se convierte en lo que llama “Eco Moneda”, con la que los niños arequipeños pueden realizar operaciones financieras, ahorrar para el futuro y ayudar a la sostenibilidad del medio ambiente.
Todo comenzó cuando tenía siete años, al apreciar los múltiples problemas económicos que afrontaban él, sus compañeros y sus familias.
Los padres “tenían problemas económicos y, sobre todo, deudas en los bancos”, lo que generaba a menudo conflictos familiares, relató a Efe el adolescente y dijo que esa realidad le movió a emprender con su proyecto.
Se propuso ayudar a los niños, para que no sufrieran lo que sus padres e identificó que los menores, al disponer de algún dinero, repetían el círculo de gasto superfluo de los mayores.
Por eso fue a la caza de los sueños de sus compañeros, a quienes preguntaba qué querían poseer y cómo podían conseguirlo, para constatar que era el factor económico el principal obstáculo de esos anhelos.
Recordó el ejemplo de un niño que quería tener una bicicleta y otro unos buenos zapatos para jugar fútbol.
Esos dos ejemplos, el de la bici y de los zapatos, se plasman ahora en el diseño central de la tarjeta de crédito emitido por la multinacional Visa para su banco en Arequipa.
Lo muestra con orgullo, pero Quisocala explica que esas tarjetas no sólo representan dinero plástico, sino que también sustentan el principio de “ayudar a conservar el medioambiente”.
“La persona (niño) que tiene la tarjeta es una guerrera inca y protege la naturaleza”, ya que el dinero que deposita en su cuenta proviene de la entrega de desechos sólidos para el reciclaje.
Los niños llevan botellas de plástico u otro tipo de desechos al banco infantil, ahí se pesa y se calcula el valor de la transacción que se deposita directamente en la cuenta del menor, pero éste no puede usarla hasta no cumplir con la meta que se ha fijado.
Por ejemplo, relató Juan Adolfo, si el niño quiere financiar el valor de una bicicleta, un asesor financiero le guía para que cumpla con ese objetivo.
Pero el proyecto va más allá y su director lo destaca con énfasis: “La ayuda a los demás”.
Por eso, no cree que su proyecto tenga un fin de lucro, sino que busca que la solidaridad se convierta en un espacio para cumplir los sueños.
Gracias a ello, su gestión financiera también supone un pequeño rubro para obras de solidaridad. José Adolfo cuenta que recientemente donó algo para ayudar a las personas afectadas por los incendios en la Amazonía, pero prefiere no ahondar en este asunto, pues considera que ese gesto sale del corazón.
Lo que sí recuerda es que cuando era muy niño, antes de cumplir los siete, guardaba su dinero en tres cochinillos de ahorro: uno para cumplir su meta, otro para ayudar a los demás y otro para proteger la naturaleza.
Fácilmente, quienes escuchan a José Adolfo, comprenden la ternura de su proyecto y eso es una de las razones por las que la Caja Central Financoop le invitó para celebrar sus veinte años de creación.
Marín Bautista, gerente general de dicha Caja, no dudó en afirmar que José Adolfo Quisacola Condori “es un ejemplo para todos nosotros” y que su presencia en Quito es también un aliciente para continuar con la esencia del cooperativismo: “Ayudarnos mutuamente” entre los seres humanos.
Bautista recordó que el cooperativismo en Ecuador representa un 23% de todo el sistema financiero nacional y afirmó que este sector, ahora, se ha propuesto llegar con mayor ímpetu hacia la juventud y la niñez, entre otros sectores sociales.
Asimismo subrayó que Financoop nació en Ecuador en 1999 durante la peor crisis financiera de la historia nacional, aquella que llevó a la quiebra a una treintena de bancos y en la que el Estado tuvo que intervenir con más de 8,000 millones de dólares para salvar al sistema bancario.
Bautista dijo que cree que el cooperativismo tiene un futuro promisorio, sobre todo para las nuevas generaciones que, según él, están más apegadas a los procesos de inclusión y solidaridad.
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