El Tribunal Supremo de la India acabó el sábado y, tras casi siete décadas, con una disputa legal entre las comunidades hindú y musulmana de Ayodhya, por la propiedad de un recinto sagrado en el que se levantaba una mezquita y que ahora albergará un templo dedicado al dios hindú Ram.
Por unanimidad, los cinco jueces de la Corte constitucional otorgaron la propiedad a un fideicomiso del Gobierno central, que en tres meses deberá organizar la construcción del nuevo templo en el lugar exacto en el que los hindúes creen que nació la deidad.
¿De quién es el recinto sagrado?
El tribunal cedió al Gobierno ese fideicomiso al no reconocer como persona jurídica al “lugar de nacimiento de Ram”, como pretendían los litigantes hindúes, basados en que la legislación india permite reconocer a las deidades o a los ídolos de las mismas como tales cuando estén representadas por sus fieles.
La sentencia tampoco reconoce la propiedad del lugar para los musulmanes, que no “aportaron evidencias” que demostrasen su posesión del lugar, en el que hasta que en 1992 una turba de fanáticos hinduistas la destruyera, se levantaba la mezquita de Babri, construida en el siglo XVI por el emperador mogol Badar.
El documento judicial, de 1,045 folios, reconoce que dicha mezquita fue a su vez levantada sobre una estructura anterior que no tenía estructura islámica, como indicó en un informe la Sociedad Arqueológica de la India (ASI), por lo que no le puede conceder a esa comunidad la propiedad legal con base en la figura jurídica de la “posesión adversa”.
Esa figura permite adquirir la propiedad legal de un terreno basado en la ocupación continua del mismo.
En ese sentido, la Corte añade que existe la “evidencia clara” de que los hindúes utilizaban como lugar de adoración el patio exterior de la antigua mezquita, en tanto que “no había pruebas” de que el patio interior fuera de “posesión exclusiva” de los musulmanes.
Terreno alternativo
No obstante, la sentencia admite que los musulmanes “fueron privados de la estructura de la mezquita” en 1949, cuando los hindúes entraron y colocaron ídolos de Ram y cuando comenzó el conflicto judicial, por lo que no hubo abandono de la misma por su parte.
Reconoce también que la destrucción de Babri fue un acto “contrario al Estado de derecho”, por lo que la Corte debe “asegurarse de que el error cometido debe ser enmendado”.
Como solución a ese agravio el veredicto obliga al Gobierno indio y al del estado de Uttar Pradesh a ponerse de acuerdo para ceder a la comunidad musulmana un terreno en Ayodhya de dos hectáreas (el doble que el original) para que levanten una nueva mezquita.
Una solución que el abogado de esa comunidad, Zafaryab Jilani, ya anunció que no le satisface, por lo que examinarán el dictamen para decidir si presentan una petición de revisión del mismo.
Preservar la convivencia religiosa
Preservar la convivencia religiosa era también el objetivo del Tribunal Supremo, cuyo presidente, Ranjan Gogoi, inauguró la sesión de deliberación aludiendo a que “la Corte debe preservar el equilibrio” y “debe diferir de interferir con la fe y la creencia de los fieles basándose en la laicidad” establecida en la Constitución.
Ese también era el objetivo de las autoridades que implementaron un enorme dispositivo de seguridad alrededor de la sede judicial y especialmente en Ayodhya, donde de forma preventiva se desplegaron 4,500 agentes de las fuerzas de seguridad de Uttar Pradesh junto a 45 compañías de la policía armada enviadas por el Ministerio del Interior, entre otras medidas de seguridad.
Numerosas autoridades llevaban días llamando a la población a que no festejase ni expresase su rechazo a la sentencia en las calles, como hicieron tanto el primer ministro, Narendra Modi, a través de Twitter, como las partes afectadas.
Modi aseguró que la sentencia demuestra que “cualquier disputa puede resolverse amigablemente a través del debido proceso legal”, en tanto que el abogado de la parte musulmana, a ese respecto pidió a sus seguidores que no se manifestaran y que no tomaran la decisión judicial como una “victoria o una derrota de nadie”.
El temido estallido religioso finalmente no se produjo y la jornada se cerró sin incidentes ni grandes manifestaciones, salvo un puñado de hindúes que celebraron la decisión pacíficamente en el exterior de la Corte, donde uno de los líderes hindúes implicados, Swami Chakrapani, dio la bienvenida a la sentencia y aseguró que “el lado musulmán también está invitado a la construcción del gran templo de Ram”.
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