México ofrece asilo a Evo Morales


México se ha ofrecido a dar asilo a Evo Morales, en lo que supone el mayor movimiento del presidente, Andrés Manuel López Obrador, respecto a su política hacia América Latina desde que llegó al poder hace casi un año. Tras la renuncia del líder boliviano, poco después del pronunciamiento del jefe del Ejército, el canciller mexicano, Marcelo Ebrard, ha criticado lo que ha considerado un golpe de Estado y ha informado que al menos 20 funcionarios afines a Morales han sido recibidos en la Embajada de México.

“México, de conformidad a su tradición de asilo y no intervención ha recibido a 20 personalidades del Ejecutivo y Legislativo de Bolivia en la residencia oficial en La Paz, de así decidirlo ofreceríamos asilo también a Evo Morales”, ha tuiteado Ebrard. En un mensaje posterior en la red social, el encargado de la política exterior de México pidió “solidaridad internacional” para respetar la integridad e “inviolabilidad” de la embajada mexicana en La Paz, que sirve de refugio a los exfuncionarios. Horas antes, Ebrard había denunciado la maniobra en contra de Morales: “En Bolivia hay una operación militar en curso, la rechazamos, es similar a aquellos trágicos hechos que ensangrentaron nuestra América Latina el siglo pasado. México mantendrá su posición de respeto a la democracia y las instituciones. Golpe no”.

El presidente de México ha asegurado que el lunes, durante su comparecencia de prensa matutina, profundizará en este asunto. “Reconocemos la actitud responsable del presidente de Bolivia, Evo Morales, quien prefirió renunciar a exponer a su pueblo a la violencia”, tuiteó el mandatario. Pese a los controvertidos resultados de las elecciones bolivianas, México fue uno de los países que reconoció el triunfo de Morales en unos comicios que calificó de transparentes.

Reacciones en todo el continente

La renuncia de Evo Morales ha sacudido a una región convulsa. La dimisión del presidente boliviano se suma a un escenario de polarización regional compuesto por elementos como la liberación del expresidente brasileño Lula da Silva el viernes; las protestas en Chile, que han cumplido tres semanas y el giro progresista que toma el sub continente tras el triunfo de Alberto Fernández en Argentina. La izquierda latinoamericana ha sido la primera en condenar la presión de los militares bolivianos y catalogar el hecho como un “golpe de Estado”.

Con 48 horas en libertad, Lula fue uno de los primeros en reaccionar a la dimisión de Morales. “Acabo de enterarme que hubo un golpe de Estado en Bolivia y que el compañero Evo fue obligado a renunciar”, publicó en su cuenta de Twitter. “Es lamentable que América Latina tenga una élite económica que no sepa convivir en democracia y con la inclusión social de los más pobres”, ha añadido. En esa misma línea, la expresidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner ha señalado en sus redes sociales que “lo de Bolivia se llama golpe de Estado”. “Si queremos vivir en paz, es hora de que haya pronunciamientos y, sobre todo, acciones claras en defensa de la democracia, independientemente de cuál sea la orientación política de los gobiernos que surgen de la voluntad popular”, ha escrito.

Nicolás Maduro se ha sumado a las condenas contra la oposición boliviana. Asegura que un golpe de Estado ha forzado la renuncia de Evo Morales. “Condenamos categóricamente el golpe de Estado consumado contra el hermano presidente Evo Morales. Los movimientos sociales y políticos del mundo nos declaramos en movilización para exigir la preservación de la vida de los pueblos originarios bolivianos víctimas del racismo”.

Maduro y Morales encaran una crisis política de orígenes similares, pero que ha tenido desenlaces diferentes. Tras el cambio en el tablero político en la región, Bolivia era el último apoyo firme y leal que le quedaba a Maduro, muy deslegitimado luego de que el 10 de enero de este año asumió para un segundo mandato en base a las elecciones anticipadas y fraudulentas del 20 de mayo de 2018, que desconoció gran parte de la comunidad internacional. Morales fue uno de los cuatro mandatarios que lo acompañaron en el acto que se hizo en la sede del Tribunal Supremo y no en la Asamblea Nacional como corresponde, dominada por la oposición. Días después regresó al país para darle su respaldo durante la turbulencia que desató la juramentación del jefe del Parlamento, Juan Guaidó, como presidente interino del país en desafío a los visos de irregularidad de la toma de posesión de Maduro que, a diferencia de Morales, sí ha logrado mantener el apoyo de los militares y fuerzas de seguridad.

El segundo al mando del chavismo, Diosdado Cabello, anunció una movilización en apoyo al líder indígena. “Es una agresión. Ellos van a decir que Evo se fue. Pero es un golpe de Estado y, más temprano que tarde, la consigna será ‘Evo volvió”, dijo Cabello. La concentración será el próximo sábado 16 de noviembre en el mítico Puente Llaguno de Caracas, a dos cuadras del Palacio de Miraflores, y coincidirá con la movilización que hace más de dos semanas había convocado Guaidó para reactivar la presión en las calles y exigir una transición política que conduzca a elecciones verdaderamente competitivas.

El rechazo del Grupo de Puebla

El recientemente creado Grupo de Puebla tenía cita este fin de semana en Buenos Aires. El encuentro se centró el sábado de celebración por la excarcelación de Lula. Sin embargo, la formación de corte progresista ha focalizado sus ojos ahora en Bolivia. “La constitución y el Estado de derecho fueron violados interrumpiendo un mandato constitucional”, reza el comunicado publicado minutos después de que trascendiera la renuncia. Alberto Fernández, presidente electo de Argentina y líder del grupo, ha sentenciado que “el quiebre institucional es inaceptable”. “Bolivia debe volver cuanto antes al sendero de la democracia a través del voto popular y sin proscripciones”, ha reclamado.

Más de una decena de líderes políticos y sociales pertenecientes a este órgano han firmado un comunicado que defiende la postura de Morales de aceptar la recomendación de la Organización de los Estados Americanos de repetir el proceso electoral y carga contra la oposición y las fuerzas de seguridad por optar por “la intransigencia, la radicalización y la ruptura democrática”. El excandidato presidencial chileno Marco Enríquez-Ominami, uno de los firmantes, ha rescatado el “gran gesto” del ahora expresidente boliviano de dimitir “para evitar una masacre”.

Una “lección histórica” para la oposición

La derecha latinoamericana ha celebrado la noticia y ha asegurado que Bolivia se ha vuelto este domingo “un ejemplo” para el mundo. El candidato opositor a la presidencia Carlos Mesa ha festejado la renuncia de Morales y ha calificado lo sucedido en su país como “una lección histórica”. “A Bolivia, a su pueblo, a los jóvenes, a las mujeres, al heroísmo de la resistencia pacífica. Nunca olvidaré este día único. El fin de la tiranía”, ha lanzado en sus redes sociales. Mesa había pedido la dimisión de Morales en varias ocasiones y había rechazado este domingo entablar con el ahora exmandatario un diálogo para encontrar una salida a la crisis política.

El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, ha sido crítico con Morales al señalar que fueron “las denuncias de fraude electoral” las que hicieron decantar su renuncia. “La lección para nosotros es la necesidad, en nombre de la democracia y la transparencia, de contar los votos que se pueden auditar. ¡El VOTO es un signo de claridad para Brasil!”, ha dicho.

Rechazo desde España

En medio de la jornada electoral en España, Pablo Iglesias se ha hecho un momento para comentar lo sucedido en Bolivia. El líder de Unidas Podemos ha cargado contra los medios de comunicación por no llamar golpe de Estado a la presión del Ejército sobre Morales. “Vergonzoso que haya medios que digan que el ejército hace dimitir al presidente“, ha publicado. Iglesias ha destacado además los resultados positivos de la gestión del Gobierno de izquierda en ese país. “En los últimos 14 años Bolivia ha mejorado todos sus indicadores sociales y económicos. Todo nuestro apoyo al pueblo boliviano”.




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