La residencia presidencial de Evo fue invadida, destrozada y vandalizada y entre los vándalos había estudiantes de clase media.
Por Antonio Lisboa, geógrafo brasileño y estudioso de los medios.
Una última curiosidad sobre el golpe de Estado en Bolivia.
Como muchas otras, la residencia presidencial de Evo fue invadida, destrozada y vandalizada. En la pared de la sala, un gran graffiti: «Hijo de Puta». Transmitido en la televisión, un video mostró el acto. Dentro de la casa hay docenas de jóvenes de clase media, incluidas muchas adolescentes con abrigos de Mickey Mouse. Increíblemente, entre los vándalos de la casa de Evo había estudiantes de clase media.
Pero algo genial se revela en el video en sí. Si la intención era arruinar la casa de algún político magnate, la sorpresa fue general. Es una casa austera y simple, sin lujo alguno. Sin ostentación, ni un solo jacuzzi, nada. La bañera donde Evo se duchaba es la mitad de la mía. Al lado de su habitación había una pequeña sala de estar con una cinta de correr y dos máquinas para hacer ejercicios. El mini gimnasio más simple que he visto en mi vida. Y ahí es donde el video termina mordiéndose su propia cola. Por no encontrar el lujo que esperaban, quienes han quedado expuestos son aquellos jóvenes mediocrizados por la vida que intentaban ridiculizar la vida simple de su ex presidente indígena.
Y así, cuando miran un par de zapatos deportivos en un pequeño estante, un joven comenta sonriendo: «Mira el mal gusto del indio».
Lo intentaron bien. Desvalorizaron, destrozaron, violaron. Pero el que salió digno y recto, libre de toda la basura que intentaron arrojarle, fue un hombre noble y digno llamado Juan Evo Morales Ayma.
(Con información de Cuba Periodistas)