La historia de la iglesia de Villamorón (Burgos, ningún habitante) brilla y se apaga por sus contrastes. Primero, porque esta joya del tardorrománico y protogótico, del siglo XIII, se alza regia, emblema de un pasado mejor, sobre el despoblado Villamorón, dependiente de Villegas (50 vecinos en invierno), como un emblema más del patrimonio castellano en territorios abandonados. Segundo, porque su elegante exterior, restaurado en 2009, desentona con su ruinoso interior, pasto de grietas, humedades que devoran murales, el desvencijado coro y capiteles descoloridos. Tercero, porque aquellas labores las acometió la Junta de Castilla y León y la última buena noticia para el templo la sella la pequeña asociación Amigos de Villamorón, que ha conseguido los fondos suficientes, mediante una campaña de micromecenazgo, para recuperar el esplendor de la iglesia de Santiago Apóstol.
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El compromiso social ha permitido durante años que aquellos interesados en ver la construcción por dentro y recibir una buena explicación, totalmente gratuita, apenas tuvieran que ponerse en contacto con el colectivo para que un voluntario acudiese a Villamorón. El flagrante deterioro de esas tres naves y esas bóvedas de crucería, además de la sobria decoración románica con ornamento como las gárgolas que anticipan el esplendor del gótico, preocuparon a los implicados con una iglesia que sienten casi como suya.
Pedro Moreno, profesor jubilado de 75 años, explica que el grupo de burgaleses que colabora con la organización decidió acudir a Hispania Nostra, una entidad que defiende el patrimonio cultural, con una idea clara: abrir una estrategia de captación de dinero para acometer las obras necesarias. Así han cosechado ya más de 27.000 euros gracias a más de 300 aportantes que quieren colaborar con el renacer del gran estandarte de Villamorón tras la impecable restauración exterior.
Exterior de la iglesia de Santiago Apóstol.J.CASARES
Enrique Gutiérrez, vecino de Villegas, señala en lo alto de ese coro de madera del siglo XV, que cruje bajo los pies de los visitantes, los puntos críticos del templo: paredes y arcos agrietados, restos de chorretones de lluvia, un púlpito carcomido o capiteles que han perdido su forma original. “Se notan aún las vías de agua”, lamenta, mientras narra el porqué de las inscripciones de 1478 que adornan los muros, quién era la mujer enterrada en 1261 junto a los muros o muestra el verdín de la humedad en las escaleras que suben a un altar lateral.
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Moreno rezuma orgullo al hablar de quienes han batallado durante tantos años para darle lustre a la iglesia. Cada verano mantienen el edificio abierto de forma altruista y realizan visitas pormenorizadas, además de acudir incluso en invierno si les llega una petición por las redes sociales. El párroco ha colaborado “de forma estrecha y entusiasta” para defender semejante patrimonio y es clave, añade Moreno, para que este equipo solidario mantenga su firmeza. El docente retirado insiste en recalcar que la asociación se creó tras publicar EL PAÍS un reportaje en 2003 que Óscar Esquivias tituló como El airoso gótico del páramo, un viaje por el legado gótico de esas comarcas de Burgos, con alusión al patrimonio de Sasamón, Grijalba o Villasandino. Así, un grupo quiso conocer el templo olvidado de Villamorón y, al quedar “impresionado” por sus cualidades y sus desperfectos, decidió actuar.
Problemas con el Patrimonio
“Burgos es una de las provincias más afectadas por los problemas patrimoniales y que más los recupera, muestra del gran número de obras y de las asociaciones que trabajan por defender su patrimonio en buen estado”, indica Moreno. Un caso inspirador es el de Fuenteodra, que el año pasado también logró financiación popular para evitar la ruina de su imponente iglesia. La pugna social para cuidar de la herencia cultural, sostiene Teresa Merello, responsable de micromecenazgo de Hispania Nostra, supone un paso esencial para “fomentar sensibilidades” y que organismos competentes como el Gobierno de Castilla y León, la diputación de Burgos o el arzobispado “recojan el llamamiento” y complementen la “inversión privada” de aquellos comprometidos que “ayudan como buenamente pueden”. La integrante de Hispania Nostra lo resume así: “El templo de Santiago Apóstol impresiona por fuera y causa desazón por dentro”. Hasta las palomas han contribuido a su decadencia, asegura Gutiérrez, corroyendo con el ácido de sus excrementos la policromía o los adornos.
Un detalle de la iglesia de Villamorón.J.CASARES
La exitosa idea, celebra Moreno, ha recaudado casi el doble de los 15.000 euros cifrados como objetivo mínimo, de modo que podrán acometer mejoras. La despoblación que ya ha desagrado a Villamorón, que también sufren tanto Villegas como otros municipios de la zona o de Castilla y León, inquieta pero no aterra al cofundador de la asociación de amigos. El veterano burgalés cita a Azucena Gutiérrez, secretaria de la organización, con 43 años y muy implicada con la iglesia, y pide que los jóvenes que aún quedan por este territorio se vuelquen con lo que históricamente es suyo: “Queremos que los pocos jóvenes que hay se animen y muestren tanto interés como nosotros en este elemento singular del patrimonio de su lugar de origen”. Las plegarias ruegan a Santiago Apóstol el mayor de los milagros: que se revierta la despoblación de esos eternos páramos castellanos como se pretende impedir la ruina de su templo en Villamorón.
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