Tras las exitosas ofensivas de las tropas ucranias en las regiones de Jersón y Járkov, en Rusia han comenzado a hablar de movilización. Los representantes oficiales niegan que se produzca, pero de hecho hace ya algunos meses que Rusia busca frenéticamente carne de cañón para la guerra en Ucrania y cabe preguntarse cómo los refuerzos influirán en sus planes en otros puntos de sus extensas fronteras (que suman 60.932 kilómetros). Las ambiciones globales de Rusia no están en consonancia con su economía, su geografía y su demografía. Ante Putin, se plantea el dilema de reconocer la derrota o bien ordenar una movilización general arriesgada, pues las armas en manos del pueblo pueden volverse fácilmente en dirección al Kremlin, como ya ocurrió en la historia rusa.
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El 26 de agosto, el presidente ruso firmó un decreto por el que se incrementan en 137.000 personas los efectivos de las Fuerzas Armadas. La plantilla del ejército será así de 1.150.000 uniformados. El Kremlin, además, ha obligado a las corporaciones estatales y a los oligarcas a formar por su propia cuenta compañías militares privadas para sumarlas a los miles de mercenarios que ya combaten en Ucrania. Las regiones rusas han formado cerca de 40 batallones de supuestos voluntarios, cuyo equipo y sueldo financian. Para los voluntarios se incrementa la edad máxima (en algunas provincias hasta 60 años) y se rebajan las exigencias por razones de salud. Como los voluntarios no bastan, las compañías privadas de paramilitares reclutan a los presos en las cárceles. El jefe de la república caucásica de Chechenia, Ramzán Kadírov, ha exhortado a todas las regiones a la movilización total. Así que ya se está produciendo una movilización encubierta.
¿Por qué faltan soldados en Rusia? En vísperas de la guerra, la plantilla oficial del ejército ruso multiplicaba por cuatro la del ejército ucranio, aunque es posible que la cifra real de las fuerzas rusas fuera bastante menor.
Para invadir Ucrania, Rusia concentró unidades de sus cuatro distritos militares con una fuerza total de hasta 250.000 personas, pero las unidades del distrito occidental se llevaron la peor parte de los combates y pagaron un alto precio por ello. En su informe diario del 13 de septiembre, el Ministerio de Defensa británico señala que el primer ejército de tanques sufrió graves pérdidas al principio de la invasión y fue retirado de la región de Járkov tras la ofensiva de los ucranios. “La guerra”, dice el informe, “debilitó este ejército, así como otras formaciones del distrito militar occidental, y rebajó de esta manera la posibilidad de Rusia de enfrentarse a la OTAN en caso de conflicto. Se necesitarán años para restablecer el potencial militar”. Como resultado del ingreso de Finlandia en la OTAN, la frontera de esta organización con Rusia aumenta en 1.272 kilómetros. Según el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, el ingreso de Suecia y Finlandia exige la formación de 12 nuevas unidades y formaciones militares.
Aunque muchas unidades del distrito oriental de Rusia, el más poderoso de los cuatro existentes, fueron enviadas al frente, el Kremlin no puede trasladar tropas del este al oeste del país, como ocurrió con las divisiones siberianas en la Segunda Guerra Mundial. Rusia no ha firmado aún un tratado de paz con Japón, con quien tiene un contencioso territorial a causa de las islas Kuriles. Tokio ha incrementado su presupuesto militar y Moscú se verá obligada a tenerlo en cuenta. Además, Rusia tendrá que cubrir con sus tropas la frontera con China, de 4.209 kilómetros de longitud. Moscú y Pekín mantuvieron una guerra fría que en 1969 se transformó en un enfrentamiento bélico por la isla de Damanski en el fronterizo río Usuri. Entre 1991 y 2008, los conflictos territoriales entre China y Rusia fueron resueltos, pero los chinos no han olvidado que el Imperio Ruso se anexionó territorios del Lejano Oriente, que ellos consideran suyos. Por otra parte, la emigración desde Siberia al centro de Rusia produce la despoblación de enormes extensiones, donde los rusos son sustituidos por los chinos. Por el momento se trata de una expansión pacífica. En estas condiciones, solo la presencia militar rusa puede garantizar su soberanía en Siberia y el Lejano Oriente. Rusia y China son socios hoy, pero no aliados. El presupuesto militar de China en 2019 era de 177.000 millones de dólares, mientras que el ruso era de 46.000 millones de dólares (cantidades similares en euros).
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Con estos datos, el traslado de un importante contingente militar desde el distrito oriental a Ucrania debilitaría la defensa del Lejano Oriente y Siberia, de modo que los chinos podrían tener la tentación de recuperar lo que perdieron. El distrito militar central limita con Kazajistán (7.548 kilómetros de frontera). La llegada al poder de los talibanes en Afganistán y los problemas fronterizos entre Estados de Asia Central obligan a Rusia a mantener aquí tropas suficientes para contener amenazas. La incursión de los talibanes en Asia Central amenaza no solo a los países de la región, sino también a las repúblicas musulmanas rusas de Tataristán y Bashkortostán.
En Georgia y Moldavia se habla de recuperar sus territorios secesionistas. El distrito militar ruso del sur envió a Ucrania a sus unidades más capaces, el 58 ejército, con experiencia de combate en Chechenia y en Georgia. Como resultado, la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), de la que son miembros Rusia y Armenia, no pudo cumplir con su obligación de atender la petición de ayuda desde Ereván. En Azerbaiyán decidieron que ha llegado el momento de actuar. En la noche del 13 de septiembre las tropas de Bakú abrieron fuego sobre el territorio de Armenia. Rusia es la garante de la seguridad en la región, pero ahora está demasiado ocupada en la guerra de Ucrania. Oficialmente, las Fuerzas Armadas rusas deben ser capaces de resolver de forma simultánea tareas en dos conflictos armados sin recurrir a nuevas movilizaciones. En la realidad, Rusia ha resultado incapaz de gestionar al mismo tiempo el enfrentamiento entre Armenia y Azerbaiyán y la guerra en Ucrania.
Detrás de Azerbaiyán está Turquía, que comienza a afirmar su voluntad de dominar política y militarmente el sur del Cáucaso, y que tiene una relación ambivalente con Rusia. La potencia militar turca ya supera la rusa en la región. Así pues, Rusia no puede enviar todas sus fuerzas a Ucrania, que va nivelando lentamente su capacidad técnica con Rusia gracias a los suministros de armas occidentales. El mismo hecho de que Ucrania resista en la guerra más cruel que se ha producido en Europa desde 1945 ya es una derrota (no aceptada) para Putin. Aparte de la movilización o el reconocimiento de la derrota, el presidente ruso tiene una tercera opción, que consiste en emplear el arma nuclear. Pero esta solución suicida iría más allá de la guerra ruso-ucrania y se convertiría en una catástrofe global.
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