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A un gris Madrid le sale todo


El fútbol y sus circunstancias. En tantas ocasiones más imprevistas que previstas. El Madrid se plantó en Bérgamo angustiado por tantas bajas e inquieto por un rival de los que no abundan, de los que viven a pecho descubierto y suponen un jeroglífico. Pronto, fuera congojas. Caras para el Real y cruces para el Atalanta. El árbitro resultó terminal apenas en un cuarto de hora con la precipitada expulsión de Freuler. Por delante, 80 minutos contra 10. Y sin el atacante Zapata por delante, lesionado antes de la media hora. La roja a Freuler fue provocada por una aventura de Mendy, que no es Cristiano. Y el gol, cuando el duelo bajaba la persiana, fue obra de Mendy con un tiro a lo Messi desde el balcón del área. Y si no pareció del todo Messi es porque Mendy es tan zurdo como el rosarino, pero cantó bingo con un derechazo.

No hubo tiempo de ver al Atalanta más natural, ese que se subleva a la carrera contra cualquiera. Primero, porque de entrada le anestesió el Madrid, refugiado en la pelota, misión para la que Zidane sacó de los ahorros a Isco en detrimento de Mariano. El Real anudó el balón y su adversario, al que le va la marcha, se quedó sin combustión. No le dio tiempo a subir el volumen. Un picajoso árbitro alemán dejó sonado al Atalanta. Vinicius citó al sprint a Mendy y Freuler derribó al francés antes de que cruzase al área. No era una posición nítida de gol. A Mendy, que no iba en línea recta, le quedaba recorrido. Pero hay jueces de mazo fácil. El tarjetazo a Freuler afeitó al Atalanta.

Turbado y desvalido el conjunto de Gasperini por una quisquillosa expulsión a los 17 minutos, el reto se vio abocado a un giro copernicano. El Madrid, con sus nueve lesionados a cuestas, partió más perfilado para gestionar el duelo que para cerrarlo. Contra 10 de forma tan prematura sintió que era el momento de sacar la cadena a su rival. Nada de esperar a la vuelta por si acaso se despejaba la enfermería. Eso sí, en Bérgamo no tenía apenas dinamiteros sobre el campo. No lo son Vinicius, Asensio e Isco. Enfrente, el Atalanta, un equipo que lleva dos cursos en tránsito por la élite europea por su revolucionaria y descamisada apuesta. Le va el destape, pero el choque no le dejaba más opción que ser lo que no es: un cuadro machote y macizo para defender. Justo lo que no le conviene al Real, al que se le atragantan las habitaciones cerradas.

Correcciones

El cambio de guión forzado por el árbitro —también con mucha ligereza para amonestar a Casemiro e impedirle jugar la vuelta— hizo que el encuentro tardara en cuadrar. Los dos conjuntos se tomaron su tiempo para corregirse. Aún se lo pensaba el grupo italiano cuando recibió un segundo azote. Poco antes de la media hora, Zapata, un delantero de potente carrocería, se fundió. Le crujió un músculo y a la camilla.

Entre lamento y lamento local, el Madrid poco a poco fue enchironando al Atalanta, liderado por el central argentino Romero. Nacho puso en alerta a Gollini, meta local. Isco, obligado de inicio a ser un nueve ortopédico, cogió soltura. Se acercó al gol con un remate a la media vuelta. Y con un toque que evocó al Isco que tantas veces se vestía de Houdini citó a Vinicius con el primer tanto, pero al brasileño le desviaron el remate. Sin noticias de Courtois, el único remate a puerta de los visitantes llegó a un parpadeo del intermedio. A Gollini le estalló la pelota en el pecho tras una falta lateral lanzada por Kroos al estilo Kroos.

El Atalanta, equipo aventurero como pocos, se enclaustró cada vez más sin la pelota. Con ella se vio abocado a esfuerzos conmovedores, a un choque de suela desgastada. Zidane echó el lazo a Mariano por Vinicius a la búsqueda de cargar de plomo el área local. Hecho el relevo antes de la hora, al técnico francés ya no le quedaban en la grada jugadores de campo del primer equipo. Como atornillar a Mariano cerca del gol no le resultó productivo, el galo terminó por mandar a la grada a los otros dos delanteros titulares: Arribas y Hugo Duro, dos jovenzuelos del Castilla, por Isco y Asensio. Como ya ocurriera en Valladolid, cambio radical en la vanguardia. El cráter sin Benzema es considerable.

Resistente el escuadrón de Gasperini, el Madrid cada vez atacó peor, con más enredos. Más que atisbar los espacios se los bloqueaba. Nunca fue cristalino. No daba con la tecla para desajustar a un contrario que con tanta facilidad se desajusta. Claro, esta vez le habían obligado a un fatigoso papel. Justo cuando Gasperini castigó a Ilicic, con un viaje de ida y vuelta al banquillo, Mendy, el hombre del día, puso a la vista los cuartos para el Madrid. El francés, tan zurdo él, cazó un disparo combado desde fuera del área y acabó con el ejercicio de supervivencia del Atalanta, que por una vez en su reciente vida no remató jamás.


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