Luego del estallido social de octubre 2019, Chile encontró una salida política en la promesa de una nueva Constitución. Este fin de semana, a 19 meses de la mayor crisis que haya enfrentado la democracia chilena desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet, hace 31 años, 14,7 millones de ciudadanos están convocados a elegir en una doble jornada —sábado y domingo— a aquellos que redactarán la nueva carta fundamental del país. Hay 1.268 candidatos que aspiran a ser electos para entrar a un órgano constituyente de 155 miembros, en un país donde el voto es voluntario y la abstención no se despega del 50%, en medio de una pandemia que ha dejado más de 27.000 muertos. La convención tendrá paridad entre hombres y mujeres, algo que nunca antes ha sucedido en el mundo, y habrá 17 escaños reservados para los pueblos indígenas, el número más alto número que se haya conocido internacionalmente, incluidos los últimos procesos constituyentes que se han dado en Latinoamérica.
La expectativa es alta: se trata de una elección que ha sido calificada como la más importante desde 1990, cuando Chile recuperó la democracia luego de los 17 años de dictadura. Los convencionales que resulten electos tendrán la misión de redactar la nueva Constitución que reemplazará la vigente, establecida en 1980 por el régimen militar y sometida a una cincuentena de modificaciones en los años posteriores. Son cinco las listas que compiten a escala nacional, conformadas sobre todo por partidos, aunque existen decenas compuestas por candidatos independientes y diversas organizaciones sociales. Entre los más de mil aspirantes a ser parte de la convención, una docena de perfiles permiten atisbar la diversidad y los anhelos de transformación —o de defensa de lo establecido— que están en juego en la conformación de la Asamblea. Ciudadanos que, de confirmarse su triunfo, tendrán el privilegio y la responsabilidad de escribir la historia de su país.
Agustín Squella
No es un político, sino un académico universitario. Ensayista y profesor de Valparaíso, como le gusta presentarse. El abogado Agustín Squella (77 años) es uno de los intelectuales más reconocidos de Chile, Premio Nacional de Ciencias Sociales en 2009. Columnista de diferentes medios de comunicación, se define sobre todo como un liberal. Nunca ha militado en un partido y para esta elección empujó por facilitar la candidatura de independientes. Dado el complejo escenario para los candidatos que van por fuera de las listas de las grandes colectividades, Squella optó por postular con el apoyo del Partido Liberal. De izquierda moderada, Squella suena como un posible presidente de la Convención.
Alondra Carrillo
Las mujeres han sido la punta de lanza de la movilización social chilena, incluso antes de las revueltas de octubre de 2019. Han mostrado su fuerza en las calles y en los territorios y han protagonizado la protesta, con himnos que han tenido una repercusión mundial como Un violador en tu camino, del colectivo LasTesis, contra la violencia machista. Con miras a la redacción de una nueva Constitución, el movimiento feminista se ha organizado desde diferentes frentes y la Coordinadora 8M ha levantado su propia lista, al margen de los partidos políticos (Voces Constituyentes). Alondra Carrillo, psicóloga de la Universidad Católica, de 29 años, forma parte de las candidatas de esta agrupación. Aboga por una Constitución con enfoque feminista y, como no milita en ninguna colectividad, tuvo que reunir sus propios patrocinios. Fue la tercera postulante con mayor apoyo de firmas (nueve mil), lo que le permitirá competir por el distrito 12 de Santiago.
José Andrés Murillo
Es una de las figuras centrales de la sociedad civil independiente de la última década. José Andrés Murillo, doctor en Filosofía, fue una de las víctimas del influyente sacerdote chileno Fernando Karadima, culpable de abuso de un número indeterminado de menores y que cometió “abuso de ministerio”, según la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano. Su denuncia puso contra las cuerdas a la Iglesia católica chilena, por el gran poder que acumulaba el abusador. Murillo (de 45 años) dirige la Fundación para la Confianza, que lucha contra el abuso sexual infantil. En 2018, además, fundó la organización global Ending Clergy Abuse, y, en 2019, el centro de investigación del abuso y la adversidad temprana en la Universidad Católica, donde trabaja como académico. Sin militancia política, postula en la lista Independientes por una nueva Constitución. “Soy independiente, pero no soy neutral”, escribió en su propuesta para convertirse en candidato. “Mi posicionamiento es desde los derechos humanos, la dignidad y, en particular, los derechos de la niñez y adolescencia”, añadió Murillo.
Marcela Cubillos
Es una de las figuras más importantes de la derecha chilena y de las más apegadas a la doctrina. Marcela Cubillos (54 años) milita en el partido de derecha UDI y es abogada constitucionalista, por lo que es una de las cartas más fuertes de su colectividad para llegar a la convención. Postula por el distrito 11 de Santiago —la zona oriente, que incluye el municipio de Las Condes—, lo que le ofrece buenas posibilidades de resultar electa, ya que se trata de un reducto favorable al oficialismo. Ha sido diputada y fue ministra de Medio Ambiente y de Educación durante el actual Gobierno de Sebastián Piñera (2018-2022). Luego de renunciar el Ejecutivo en febrero de 2020, Cubillos se convirtió en uno de los rostros visibles de la campaña del Rechazo, que se negaba a cambiar la Constitución en el plebiscito de octubre del año pasado. Pese a que esa opción obtuvo apenas un 20%, los principales defensores de la Constitución actual buscan ingresar a la convención a defender determinadas normas. Deben intentar conseguir al menos el tercio de la convención para poder negociar y vetar, dado que los acuerdos se alcanzarán con un quórum de dos tercios, según lo establecido previamente.
Felipe Harboe
Hasta comienzos de 2021, Felipe Harboe era senador por el partido PPD, uno de los integrantes de la Concertación de centroizquierda que gobernó Chile entre 1990 y 2010, a la que parte de las nuevas generaciones mira con recelo. Pero este abogado de 48 años renunció a su escaño para postular a la convención constituyente, como lo hicieron al menos otros dos congresistas de otros partidos (los diputados Hugo Gutiérrez, comunista, y Renato Garín, independiente). Harboe, que fue subsecretario del Interior en la Administración de Ricardo Lagos (2000-2006), es una de las figuras tradicionales y conocidas de la política chilena, pese a que no pertenece por edad a la generación que lideró la transición de la democracia. Hoy representa a un ala moderada y minoritaria de la oposición, que ha perdido su vocación centrista en el desordenado y polarizado mapa político chileno.
Natividad Llanquileo
Creció y vivió hasta los 18 años en la comunidad Esteban Yevilao, en Arauco, región del Biobío, en el sur del país. Cuando Natividad Llanquileo migró a la capital al alcanzar la mayoría de edad, lo hizo para trabajar en labores de limpieza, como lo hacen muchas mujeres mapuche ante la falta de oportunidades. Llanquileo, sin embargo, tenía otro propósito: estudiar Derecho para apoyar a su comunidad. Tal como ha relatado en diversas ocasiones, una de las razones que la llevaron a seguir esta carrera fue la impotencia de ver desde pequeña los constantes allanamientos en la zona, en el marco del histórico conflicto por las tierras entre el Estado chileno y las comunidades mapuche. En 2010, Llanquileo asumió una tarea que la hizo conocida y que ella recuerda como una de las más difíciles en su vida: tomar el rol de vocera de la huelga de hambre que protagonizaron 35 comuneros —entre ellos, dos de sus hermanos— detenidos en penales de la zona sur. Exigían la derogación de la ley antiterrorista. Una década después, Llanquileo —abogada de 36 años y diplomada en Derechos Humanos, Políticas Públicas e Interculturalidad— busca avanzar hacia un Estado plurinacional, un modelo económico más sustentable y fortalecer el catálogo de derechos garantizados en la nueva Constitución. Postula para ocupar uno de los 17 escaños reservados para los pueblos indígenas, de los que siete serán para los mapuches.
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Adolfo Millabur
De los 90 candidatos que aspiran a ocupar uno de los 17 escaños reservados para pueblos indígenas, el mapuche Adolfo Millabur es uno de los que tiene más experiencia política. Como lo respalda una gran organización, la Identidad Territorial Lafkenche, algunos apuestan a que podría incluso obtener la primera mayoría. El dirigente de 54 años busca entrar a la convención para escribir una nueva historia para su pueblo, según él mismo ha contado. Y sabe bien lo que significa abrir espacios para su comunidad: en 1996 fue electo alcalde de la comuna de Tirúa, ubicada a 700 kilómetros de Santiago. Fue el primer mapuche en convertirse en alcalde en la historia de Chile y se mantuvo en el cargo hasta enero de 2021, cuando decidió renunciar para postular a la convención. “Cuando hablemos de una nueva Constitución, de cómo organizar el Estado, debemos pensar en los intereses de los territorios y ahí los mapuche tenemos que aportar”, ha dicho durante su campaña.
Constanza Valdés
“Las personas trans históricamente hemos sido discriminadas, excluidas y relegadas de los espacios políticos. Si en la convención no logramos representación directa de las personas trans y de la comunidad LGBTIQ, en general, difícilmente vamos a poder tener una Constitución que nos represente”, analiza la candidata Constanza Valdés, de 29 años. Hace cinco años inició su proceso de transición, cuando finalizaba sus estudios de Derecho en la Universidad Diego Portales, una de las privadas más importantes del país. Valdés se convirtió en activista y jugó un papel protagónico en la tramitación de la ley de identidad de género. Aprobada en 2019, la norma permite a personas trans como Valdés poder modificar sus documentos legales sin tener que recurrir a un engorroso proceso ante la Justicia, como fue su caso. Militante del partido Comunes del conglomerado Frente Amplio (similar a Podemos, de España), integra la Asociación de Abogadas Feministas (Abofem).
Luis Mayol
Abogado, empresario y dirigente gremial chileno, Luis Mayol (68 años) milita en Renovación Nacional, un partido de la coalición oficialista Chile Vamos. Conocido por liderar la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA), la asociación empresarial más antigua del país, se desempeñó como ministro de Agricultura en el primer Gobierno de Sebastián Piñera (2010-2014). Durante la segunda gestión de Piñera (2018-2022) fue intendente en la Araucanía, una zona que enfrenta una escalada en el conflicto entre el Estado chileno y las comunidades mapuche por el dominio de las tierras ancestrales de los indígenas. “El reconocimiento de los pueblos originarios debe ir orientado a relevar su importancia cultural y a lograr una efectiva igualdad entre todos los chilenos, sin establecer grupos de privilegio”, señala Mayol en su propuesta programática.
Natalia Aravena
La vida de Natalia Aravena cambió para siempre la tarde del 28 de octubre de 2019. Tenía 25 años y llevaba poco más de un año trabajando como enfermera. Esa tarde tenía contemplado reunirse con un amigo frente al palacio de Gobierno, La Moneda, para participar de una manifestación, parte del estallido social que explotó pocos días antes en Santiago y en diferentes ciudades del país. Pero una bomba lacrimógena impactó su rostro y le causó la pérdida de su globo ocular derecho. “Esto, lejos de detenerme, me dio más fuerzas y razones para seguir en esta lucha”, ha dicho Aravena, que decidió fundar una agrupación que reúne a parte de las 343 personas que, de acuerdo con cifras del Gobierno, resultaron con traumas oculares durante las protestas del estallido social. Aunque no milita en partidos, Aravena aceptó un cupo de Convergencia Social —una de las colectividades que conforman el Frente Amplio—, para intentar llegar al organismo que redactará la nueva Constitución. Su objetivo: representar a quienes se manifestaron en 2019, dejar atrás “un modelo neoliberal” y avanzar hacia un Estado que se haga cargo “de las necesidades básicas de las personas”.
Heinrich Von Baer
Es uno de los que, por años, ha impulsado la necesidad de descentralizar Chile, un país con una marcada desigualdad territorial entre la capital y el resto de las regiones. De 77 años, Heinrich Von Baer no milita en ningún partido, aunque postula en un cupo de la Democracia Cristiana (centroizquierda) en el distrito 23 de Temuco (la Araucanía). Su lucha histórica ha sido impulsar la descentralización, un asunto que este fin de semana se comenzará a concretar: Chile, por primera vez en su historia, celebrará elecciones democráticas para elegir a sus gobernadores regionales (era el único país de la OCDE que no elegía a sus autoridades intermedias, junto con Turquía). En el programa de su candidatura, la Democracia Cristiana propone dirigir a Chile a un Estado unitario descentralizado, en que cada una de las regiones cuente con un Gobierno “que represente democráticamente los anhelos y los intereses de los chilenos del respectivo territorio”.
Bárbara Figueroa
Militante comunista de 42 años, en 2012 se convirtió en la primera mujer en liderar la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), la principal agrupación de sindicatos en Chile, que reúne, entre otros, al gremio de los docentes y empleados fiscales. En ese entonces, la licenciada en Psicología y profesora de Filosofía se transformó, además, en la primera mujer en encabezar una multisindical a nivel latinoamericano. Hija de José Figueroa, un histórico dirigente del Partido Comunista, a los 15 años ingresó a militar en las Juventudes Comunistas. En 2011 asumió un papel importante en la articulación entre la multisindical y las organizaciones estudiantiles durante las protestas de los universitarios contra el primer Gobierno de Sebastián Piñera y, en esta década, se ha convertido en una figura ampliamente conocida en la escena pública chilena. Figueroa, que preside la CUT, busca ahora representar al mundo de los sindicatos en el organismo que redactará la nueva Constitución.
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