El periodista Fredid Román ha sido asesinado a balazos el lunes por la tarde en el centro de Chilpancingo, la capital del Estado de Guerrero. Las autoridades solo han confirmado su muerte, dentro de su coche, sentado en el asiento del piloto. Algunos amigos cercanos comentan que el crimen se cometió a las puertas de su casa, como los matan a todos, donde también editaba el semanario La Realidad. Román es el reportero número 15 asesinado en lo que va de año en México. El país más peligroso para ejercer el oficio ha batido un macabro récord. Nunca se había asesinado a tantos reporteros en el país.
La noticia la compartieron sus compañeros en redes sociales: Román, un veterano periodista del Estado de Guerrero, había sido acribillado. Un hombre de unos 60 años, “bajito, con bigote y muy muy alegre”, lo recuerda su amiga, la periodista Rosario García, desde el otro lado del teléfono. Hacía solo 40 minutos que su compañero había sido tiroteado. La semana anterior habían coincidido en un evento político y jamás le mencionó que hubiera recibido alguna amenaza, cuenta García.
En un comunicado difundido por la Fiscalía de Guerrero unas horas más tarde se señaló que una de las líneas de investigación del crimen está relacionada con otro asesinato, ocurrido hace un mes. La víctima fue Bladimir Román, uno de sus hijos. Fue acribillado de una forma similar a la de su padre en Ocotito, donde vivía, un municipio pegado a la capital del Estado. “También a balazos, iba caminando, a plena luz del día”, recuerda García.
Hacía menos de dos horas que Román había ido a trabajar. Poco antes había publicado en Facebook su última columna, donde denunciaba una tibia respuesta del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador con la investigación del caso Ayotzinapa, pues, según Román, el presidente había evitado responsabilizar a su antecesor, Enrique Peña Nieto (2012-2018) en la tragedia. Luego emitió un vídeo en directo de un acto de la gobernadora Evelyn Salgado y estaba regresando a su casa, según explican algunos amigos, aunque las autoridades no han informado de más detalles. Fue en ese punto cuando unos hombres a bordo de una moto le atacaron desde fuera del coche y falleció en el acto. Los agresores se dieron a la fuga. No hay por el momento ningún detenido.
El periodista asesinado este lunes, Fredid Román, en una imagen difundida en redes sociales.RR. SS.
Román se ha convertido en el decimoquinto periodista asesinado en México en lo que va de año. La matanza de periodistas ha alcanzado un ritmo de dos al mes, casi siempre cerca de sus casas o sus lugares de trabajo. Una tragedia que recuerda por qué México es el país más mortífero del mundo para ejercer el oficio, sin que ninguna autoridad le ponga freno a la violencia contra la prensa.
Los crímenes contra la prensa se convirtieron desde inicios de año en una gran mancha en el expediente del Gobierno de López Obrador. El Parlamento Europeo llegó a condenar la situación de extrema violencia en la que trabajan los reporteros en el país y la inacción de las autoridades en un documento aprobado por la Cámara en marzo. El presidente, que ya contaba en ese momento con ocho profesionales acribillados y pocos avances en las investigaciones, acusó a sus adversarios políticos de estar aliados con los conservadores europeos para dañar su imagen. Los periodistas se habían plantado en algunas conferencias de prensa diarias del mandatario. Y era la primera vez en casi 800 ruedas de prensa en las que se unieron para pedir justicia por sus compañeros, no había más preguntas.
Después de que los asesinatos contra los periodistas se convirtieran en un tema de agenda nacional e internacional, los siguieron matando. Los últimos, Juan Arjón López, desaparecido casi dos semanas y cuyo cadáver fue encontrado en Sonora; una semana antes, Ernesto Méndez fue tiroteado en Guanajauato; y a finales de junio, Antonio de la Cruz, en Tamaulipas, en un ataque donde también asesinaron a su hija de 23 años. En mayo, Luis Enrique Ramírez, en Culiacán (Sinaloa), y el doble asesinato de Yesenia Mollinedo y Johana García, en Cosoleacaque, Veracruz, una semana después.
Román se ha convertido en la última víctima de una cacería contra la prensa que no cesa. Pues además de los balazos, otros muchos reporteros de provincia han denunciado amenazas, otros han sido desplazados o han pedido protección al endeble Mecanismo de Protección del Gobierno federal y estatal que ha servido de poco a algunos como Lourdes Maldonado, asesinada en enero en Tijuana, que contaba con esta medida.
Según las estadísticas que maneja Artículo 19, el año más mortal para la prensa había sido hasta ahora 2017, con 12 periodistas asesinados. En lo que va de 2022 y en solo ocho meses, ya se ha superado esa cifra. Pese a que López Obrador insiste en que no habrá impunidad, en muchos de los crímenes solo se ha detenido a los pistoleros, asesinos a sueldo, y ni rastro de quién dio la orden.
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