Los legisladores conservadores asestaron al primer ministro Boris Johnson de Gran Bretaña un golpe potencialmente letal a su liderazgo el lunes cuando provocaron una moción de censura que podría obligarlo a dejar el poder poco más de dos años después de su aplastante victoria electoral.
La medida, anunciada por Graham Brady, quien encabeza un comité de legisladores conservadores, siguió a varios meses de crisis y se produce en medio de afirmaciones de que Johnson engañó al Parlamento sobre las fiestas para romper el confinamiento celebradas en Downing Street en el punto álgido de una pandemia de coronavirus.
A principios de este año, Johnson se convirtió en el primer primer ministro en funciones en ser multado por la policía por infringir la ley al asistir a una reunión para celebrar su cumpleaños. Y el mes pasado, un informe de la funcionaria superior, Sue Gray, pintó una imagen espeluznante de fiestas ilegales en Downing Street, donde los miembros del personal bebieron hasta altas horas de la madrugada, dañaron propiedades y, en una ocasión, se pelearon entre sí.
Enfrentado a feroces vientos en contra económicos, con una inflación en aumento y una posible recesión que se avecina, la popularidad personal de Johnson se ha desplomado y hubo algunos abucheos cuando llegó a un servicio de acción de gracias por el jubileo de platino de la reina Isabel el viernes pasado.
Brady, en un comunicado, dijo que más del 15 por ciento de los miembros conservadores del parlamento habían buscado una prueba de confianza, superando el umbral necesario para forzar una votación. Dijo que la votación se llevaría a cabo entre las 6 y las 8 de la tarde del lunes.
Hablando después del anuncio, Brady dijo que había notificado a Johnson el domingo sobre la situación y que habían acordado que la votación se llevara a cabo lo antes posible.
Según las reglas, Johnson ahora debe ganar una mayoría simple en una votación de los legisladores de su Partido Conservador para seguir siendo su líder. Eso todavía significa que Johnson tiene buenas posibilidades de sobrevivir, ya que sus oponentes necesitan reunir alrededor de 180 votos contra el primer ministro para derrocarlo, y no hay consenso sobre quién lo reemplazaría.
Pero la votación será secreta, permitiendo incluso a aquellos que profesan lealtad públicamente retirar su apoyo si así lo desean. Si fracasa, habrá una contienda para reemplazarlo como líder del partido y primer ministro.
A pesar de los pedidos de su renuncia y el colapso de los índices de las encuestas de opinión, Johnson había luchado mucho para tratar de detener una ola de críticas internas sobre su comportamiento y evitar que se llevara a cabo el voto de confianza. Durante algunas semanas, su conducción de la guerra en Ucrania pareció haberle dado a Johnson un indulto.
A pesar de esos esfuerzos, Brady confirmó que se había superado el umbral de 54 cartas de legisladores conservadores que se necesitaba para asegurar un voto de censura. El lunes, el secretario de salud, Sajid Javid, le dijo a la BBC que Johnson lucharía por quedarse e hizo un llamado a los legisladores conservadores para que se unan en torno al primer ministro y voten a su favor.
La última vez que se llevó a cabo una moción de censura de este tipo, en 2018, se produjo poco después de un anuncio similar de Brady. Theresa May, entonces primera ministra, sobrevivió a la contienda, pero aun así se vio obligada a renunciar varios meses después.
Escribiendo en Twitter, la secretaria de Relaciones Exteriores, Liz Truss, quien es vista como una sucesora potencial del Sr. Johnson: le expresó su apoyo.
“El primer ministro tiene mi respaldo del 100 por ciento en la votación de hoy y animo encarecidamente a los colegas a que lo apoyen”, escribió. “Ha cumplido con la recuperación de Covid y el apoyo a Ucrania frente a la agresión rusa. Se ha disculpado por los errores cometidos. Ahora debemos centrarnos en el crecimiento económico”.
Pero un exministro, Jesse Norman, presentó un caso contra Johnson en una carta publicada el lunes por la mañana, diciendo que el primer ministro había “presidido una cultura de infracciones casuales de la ley en el número 10 de Downing Street en relación con Covid”, que estaba poniendo la unión del Reino Unido “en grave riesgo”, y que su plan de enviar a algunos solicitantes de asilo a Ruanda era “feo, probablemente contraproducente y de dudosa legalidad”.