Un jurado de Nueva York ha acusado a la exanalista de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) Sue Mi Terry de trabajar en secreto para el Gobierno de Corea del Sur a cambio de artículos de lujo y hasta 37.000 dólares.
Según la acusación, Terry habría actuado por primera vez como agente extranjera en junio de 2019, cuando se reunió en “múltiples ocasiones” con un contacto del Gobierno surcoreano, según informaciones recogidas por la cadena estadounidense de noticias CNN.
Así, bajo las órdenes de las autoridades de Corea del Sur, Terry “defendió posiciones políticas” de Seúl incluso a través de la publicación de artículos y con sus apariciones en medios de comunicación.
Además se le acusa de revelar información confidencial de la Administración de Estados Unidos a los funcionarios de la Inteligencia de Corea del Sur, y “facilitó el acceso de funcionarios del Gobierno de Corea del Sur a funcionarios del Gobierno de Estados Unidos”.
A cambio, Terry habría recibido de parte de las autoridades surcoreanas unos 37.000 dólares ingresados a las cuentas del ‘think tank‘ en el que la exanalista trabajaba. También recibió artículos de lujo como bolsos y abrigos, así como cenas en restaurantes de alto prestigio.
La citada cadena de noticias ha asegurado que ha tratado de ponerse en contacto tanto con el Ministerio de Asuntos Exteriores de Corea del Sur como con el Servicio Nacional de Inteligencia surcoreano, que han rehusado hacer comentarios.
La legislación de Estados Unidos obliga a los ciudadanos estadounidenses a registrarse como agentes extranjeros si realizan determinadas conductas en favor o en nombre de otro Estado. La acusación señala a Terry por no haber actuado en consecuencia de sus actividades.
Terry, originaria de Corea del Sur pero nacionalizada estadounidense, comenzó a servir a la Administración de Estados Unidos en 2001. Trabajó como analista de alto nivel en cuestiones de Asia Oriental para la CIA y más tarde fue directora de asuntos de Japón, Corea y Oceanía para el Consejo de Seguridad bajo el mandato de George W. Bush y Barack Obama.
En junio de 2013, cinco años después de abandonar la CIA, Terry comenzó a trabajar como diplomática en el marco de la ONU, periodo que le sirvió para afianzar aún más los lazos que mantenía con algunos de los funcionarios de más alto nivel del servicio de Corea del Sur.
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