Al menos 23 personas han muerto a causa de un fuego en una unidad de cuidados intensivos (UCI) para pacientes de covid-19 en Bagdad. Varias decenas más han resultado heridas. El incidente, que se produjo en la noche del sábado al domingo, estuvo causado por la explosión de una bombona de oxígeno del hospital Ibn al Jatib, situado en la periferia sureste de la capital iraquí.
El departamento de Defensa Civil ha comunicado que “rescató a 90 de los 120 pacientes y familiares” que se encontraban en el centro, pero no ha podido precisar el número de muertos y heridos. El periodista iraquí Mustafa Saadoon eleva a 41 los fallecidos en su Twitter. El fuego se ha controlado a primera hora del domingo.
Una treintena de pacientes se encontraban en la UCI, que el Ibn al Jatib había reservado para los casos más graves de covid, según personal del centro citado por la agencia France Presse. Los heridos y quienes salieron indemnes han sido trasladados en ambulancia a hospitales cercanos. Las mismas fuentes han atribuido el fuego a que las bombonas estaban “almacenadas sin respetar las condiciones de seguridad”
Las imágenes que enseguida inundaron las redes sociales muestran a los bomberos tratando de apagar el fuego mientras los pacientes y sus familiares escapan del edificio. También recogen el malestar por un accidente que viene a corroborar el precario estado del sistema sanitario de Irak, y de sus servicios públicos en general.
El primer ministro iraquí, Mustafa al Kadhimi, ha pedido que se habrá una investigación inmediata sobre las causas de lo que ha denominado un “grave accidente”. También se ha apresurado a rechazar los rumores que lo atribuían a un corte de electricidad, uno de los problemas recurrentes de las precarias infraestructuras en el que es el tercer exportador de petróleo del mundo.
La Comisión de Derechos Humanos (gubernamental) ha calificado lo ocurrido de “grave crimen contra los pacientes exhaustos por la covid-19”. En un año electoral, el incendio del Ibn al Jatid se va sumar sin duda al malestar que en 2019 sacó a los iraquíes a la calle. Aquellas protestas fueron interrumpidas por la pandemia.
Esta semana Irak supero el millón de contagios y, según las cifras del Ministerio de Sanidad, el coronavirus ha causado 15.217 muertos desde que se conocieron las primeras infecciones en febrero del año pasado. Existe el temor a que las cifras estén por debajo de la realidad ya que apenas se llevan a cabo 40.000 pruebas diarias para una población de 40 millones. La campaña de vacunación se inició el mes pasado, pero Irak sólo ha recibido 650.000 dosis, la mayoría a través del programa Covax.
La pandemia ha sumado presión añadida a unos hospitales que ya se encontraban en estado ruinoso. Su decadencia, que se inició durante las sanciones internacionales que sufrió el país durante la década de los noventa del siglo pasado, no se ha frenado tras la intervención estadounidense de 2003 a pesar de los miles de millones de dólares que ha ingresado desde entonces. De ahí, la escasez no sólo de medios sino de médicos, la mayoría de los cuales han emigrado a causa de la violencia y la precariedad.
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