Busto del dios Baco hallado en el yacimiento romano de Arkaia, en Vitoria.Bibat
Una escultura en mármol del dios Baco se encuentra en paradero desconocido desde que fue descubierta hace más de cuatro décadas en el yacimiento arqueológico de Arkaia, en Vitoria. La Diputación de Álava sospecha ahora que esta pieza arqueológica podría estar en manos de un particular y ha ordenado su busca y captura. Es un busto romano característico del siglo II d. C., del que no se ha difundido ningún retrato robot, aunque es conocido que tiene unos labios carnosos que delinean una triste sonrisa, un bigote largo que cae hasta la barba y luce una diadema que ciñe una cabellera de la que descienden unos rizos en espiral que le tapan las orejas. La institución foral presentó a mediados de febrero pasado una denuncia en los juzgados para tratar de dar con esta cabeza de Baco. Todo está bajo secreto de sumario y no se ofrece recompensa por su hallazgo o devolución.
La cabeza de Baco fue localizada de forma casual mientras se realizaban unas obras de saneamiento público en el concejo de Arkaia entre 1976 y 1981. Aquellas excavaciones permitieron aflorar el complejo termal de época romana mejor conservado de Álava, la denominada ciudad de Suestatium. Entre los restos del yacimiento, con casi 2.000 años de historia, se encontraron diversos objetos y elementos decorativos de aquella época, que han quedado custodiados por el Museo Arqueológico de Álava (Bibat). No así una “pequeña horma ornamental” realizada en mármol que representa la imagen de Baco, dios del vino para el pueblo romano, cuyo destino es hoy desconocido. Esta pieza fue depositada temporalmente en el museo provincial, que “gestionó la elaboración de dos copias de dicho objeto”, según señala el Departamento de Cultura del Gobierno vasco.
Una réplica en yeso de la cabeza de Baco fue conservada y expuesta hasta 2009 sin que nadie supiera dónde se encontraba el original tallado en mármol. Una información reciente de El Correo señala que el operario que encontró la estatua de Baco se la entregó, junto a otros objetos, a Jon Buesa, entonces responsable de obras públicas de la Diputación alavesa. Este ha negado al citado periódico que la pieza original se encuentre en su poder. “Yo no la tengo. Yo tengo una copia”, asegura Buesa, quien años después fue portavoz del PNV en las Juntas Generales (Parlamento provincial) de Álava y tuvo cargos orgánicos en este partido, además de figurar en el sumario del caso De Miguel, la mayor trama de corrupción juzgada en Euskadi.
Un misterio envuelve a esta estatua de 12 centímetros de alto y ocho de ancho que nadie sabe en manos de quién está. El grupo EH Bildu de las Juntas alavesas da por hecho que la pieza verdadera de Baco la tiene Buesa (hermano del consejero socialista Fernando Buesa, asesinado por ETA en 2000), y solicitó su comparecencia en la Cámara provincial, aunque este ha decidido rechazar la invitación, asegura Enrique Ruiz de Pinedo, portavoz de la coalición abertzale: “Buesa se hizo cargo de la pieza. No se puede permitir que nadie se apropie de una pieza arqueológica que debe pertenecer al dominio público. En los últimos años se ha descuidado el patrimonio y no se han perseguido los expolios”, afirma.
El yacimiento de Arkaia, en Vitoria, en una imagen tomada este miércoles.L. Rico
El Gobierno vasco sostiene que “no existe ninguna prueba fehaciente” de que la escultura romana original “se encuentre en estos momentos en manos de un particular”, señala el consejero de Cultura, Bingen Zupiria, en una respuesta parlamentaria. En la práctica, añade el consejero, la pieza histórica está “en paradero desconocido para cualquier actuación”. Y precisa no se puede declarar como bien cultural de protección especial porque para ello es necesario en primer lugar localizar la obra y determinar su propiedad.
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La Diputación alavesa elaboró un informe jurídico a finales de 2019 que desaconsejaba acudir a las vías administrativa y penal para recuperar la estatua de Baco. Sin embargo, ahora ha decidido interponer una denuncia que tramita el Juzgado número 3 de Vitoria. La Unidad de Medio Ambiente y Urbanismo de la Ertzaintza ha asumido la investigación de este caso, que es secreta.
La diputada de Cultura de Álava, Ana del Val (PSE), considera que “la apropiación indebida de esta pieza es un hecho deplorable” que la institución alavesa va a tratar de esclarecer “caiga quien caiga”. “La estatua de Baco debe estar en la colección del Museo Arqueológico y no en manos de un particular”, enfatiza. El diputado general de Álava, Ramiro González (PNV), también ha señalado que hará “todo lo posible” para que la estatua de Baco pase a ser de titularidad pública.
El gremio de los arqueólogos también ha levantado la voz de alarma. La Plataforma estatal de Profesionales de Arqueología ha solicitado por escrito al ministro de Cultura, Miquel Iceta, que tome “medidas encaminadas a garantizar la conservación del patrimonio histórico español”, así como a esclarecer los hechos y localizar la escultura extraviada. Un portavoz de esta asociación asegura que el ministerio todavía no ha contestado a su requerimiento, y confía en que la actuación policial y de la justicia permita recuperar la cabeza de Baco.
Por más señas, José Ignacio San Vicente, profesor titular en el Departamento de Historia Antigua de la Universidad de Oviedo, describe la “joya” hallada en Arkaia como una pieza propia de la época del emperador Adriano que solía servir como “elemento decorativo de un pilar, una mesa, una fuente o algún elemento similar”. Este tipo de tallas de mármol era habitual encontrarlas “en el jardín o el perisitilo de las casas romanas”. Este Baco, según consta en el estudio que realizó San Vicente, ha perdido la parte inferior de la cara, así como parte de la barba que cubre esa parte de la mandíbula.
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