Unas 12 personas celebran el 14 de julio de 2020 el cumpleaños de la primera dama de Argentina, Fabiola Yáñez, en la residencia oficial de Olivos.
El presidente de Argentina, Alberto Fernández, ha resuelto con dinero uno de los escándalos políticos más caros a su imagen pública. En agosto de 2021, una foto reveló que la primera dama, Fabiola Yáñez, había violado un año antes la cuarentena contra la covid-19 para celebrar su cumpleaños en la residencia oficial de Olivos. Un juez aceptó este lunes que los 3 millones de pesos (unos 25.000 dólares al tipo de cambio oficial) ofrecidos por el presidente a modo de resarcimiento son suficientes para cerrar el Olivosgate, como se conoció en Argentina. “Eso fue algo que nunca debió haber pasado. Fui el primer presidente que se presentó a la Justicia ante un error”, dijo Fernández el viernes, en una entrevista radial, a modo de autocrítica.
La difusión de la foto del cumpleaños de la primera dama provocó en su momento un daño enorme a la popularidad del presidente. La fiesta se celebró el 14 de julio de 2020, tres meses después que el propio Fernández hubiese confinado a los argentinos en sus casas para detener la propagación de la covid-19. En aquel inicio de la cuarentena, la oposición criticó los encierros y promovió manifestaciones de protesta, mientras el presidente recordaba que el decreto que llevaba su firma establecía la cárcel para aquellos que no respetaran el confinamiento. Se prohibieron la circulación, los velatorios, los viajes dentro y fuera del país y los comercios no esenciales cerraron sus puertas.
Las restricciones seguían vigentes cuando la esposa de Fernández invitó a sus amigos a la residencia oficial y celebró su cumpleaños. El momento quedó plasmado en una foto que era una típica escena de amigos. Alrededor de una gran mesa del salón de la residencia presidencial una docena de personas sin tapabocas sonreía a cámara, luego de una cena cuyos restos aún no habían sido retirados. La difusión de la foto cayó como una bomba.
En agosto de 2021, cuando la imagen llegó a los medios, arrancaba la campaña para las elecciones legislativas de medio término, que propinarían una durísima derrota a los candidatos del Gobierno. Aún hoy se considera que aquella foto, y la evidencia de la traición a sus propias órdenes, inició el declive de la popularidad de presidente, que había alcanzado picos de hasta 80% en el arranque de la pandemia. Hoy, Fernández tiene una imagen negativa de más del 60%, según diferentes sondeos de opinión pública.
La estrategia de Fernández ante la foto fue variada. Primero negó su autenticidad, luego achacó la responsabilidad de la fiesta a su esposa y después pidió perdón. Se presentó entonces ante la justicia en forma voluntaria y sin abogado (Fernández es penalista de profesión) para plantear “la reparación del daño potencial que se hubiere causado” con la donación de unos 6.300 dólares a saldar en cuotas con parte de su salario mensual. En su defensa, el presidente argumentó que la fiesta era “delito de peligro abstracto” porque no se había registrado contagio alguno durante el encuentro. “Ante la inexistencia de un resultado lesivo es que pongo a consideración del S.S. la insignificancia penal (no social o moral) del comportamiento denunciado que no ha lesionado el bien jurídico (…) y por ello solicito que la presente denuncia sea desestimada”, escribió entonces en su defensa.
La suma ofrecida finalmente creció hasta1,6 millones por parte de Fernández y 1,4 millones de Fabiola Yánez. El dinero será destinado al Instituto Malbrán, una entidad pública que trabaja en el combate de enfermedades infecciones como la covid-19. Con el pago, el Olivosgate quedará archivado.
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