Por Citlalli López
En los municipios indígenas de Oaxaca, la bailarina Aleida Ruiz Sosa estableció una ruta de visita para impartir un taller de ballet clásico y acondicionamiento físico como parte de la campaña “Que las niñas sean niñas y no esposas”. Así, logra que descubran sus capacidades artísticas y conozcan sus derechos humanos.
Pero su principal lucha es erradicar el matrimonio infantil. De enero a junio de 2021, Aleida recorrió nueve localidades y detectó tres uniones forzadas, entre estas la de una niña de 10 años con un hombre de 50.
A través de la sensibilización logró que dos de los casos fueran denunciados penalmente y ahora están en proceso de investigación. Su visibilización motivó a que otras mujeres rompieran el silencio y denunciaran cinco casos más en un municipio del Istmo de Tehuantepec.
“No se ha enseñado a las niñas que ellas tienen oportunidad de salir al mundo, de conocer una realidad diferente. Cambiar la mentalidad puede ser muy difícil, pero es posible”, menciona en entrevista la bailarina de 16 años de edad.
En febrero de 2021, la artista oaxaqueña lanzó esta campaña, tras conocer el caso de una menor de edad que a sus 12 años quedó embarazada por la violación de un hombre de 60. El sufrimiento de otras niñas y niños la hizo involucrarse y ser activista.
“La familia no quiso denunciar, su decisión fue casarla con su violador. En ese entonces, yo tenía 14 años y pensar en pasar por algo así me resultaba terrible. Sentía tristeza. Me preguntaba: ¿por qué no la rescataban?, ¿por qué nadie hacía nada?, me puse a investigar y me encontré con miles de casos”, expresa la adolescente.
Por su activismo en Oaxaca a favor de los derechos de las niñas, Ruiz Sosa ha estado nominada dos veces, en 2020 y 2021, al Premio Internacional de la Paz Infantil que otorga la fundación Kids Rights.
Aleida Ruiz Sosa nació el 28 de mayo de 2005. Su trayectoria como activista inició en 2012, cuando tenía 7 años y empezó a recolectar y donar ropa para los sectores más empobrecidos.
“Conforme crecía me planteaba hacer algo desde mi persona”, explica la bailarina de ballet clásico.
A los 12 años ya había diseñado el taller “Baila para liberar tus emociones”, dirigido a pacientes de cáncer infantil y a mujeres privadas de su libertad en el Penal de Tanivet, Tlacolula, Oaxaca. Fue así que ganó el Premio Estatal de la Juventud 2017.
También incursionó en la literatura con Arcoíris, un libro de cuentos contra la violencia de género. Recientemente, promovió la campaña “Por un periodo digno”, con la cual recaudó fondos para la adquisición de copas menstruales para las mujeres en centros penitenciarios.
Actualmente, es embajadora de la Paz de Iberoamérica y El Caribe, nombrada por la Comisión Iberoamericana de Derechos Humanos para el Desarrollo de las Américas.
La adolescente le habla a la niñez sobre sus derechos
Un recorrido de casi dos horas desde la capital de Oaxaca sobre un camino de terracería y montañas desemboca en Río Lima, localidad enclavada en San Miguel Mixtepec, Zimatlán. En julio de este año, fue uno de los puntos de la campaña “Que las niñas sean niñas y no esposas” en donde participaron 25 niñas y niños.
“Las niñas nunca habían oído que el matrimonio infantil era una forma de violencia. Veían como algo normal ser obligadas a casarse y pensaban que ellas no tenían derecho, que su destino era solamente casarse y tener hijos, estaban mentalizadas en eso”, explica Flor Barradas, estudiante de pedagogía y quien presta su servicio social en la comunidad.
La alumna considera que el mensaje de la bailarina de ballet clásico, Aleida Ruiz Sosa, fue de suma importancia para las niñas, pero sobre todo para los niños, un eslabón fundamental para romper la cadena de los matrimonios forzados.
“Después de la campaña, las niñas comenzaron a hablar de sus derechos y aspiraciones, el panorama se les abrió a muchas. Pero también fue importante hablarles a los niños, pues son quienes pueden empezar a romper con esta mala práctica”, añade la pedagoga en formación.
El Informe Anual México 2017 realizado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés) detalla que en México 23.6% de las mujeres han sido casadas o viven en unión conyugal antes de cumplir los 18 años. Los tres estados con mayor porcentaje son Chiapas (44.82 %), Guerrero (42.41) y, precisamente, Oaxaca (39.17%).
“El matrimonio y las uniones tempranas despojan a las niñas y a las adolescentes de su infancia. Son una práctica nociva y una forma de violencia que vulnera sus derechos y les afecta en su salud, educación, integridad e incrementa la discriminación y la violencia contra ellas; ya que entre las consecuencias directas se tienen el abandono escolar, embarazo prematuro, mayor morbilidad y mortalidad materna, transmisión intergeneracional de la pobreza y limitaciones en las oportunidades a lo largo de sus vidas”, resalta el informe.
Nelly Martínez Echartea, integrante del Comité de Latinoamérica y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (Cladem), coincide con Flor Barradas en que en la erradicación del matrimonio infantil influye mucho la prevención dirigida hacia los hombres, principalmente desde la infancia, ya que estas prácticas no están siendo exclusivas de mayores de edad, sino también de adolescentes.
La integrante del Cladem propone que otro eje de acción debe estar encaminado a elevar el nivel de permanencia en las escuelas y mostrar a las niñas y niños lo que hay más allá de la localidad en donde habitan. En ese sentido, el informe de la Unicef indica que aproximadamente 15% de las mujeres jóvenes de entre 15 y 19 años está casada actualmente y esta proporción se relaciona estrechamente con el nivel de educación alcanzado.
Vinculado al tema de la educación y, sobre todo con la cultura patriarcal, Martínez Echartea señala que el machismo enmascarado en usos y costumbres es el que permite los matrimonios forzados y esto debe desaprenderse.
“Aunque estas uniones no están legalizadas con un acta de matrimonio, se siguen dando. La prohibición es una buena medida. El que aún no se erradique no habla de un fracaso, es el inicio de una etapa en donde la ciudadanía tendrá que tomar conciencia de que esto no debe permitirse, de tal manera que esta práctica vaya disminuyendo hasta desaparecer”.
En México, los Códigos Civiles de las 32 entidades establecen los 18 años como la edad mínima para casarse. En Oaxaca, la prohibición del matrimonio infantil ocurrió desde 2013, seis años antes de que el Senado de la República promoviera la legislación federal; Baja California fue el último Estado en incorporarla apenas en junio de 2020.
Ya existen marcos legales que prohíben el matrimonio infantil, pero adolescentes como la bailarina Aleida Ruiz Sosa no dejan de luchar contra esta práctica desde el activismo por los derechos de las niñas y niños.
“Desde mi perspectiva, tener leyes que nos protejan es un gran logro, pero necesitamos accionar y trabajar para hacer que se respeten”.
Citlalli López, periodista independiente
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