Si hacemos un repaso por la historia antigua uno de los nombres propios es el del gran conquistador de origen macedonio, Alejandro Magno. Considerado durante siglos como uno de los grandes estrategas de la historia, el hijo de Filipo II y Olimpia de Epiro se convirtió con muy poca edad en el más temido de los guerreros que existieron en su época.
Conquistador joven
Alejandro Magno, o Alejandro el Grande, llegó muy pronto al poder que dejó su padre Filipo. Su educación estuvo marcada por la preparación militar sin descuidar la formación intelectual que fue encomendada a Aristóteles, uno de los filósofos griegos más destacados de la antigüedad.
A pesar de que su padre le tenía gran estima, fue desterrado junto a su madre por considerarlo un hijo fruto del adulterio. En el exilio, Alejandro comenzó a fraguar amistades fuera de Macedonia, que le sirvieron para luego formar uno de los ejércitos más temidos de la era antigua.
Con la muerte de Filipo II, Alejandro se convirtió en Alejandro III de Macedonia en el año 336 a.C., fecha en la que empezó a demostrar todo su potencial estratega.
Lo primero que hizo fue imponer su autoridad a los rivales y pueblos sometidos por su padre ante una posible conspiración contra su pueblo. Aquí obligó a muchas ciudades-estado de Atenas como Tebas a firmar una paz con su pueblo para no acabar siendo sometidas por el poder de Alejandro.
Con tan solo 22 años, Alejandro Magno se lanzó en ofensiva contra el potente Imperio Persa.
Pero Alejandro no solo cambió la forma de hacer la guerra, también cambió las estructuras políticas griegas y la cultura bajo su influencia. Grecia se expandiría por el Mediterráneo gracias a las conquistas de Alejandro que dejó un marcado legado en el país heleno, hasta el punto de ser considerado casi como una divinidad.
Muerte temprana
A pesar de su astucia en el campo de batalla, las duras campañas de guerra pasaron factura a Alejandro Magno y a su ejército. En el año 326, cuando ya había recorrido gran parte del imperio, y había logrado muchas victorias, su ejército cansado de los años de batalla pidió regresar a casa.
Ante la posibilidad de un motín entre sus hombres, volvieron a Persia para prepara la que sería su última batalla. En el 323 a.C., cuando faltaban unos meses para cumplir 33 años, Alejandro fallecía en el palacio de Nabucodonosor II de Babilonia.
Los motivos de su muerte jamás fueron esclarecidos. Muchos piensan que fue envenenado por sus propios hombres, deseosos de disfrutar de lo conseguido bajo el mando de Alejandro.
Otros historiadores apuntan a que pudo contraer la fiebre del Nilo, lo que le causó la muerte en pocos días.
Aunque el gran Alejandro Magno murió, nada después fue igual para Grecia que entró de lleno en el conocido período helenístico (323 a.C. – 30 a.C.), mezcla de culturas griega y oriental, motivadas por las conquistas de Alejandro el Grande.
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