Las cifras de feminicidios en Latinoamérica son alarmantes, pero lo son todavía más si se tiene en cuenta que quedan fuera de las estadísticas muchas muertes por razón de género, entre ellas “los suicidios feminicidas, que en algunas zona registran índices más altos que los asesinatos”, según la analista criminal Sandra Gallegos.
Los ‘suicidios feminicidas’ son aquellos incidentes en donde las mujeres terminan con su vida debido a la “violencia de género; varios de los elementos que lo caracterizan son la presencia del crimen sexual, abuso de poder, ausencia de redes familiares y falta de acción de los órganos de gobierno”, así lo explica una publicación de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
En una entrevista con EFE, la abogada, cuyo trabajo en la unidad dedicada a la violencia de género de la Fiscalía de San Luis de Potosí le permite “indagar en carpetas” y acceder a información de primera mano, asegura que “las mujeres que se suicidan para escapar del ciclo de violencia son, en ciertos períodos, más numerosas que las que son asesinadas”.
No hay cifras oficiales porque “son muertes que no pueden judicializarse”, pero son feminicidios porque “mueren por razones de género y dejan el mismo rastro de dolor que las mujeres asesinadas, y todavía mayor nivel de desprotección para sus hijos y para las abuelas que los tendrán que cuidar”.
Latinoamérica es la región del mundo con mayores índices de feminicidios, con más de 4,000 anuales, según datos oficiales. Cifras que, aún siendo altas, se quedan cortas, porque “la mayor parte de los países solo reportan los asesinatos judicializados” y quedan fuera de las estadísticas “las desapariciones, los suicidios y los casos mal clasificados”, según Gallegos, que ha estado en Madrid en un congreso sobre la violencia en Latinoamérica.
Recrudecimiento de la violencia contra las mujeres
“Aunque los índices de muertes son estables en los últimos años, la narrativa de la violencia se ha recrudecido”, según la especialista, debido, entre otras razones, a una “reacción disciplinar”, que aplican quienes pierden privilegios ante los avances de las mujeres en materia de derechos.
Otra de las causas es “la crisis de seguridad que vive Latinoamérica” y que afecta especialmente a los mas vulnerables, entre ellos “las mujeres que defienden el territorio o sus derechos, que migran o que son explotadas o reclutadas por redes criminales”.
En todos los casos de violencia de género, tanto los que tienen lugar en el ámbito familiar o íntimo como en otros escenarios, las mujeres más afectadas son “las jóvenes y las empobrecidas”.
Mujeres jóvenes y empobrecidas, las más afectadas
Esta lacra tiene su origen en “una violencia estructura que históricamente han determinando ciertos panoramas socioculturales”, pero también hay causas “de gestión económica”, añade Gallego, porque “en toda Latinoamérica hay una pauperización de la clase social de la mujer”.
Además, la franja de edad más golpeada por el problema es “la más productiva y reproductiva”, de ahí que la mayoría sean jóvenes.
El caso de México
“México es lastimosamente conocido por el caso de feminicidio de Ciudad Juárez donde cientos de mujeres fueron encontradas muertas con signos de violencia extrema”, recuerda Gallegos.
Aunque más recientemente explotó en redes sociales el caso del feminicida serial de Iztacalco. La Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJCM) confirmó que el presunto feminicida serial de Iztacalco está involucrado con seis casos de feminicidio y un intento de feminicidio, cometidos entre 2012 y 2024.
Pero también es conocido por ser el país de nacimiento de la antropóloga Marcela Lagarde, que acuño el concepto de feminicidio, y el de muchas mujeres organizadas en decenas de organizaciones que luchan por sus derecho y han logrado avances.
Misoginia institucional
“Las propias víctimas que, cuando han querido acceder a la justicia, se han encontrado con la violencia y la misoginia institucional, son las que se han organizado en México para avanzar”, relata.
En los últimos años lograron que se tomaran medidas, pero “la política de género sigue siendo deficiente, desestructurada e improvisada, porque atiende a la emergencia sin abordar las causas ni las consecuencias”.
Es necesaria una justicia de género que no sea sólo punitiva, sino que también se ocupe de la prevención y de la rehabilitación social de la víctimas, porque las vidas deshechas no se rehacen solo con sentencias.
( Con información de EFE)
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