Son tiempos de lo más difíciles para Alessandro Lequio. Tras el fallecimiento de su hijo Álex Lequio se ha mostrado lo más reservado posible, manteniendo el luto en silencio. Poco a poco ha ido volviendo a su rutina, aparenciéndo de manera intermitente en El programa de Ana Rosa. «Con especial cariño damos la bienvenida porque la vida sigue y uno tiene que ir reincorporándose de una manera paulatina a la normalidad, a nuestro querido compañero Alessandro Lequio», así recibía Joaquín Prat a su amigo y compañero. Ahora, el aristócrata italiano ha decidido coger un poco de aire y se ha desplazado hasta Galicia.
No está solo ha ido junto a su familia, su gran apoyo en estos duros momentos tras la pérdida de su hijo. Con su mujer María Palacios y la pequeña Ginevra que recientemente ha cumplido 4 años pasa unos relajados días en la costa gallega. La familia de su mujer está muy vinculada a la localidad de Baiona, es por eso que cada año sacan un hueco y se trasladan a pasar unos días a las Rías Baixas, para así desconectar de la rutina diaria.
Alessandro Lequio también se ha dejado ver por Pontevedra, en concreto en el restaurante Peixoto, que es especializado en mariscos y pescados, tal y como ha informado El Faro de Vigo.
El pasado 13 de mayo, Álex Lequio nos dejaba tras una larga lucha contra el cáncer. Símbolo de positividad y de fuerza demostró su fortaleza durante toda la enfermedad. Un emprendedor que pese a sufrir la dolencia se convirtió en el apoyo principal de su padres durante este largo camino. Quien sí ha mostrado sus sentimientos a través de las redes sociales ha sido su madre, Ana Obregón que en estos momentos se encuentra en su residencia de verano situada en Palma de Mallorca a la que cada año acudían toda la familia y donde tiene recuerdos maravilloso con Álex Lequio.
«Se apagó mi vida», fueron las primeras palabras de la actriz en su perfil de Instagram. También tras mucho deliberar tomó la decisión de compartir un texto que había escrito su propio hijo antes de fallecer. «Hoy comparto con todos vosotros de parte de Áless desde el corazón mutilado de una madre:», comenzaba diciendo rota de dolor. «El problema más grande del ser humano – y el mío hasta que me dijeron que tenía cáncer – es la manera de entender la felicidad, de ser feliz. Me he pasado 27 años de mi vida intentando ser el mejor estudiante, graduarme en la mejor universidad , montar empresas y sentirme un cowboy del capitalismo, siempre anclado en el ‘más es mejor.’ Todo precioso y bonito hasta que un día te dan la noticia y no sabes cuantos meses te quedan de vida. En un abrir y cerrar de ojos, te das cuenta de la importancia del ‘tiempo’», fueron algunas de las palabras que dejó Álex escritas y que quedarán siempre grabadas en la memoria no solo de sus padres sino de cada persona que tuvo el honor de conocerle.