La Neta Neta

Alex y Jorge, los días y las bestias

El director Álex de la Iglesia y el guionista Jorge Guerricaechevarría en una imagen de principio de los noventa.
El director Álex de la Iglesia y el guionista Jorge Guerricaechevarría en una imagen de principio de los noventa.

Colegio San Luis de Bilbao, años 70. Aula de los alumnos de quinto de EGB. Un niño de nueve años se dirige a otro al acabar la clase: “¿Tú sabes quién es el profesor de kárate? Quiero borrarme”. El niño que pregunta es De la Iglesia Mendoza, Alejandro (Bilbao, 55 años), y el otro es Guerricaechevarría García, Jorge (Bilbao, 56 años). El colegio es un centro peculiar: está en un edificio del centro y no tiene patio, por lo tanto en el recreo los niños salen a la calle sin control. De la Iglesia ha llegado allí después de haber pasado por el colegio Divino Infante, “que estaba directamente en un piso”, dice.

La frase inaugura no solo una amistad, sino una manera de ver el mundo que, años después, cambiará el cine español mediante una de sus sociedades más prolíficas y brillantes, la de Alex de la Iglesia y Guerrica (Acción Mutante, El día de la bestia, Perdita Durango, La comunidad, 800 balas, 30 monedas…). “Empezamos a hablar, y pronto a ser amigos. Compartíamos que no hacíamos deporte, pero jugábamos juntos y leíamos y nos cambiábamos cómics”, dice Jorge Guerrica, guionista también, además de las películas de De la Iglesia, de filmes como Celda 211 (por la que ganó un Goya), Cien años de perdón, El Niño o la reciente, pendiente de estrenar, Las leyes de la frontera, de Daniel Guzmán y basada en la novela de Javier Cercas. Uno de los juegos infantiles que daría la pista de su pasión, contar historias, era sentarse en la calle y fantasear con la gente que pasaba, imaginando su destino, sus vidas, sus familias, sus profesiones.

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En el instituto, Alex de la Iglesia empieza a vislumbrar su vocación: dibujar cómics. Lo acabará haciendo, y colaborando en varios fanzines y revistas, mientras se licencia en Filosofía. Jorge Guerrica, por su parte, tiene claro su futuro, relacionado con su carrera: historia, o historia medieval. Pero cuando estaba preparando el doctorado recibe un golpe: su padre está enfermo y le quedan seis meses de vida. Deja Madrid y se vuelve a Bilbao. Allí montan los dos una empresa de diseño gráfico y publicidad. Alex hace el cartel de la primera película de Enrique Urbizu, Tu novia está loca. Y es director artístico del cortometraje de Pablo Berger, Mamá. Para Jorge, el encuentro de su amigo con Urbizu es fundamental. “Le influyó muchísimo conocerlo y trabajar en la película. Y se dijo que si uno de Bilbao podía hacerlo, él también”. Recuerda un verano en que él, Jorge, fue a pasarlo a Asturias mientras Alex se quedaba en Bilbao. “Nos escribíamos cartas, y en sus cartas me decía que quería hacer cine, ya lo tenía claro”.

El detonante fue un decorado que había hecho Alex para un cortometraje y que se quedó sin utilizar. Se trataba de un bar. Alex insistió a Jorge: “Hagamos algo tú y yo con este decorado”. Los dos se pusieron a pensar juntos, algo que llevan haciendo más de treinta años. “Y empezó a salir”, dice Jorge Guerrica: “Entra un hombre en un bar con un tubo, lo pone sobre la barra y pide una mirinda”. El resultado fue el cortometraje Mirindas asesinas (1991), ya un clásico, con Alex Angulo de protagonista. Para estrenarlo, Jorge y Alex se inventaron un festival de bebidas refrescantes al que solo se presentó su película, que ganó de calle.

“Y ver la reacción de la gente a algo que habías hecho tú, la reacción de la gente a algo creado por nosotros: las risas, los aplausos… Me cambió, me metió en el juego: quería hacer eso, quería escribir”, dice Jorge. A su amistad se sumó una relación profesional que continuó con Acción mutante (1993) y se asentó definitivamente dos años después, con El día de la bestia, la película que detonó el cine español (De la Iglesia Mendoza, Alejandro, ganó el Goya; Guerricaechevarría García, Jorge, fue nominado). Los dos tienen pendientes dos estrenos, Veneciafrenia y El cuarto pasajero.

“Alex es un hermano”, dice Jorge. “Con un hermano te vas de comida unos días, te ríes con él otros, te cabreas con él algunos. Pero es tu hermano, lo quieres siempre. Nos conocemos tanto ya que es imposible dejar de querernos”. Qué hacía Alex de la Iglesia apuntado a kárate en el colegio no lo recuerda ni él, como tampoco recuerda ese primer encuentro con Jorge. “Una cosa impresionante es que tiene la misma cara que cuando era niño. Encontré una foto en el álbum de mi padre en la que cuesta saber si era un crío o un señor de 50 años, la cara de un señor de 50 años en el cuerpo de un niño. Un señor pequeño con una maleta”, dice Alex. “¿Cuándo lo conocí? Eso es como preguntarme cuándo leí mi primer Tintín, no tengo ni idea. Jorge ha estado siempre en mi vida, no tengo constancia de la primera vez”.

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