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Alexia Putellas: “No creo que el Balón de Oro me cambie la vida”

Vicente del Bosque (Salamanca, 70 años) se siente como en su casa. Todo son saludos y atenciones a su entrada a la Residencia de la Federación Española de Fútbol de Las Rozas, en Madrid. Allí trabajó durante ocho años, de 2008 a 2016. Se deja caer en un sofá justo en la entrada del salón multiusos que lleva su nombre. Espera sin desesperar a Alexia Putellas (Mollet del Vallés, Barcelona; 27 años), capitana de la selección española y del Barcelona campeón de la triple corona (Champions, Liga y Copa) la temporada pasada. La misma que en agosto fue elegida por la UEFA mejor futbolista europea y que, más que posiblemente, este lunes reciba en París el Balón de Oro.

Su figura, ligera, 173 centímetros, aparece a lo lejos. Pasos cortos, pero decididos. Camiseta roja de manga larga y pantalón corto azul. Le hubiera gustado tener un balón en su zurda para pasar mejor el trago de las presentaciones. Nunca antes se había sentado a hablar de fútbol, su pasión desde niña, con un doble campeón. De Europa y del mundo. Alexia levanta la mirada: “No pensaba que fuera usted tan alto”. Silencio. Piensa que tal vez ha roto un inexistente protocolo. Sonríe. Surge la eterna duda de cómo se tratan. “Yo le voy a llamar de usted, por respeto. Es lo que me sale. Si no le importa…”, dice ella. Luego, en pleno partido, también le tutearía. Gajes del directo. Del Bosque hace un gesto de complicidad.

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Vicente del Bosque. Alexia, estamos aquí porque se acercan días buenos para ti. Todos tenemos las expectativas en el Balón de Oro… Sería estupendo, ¿no?

Alexia Putellas. Ufff… Al final me está pasando todo muy deprisa, pero lo estoy viviendo con mucha intensidad. Soy muy consciente de todo lo que está viniendo. Lo estoy disfrutando, que creo que es lo más importante. Me ha pillado en un buen momento profesional, también personal y lo que más me gusta es compartirlo con mis compañeras. Somos cinco del mismo equipo y faltaría alguna más que hizo también una gran temporada. Es muy bonito que se reconozca un trabajo, poder compartirlo y que todas lo sientan como suyo. Lo que tengo claro es que el premio lo tiene que ganar alguien del Barcelona. Lo más importante es lo que transmitimos el año pasado

D. B. Esta profesión te va a dar muchas emociones y tienes que saber calcularlas, tener un equilibrio emocional. Eres muy joven, pero es muy positivo decir lo que estás diciendo y salir adelante en estas situaciones tan bonitas. No solo piensas en ti, estás pensando en el propio fútbol femenino.

A. P. Sí. El fútbol en general. En el fútbol español. Se trata de relativizar cuando te suceden estas cosas y también saber relativizarlas cuando no vengan. Hay que centrarse en lo que depende de ti.

D. B. Supongo que habrás tenido momentos malos, de desazón…

A. P. Sí, sí, claro. En el club estuvimos tres años sin ganar la Liga y éramos las máximas favoritas cada temporada. Llegábamos al final siempre con opciones y nunca ganábamos. Ahí tuve un momento en el que pensé que debía dar un paso al lado, que a lo mejor no servía para dar más en este club. Lo hablé con el director deportivo y me dijo que no, que confiara en mí y que iba a ser una jugadora importante. A partir de ahí todo fue como ha sido.

D. B. Desde que saliste de Mollet hasta llegar al Barça pasaste por distintas etapas formativas. ¿De qué cantera te sientes?

A. P. Siempre me he sentido de la cantera del Barça. Pasó una situación para tener que salir, pero me siento muy de allí. Era infantil y jugaba con los cadetes. Hubo una reestructuración y por edad no podía jugar. Fui al Espanyol. Estuve allí cuatro años. Luego me fui al Levante un año, hasta que fiché por el Barça.

D. B. Debutar con el Espanyol con 16 años en Primera es la leche…

A. P. También entonces se debutaba antes. No había tantas jugadoras, no había tanto nivel. Ahora hay más competencia, muchísima más.

D. B. En Mollet jugabas en la calle, en el colegio, con chicos, con chicas, mezclados…

A. P. En la plaza, y era la única niña, eso sí. En el recreo también era la única. A veces se metían otras chicas, pero no tanto. Yo notaba una absoluta normalidad, la misma que tenían los niños. Nunca noté nada raro. Y es bonito porque muchos de esos niños con los que empecé en la plaza con tres años siguen siendo hoy mis amigos. Directamente hacía yo los equipos. Ya era un poco mandona de pequeña…

D. B. Tienes un recorrido largo a tus espaldas también con la selección, de la que ahora eres capitana con 92 partidos. Estás próxima ya al centenar…

A. P. Fuimos dos veces campeonas de Europa sub-17 y bronce en un Mundial; una vez subcampeonas con la sub-19. Ahora, la verdad, es que sí pienso en los 100, es un número especial. No puede llegar todo el mundo a ese número. Me hace mucha ilusión. ¿Usted cuántos tiene?

D. B. De jugador, 18…

A. P. Eran otros tiempos…

D. B. Sí, vamos a decirlo así. No era tan bueno como tú. Como seleccionador llegamos a los 114. Dos Mundiales, dos Eurocopas, dos Copa Confederaciones. Fueron ocho años muy intensos y estoy muy satisfecho en todos los sentidos, no solo por lo que ganamos, sino porque en todos esos partidos solo tuvimos un expulsado. Uno.

A. P. ¿Quién?

D. B. Gerard Piqué. Fue una bobada, una impotencia en la final de la Confederaciones que perdíamos 3-0 contra Brasil. Fue una entrada más de impotencia que de mal comportamiento. Lo de la única expulsión lo digo con mucho orgullo. Es muy importante, aunque no lo parezca.

A. P. ¿Cuándo se dio cuenta de que quería ser entrenador?

D. B. Desde que tenía 25 o 26 años lo tenía muy claro. Llegué al primer equipo del Real Madrid con 23 y me fijaba siempre en todo lo que hacían los entrenadores. Luego no me ha valido para mucho lo que hacían, pero sí cómo eran. Siempre he intentado tener el máximo conocimiento, pero también un gran humanismo. Realmente lo que quería ser es entrenador de los niños, una labor más docente, no con los profesionales. ¿Tú ya piensas en ser luego entrenadora?

A. P. No lo sé, pero sí sé que ahora con la edad empatizo mucho más con el entrenador, con su trabajo.

D. B. ¿Eres feliz jugando y entrenándote?

A. P. Sí, mucho, mucho. Intento siempre buscarle el qué a todo para mejorar siempre. Soy una mujer a la que le encantan los retos. Cada día me quiero retar. Es lo que me mueve.

D. B. No es que ganar el Balón de Oro vaya a ser una carga para ti, pero a partir de ese momento vas a tener una mayor responsabilidad. Ahora, como capitana, ya la tienes, pero todavía vas a tener que ser un mejor ejemplo y el ejemplo, ya sabes, que se da con los hechos más que con las palabras.

A. P. Mucha gente me ha dicho que a lo mejor si sucede eso el lunes puede que me llegue a cambiar la vida, pero no lo pienso así. Yo siempre doy el 100% en los entrenamientos, en los partidos, en el vestuario con mis compañeras y no creo que un premio vaya a cambiar nada. Sí que quizás haya más reconocimiento, pero no hacia mí, hacia el fútbol. El único español que lo ganó fue Luis Suárez hace 60 años, aunque creo que ha sido algo injusto que en todo este tiempo no lo haya ganado algún otro, sobre todo en la etapa que usted estaba de entrenador.

D. B. Vas a recoger el relevo de un mítico jugador, de un histórico…

A. P. Me alegro sobre todo porque todos crecemos y eso es muy importante.

D. B. En mi época de seleccionador os veía muchas veces entrenar aquí en la Ciudad Deportiva y creo que el impulso que ha tenido el fútbol femenino no ha sido repentino, sino continuo. En selecciones inferiores habéis competido contra cualquiera y en la absoluta estabais un peldaño por debajo de los más grandes, pero ahora ya podéis competir con ellas. Habéis ido a Mundiales, a Eurocopas y, en clubes, el Barça ya sido campeón de la Champions.

A. P. En las categorías inferiores comenzamos a ganar títulos y era cuestión de tiempo que ese talento y esa forma de competir llegara también a la absoluta. Antes estábamos a años luz de algunas selecciones más potentes. Ahora ya podemos competir contra cualquiera. El hecho de haber ganado la Champions con el Barcelona demuestra que ya no hay distancias. Debemos mantener un respeto. Son selecciones que llevan toda la vida ahí y algunas como Alemania tiene siete Eurocopas, pero tenemos que pensar en nosotras. Apretar, seguir y convencernos de que cada día sirve para mejorar. El objetivo es conseguir algo grande.

Alexia Putellas celebra un gol con el Barcelona. Eric Alonso/Getty

D. B. Cuando comenzaste a jugar más o menos en serio, ¿pensabas que podías llegar a ser profesional?

A. P. No existía siquiera el profesionalismo. He ido viviendo lo que iba pasando, pero nunca me puse metas. Ni estar en la lista del Balón de Oro, ni ganar una Champions. Iba día a día retándome, como hago ahora, para saber hasta dónde puedo llegar. Cuando comenzamos a ganar títulos con las selecciones me di cuenta de que podía llegar.

D. B. Igual que mi caso. Yo soy de Salamanca, me llamó el Madrid, comencé a jugar y entonces pensé que igual podía ser jugador profesional, como los demás.

A. P. ¿Qué cree que ha cambiado de cuando usted empezaba a ahora?

D. B. Ahora hay más medios. Los campos están perfectos. Hay cosas que son atemporales, como la emoción por jugar, pero otras muchas cosas, no. La vida te va a ir dando experiencias, pero tienes que aprovechar esa fortaleza emocional que tienes y aplicarla en este momento tan especial para ti.

A. P. Siempre digo que ojalá hubiera sido más consciente de todo esto de lo que estamos hablando. Me hubiera gustado disfrutar antes de todo lo que me iba sucediendo. También pienso que forma parte del proceso de aprendizaje de conocerte a ti misma. Por suerte me ha llegado pronto. Con 25 o 26 ya comencé a comprender mejor esos momentos de disfrute.

D. B. Eres zurda, te gusta jugar por dentro más que por fuera…

A. P. Sí. Me gusta tomar decisiones, pensar, mientras estoy jugando, qué es lo mejor: cómo le puedo dar más tiempo a la compañera. Cómo puedo facilitar la salida del balón. Donde más decisiones se toman es jugando en el centro. Me gusta estudiar los partidos. Veo mucho fútbol. De todo. Sé cuáles son mis debilidades y mis fortalezas. Sé que no voy a ganar una carrera de 60 metros, aunque físicamente he mejorado en los últimos años. Quería ganar más duelos. Intento anticipar lo que puede suceder. Lo que la compañera necesita y hacia dónde va a ir al siguiente pase. Siempre estoy dándole vueltas a todo. Un aspecto que me propuse mejorar es el juego de cabeza.

D. B. Has comentado que te gustaría que la Liga fuera la mejor del mundo. ¿No crees que para llegar a ello no es positivo que se den los resultados que se están dando? Ganáis 10-1, 9-0, 8-0… Es necesario un poco más de competencia para poder alcanzar el nivel que tú quieres.

A. P. Hablo sobre todo por mí. Aunque se den esos resultados, yo hasta el minuto 90 no voy a bajar la intensidad por si la necesito en una final de la Copa de Europa. Tengo que estar preparada para el día de la máxima exigencia. Esa es la visión que nos planteamos dentro del vestuario del Barça. Ni miramos el marcador muchas veces. Es que nos da igual. Es coger hábitos.

D. B. Tu padre murió cuando tenías 18 años, perdona que toque un asunto tan triste. Era la persona que más estaba contigo y más te ayudó cuando comenzabas. Era un seguimiento silencioso, no el del padre que presiona…

A. P. Voy a intentar no emocionarme… La jerarquía que hay en el fútbol, sobre todo con la figura del entrenador, la entiendo gracias a él. Me lo inculcó. Siempre me decía que había que hacer caso al entrenador porque iba a mirar lo mejor para el equipo.

D. B. ¿Eres más de Xavi o de Iniesta?

A. P. No, no me haga elegir. De los dos. Es imposible. He coincidido más con Xavi que con Andrés y aún le admiro más después de conocerle. De pequeña siempre iba al Camp Nou con mi padre. El fútbol se ve muy diferente que en la televisión. Yo lo noto mucho con Busquets. Tú le ves en el campo y ves cómo está leyendo las cosas, cómo está pendiente de todo. Es una pasada.

D. B. ¿Qué le dirías a una chica que sueña en ser como tú?

A. P. Que hiciera en todo momento lo que le haga feliz. Si es el fútbol, pues el fútbol. Que coja valores y si llega será perfecto y si no llega, esos valores le van a dar mucho… Le quiero hacer una última pregunta. ¿Cómo describiría el momento en el que fueron campeones del mundo? ¿Qué sintió?

D. B. Habíamos tenido en España generaciones muy buenas de jugadores que podían haber sido campeones anteriormente y nunca se había dado. Nosotros tuvimos esa pizca de suerte que otras generaciones no tuvieron. A vosotras, por ejemplo, os queda con la selección absoluta conseguir un gran éxito…

A. P. Lo tengo aquí, entre ceja y ceja. Y ya está puesto encima de la mesa y vamos todas con la misma ilusión.

“¿Huelga? Todas las jugadoras debemos ir a una”

La situación de la Liga femenina no podía obviarse. Vicente del Bosque plantea el asunto con delicadeza y Alexia tampoco quiere alejarse de la prudencia a la hora de juzgar el contexto, pero su tono de voz delata su intranquilidad por cómo se están desarrollando los acontecimientos. “Yo, por ejemplo, necesitaba más facilidades para poder mejorar como futbolista. En cuanto las tuvimos, llegamos a una final de la Champions con el club. La perdimos, pero a los dos años, la hemos ganado. Era necesario para crecer en talento, en el físico, en todo. Tiene que existir algo que reconozca que la profesión de futbolista es una profesión. La realidad ahora es que el convenio colectivo está denunciado y no se está negociando. Eso es un problema. La vigencia tiene un límite. Se están mezclando muchos intereses”.

Del Bosque plantea si la distancia que separa a Tebas y Rubiales, presidente de LaLiga y la federación, puede afectar negativamente la situación y Alexia elige el pase al despeje. “Todo afecta, sobre todo cuando hay negociaciones y se empiezan a mezclar temas. Está claro quién sale perdiendo. Hay que convertir los resultados que estamos obteniendo en algo positivo. No hay excusas. ¿Huelga? Tenemos que ir todas a una y la situación ahora no está muy clara”.

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