Alfonso Herrera (Ciudad de México, 38 años) no se cansa de los aeropuertos. Son sus lugares favoritos en el mundo. “Mucha gente los considera ‘no-lugares’ porque son sitios de transición, pero a mí me llenan de nostalgia, en ellos podemos hacer absolutamente todo: comer, viajar y descansar”, cuenta en una videollamada con ICON. Y no es para menos: un avión es un guiño a la vida que pudo haber tenido. Antes de debutar en la pantalla grande con Amarte Duele (2002), una de las películas mexicanas más taquilleras de la historia, el joven Alfonso tenía todo listo para viajar a San Antonio, Texas y convertirse en piloto de aviación. Sin embargo, unos días antes de eso, en el taller de teatro del instituto lo invitaron a hacer un casting para ua película y decidió presentarse por mera curiosidad.
Fue así como inmediatamente lo eligieron para el papel de Fernando, un chico adinerado y clasista de Ciudad de México que es el novio de la protagonista, Renata (Martha Higareda) en Amarte Duele . “Yo no tenía pensado ser actor, no tenía esperanza ni expectativa alguna. A veces me pregunto qué hubiese pasado si hubiese sido piloto”. De ahí continuó con la telenovela juvenil de Televisa Clase 406, pero su primer encontronazo con la fama internacional fue al interpretar el personaje de Miguel Arango en Rebelde, una serie televisiva que pronto se convirtió en un fenómeno en toda América Latina y España. De ese proyecto salió otro, la banda pop RBD. Con ellos, Herrera se hizo con un puñado de discos de platino, oro y diamante. Hoy, sin embargo, ha aparcado su carrera como cantante, ya que considera que la música no es su principal fuerte. “Nos acusaban de hacer mucho playback, y en mi caso no fue así: yo cantaba fuerte y feo, pero era yo. Y tampoco eran canciones que te exigieran mucho. Nunca pretendí ser el cantante que México estaba esperando, yo sé perfectamente mis pros y mis contras”, recordó en una entrevista para El Interrogatorio de Foro Tv en 2016.
No le molesta que le pregunten sobre Rebelde y sobre esos años de juventud en que parecía comerse el mundo. Lo recuerda con cariño, como un punto de inflexión en su carrera. “Desde que entré a ese proyecto ya no pude soltarme de la industria audiovisual. Yo agradezco profundamente haber sido parte de Rebelde porque me dio una gran proyección. Y veo que siguen teniendo un éxito impresionante, ahora tienen una nueva adaptación en Netflix”.
Alfonso Herrera en sus tiempos de estrella del pop, durante un concierto de la banda RBD en 2006.Victor Chavez (WireImage)
“En esos años no éramos conscientes de la magnitud que tuvo Rebelde, tuve la oportunidad de viajar a prácticamente a todos los países de Latinoamérica, pero especialmente en Brasil había un furor y un apasionamiento muy grande por este proyecto”, recuerda Herrera. De hecho, en ese país tuvo lugar un hecho que muestra la cara más trágica de un fenómeno de masas: en 2006 fallecieron tres fans y decenas resultaron heridos como consecuencia del tumulto de gente originado en un espacio con un aforo de 3.000 personas donde acabaron llegando 10.000 fans de la banda.
Para Herrera, el convertirse en un ídolo adolescente de esa magnitud implicaba cargar con la sombra de Rebelde y de las telenovelas de Televisa y que deseaba dejar atrás. “Después de Rebelde paré y me pregunté a mi mismo: ‘¿Qué quiero hacer, hacia dónde quiero ir realmente?’. Yo estaba muy cómodo en Televisa porque tenía una exclusividad y recibía un cheque mensualmente y eso, de alguna manera, me hacía un flojo porque ya no te aventuras ni experimentas”, reveló el actor en una entrevista para el Canal One en 2019.
“En ese tiempo me presenté a un casting para La Dictadura Perfecta (2014), del director Luis Estrada y me aceptaron, pero, al mismo tiempo tenía que hacer una telenovela en Televisa. Decidí irme de la empresa y no actuar en la telenovela. Me sentía tranquilo con esa decisión a pesar de sentir mucha incertidumbre por ya no contar con esa comodidad económica, pero confiaba en que se abría un abanico de posibilidades. Yo sabía que mucha gente me conocía y que muchos productores y directores no querían trabajar conmigo porque probablemente venía de ciertos proyectos”, explicó en Canal Once.
A partir de ahí, su recorrido profesional continuó al alza y ha logrado trabajar en diferentes países alrededor del mundo, pero regresando siempre a México, ya que considera que en su propio país ha logrado diversificar su carrera, tal y como reconoció en una entrevista para EL PAÍS en 2016: “Se están haciendo cosas muy interesantes en México y todo eso se consume en Estados Unidos, Latinoamérica y en muchos otros mercados. Es un gran país para trabajar y para vivir”.
Alfonso Herrera y Miguel Angel Silvestre en la gala de los Premios Iberoamericanos de Cine Fenix 2015.Victor Chavez (WireImage)
Su último trabajo también promete ser un éxito importante. Ahora, Herrera interpreta a Javier Elizondo en la cuarta temporada de la serie Ozark en Netflix, que se estrenó el pasado viernes. Esta es una serie de narcos donde, a diferencia de otras producciones de la misma temática, los villanos no solo son latinoamericanos. En ella acaban hasta el cuello ciudadanos estadounidenses e incluso autoridades como el FBI y la CIA. “Ozark muestra que la responsabilidad en el narcotráfico, en el tráfico de drogas y de armas no solo recae en los vecinos del sur, como México. La responsabilidad es conjunta y es global”, explica. “Gran parte de los sistemas financieros en Estados Unidos y en el mundo se sustentan a partir del lavado de dinero, es impresionante la cantidad de personas de cuello blanco que están involucradas que no tenemos ni idea”, dice.
“Ozark se sale del estereotipo de las grandes metrópolis donde estas historias ocurren. Así como existe el macrocosmos existe el microcosmos, como lo es la ciudad de Ozark en Misuri, una zona tranquila del interior de Estados Unidos en donde un niño puede tener fácil acceso a un arma y desde donde la familia Byrde blanquea dinero”. Pero, ¿qué diferencia a los narcos de esta serie de los del resto? “Ya hemos visto muchos personajes como estos en otras producciones, la clave, en mi trabajo como actor, era humanizarlos. Javier Elizondo, por ejemplo, es alguien que disfruta de los pequeños placeres de la vida, le interesa estudiar, le gusta compartir una tarde en un museo o una charla interesante”.
En esta cuarta temporada de Ozark, que se grabó en plena pandemia, el mexicano comparte créditos con los actores Jason Bateman (Marty Byrde en la serie), Laura Linney (Wendy Byrde) y Julia Garner (Ruth Langmore). “El poder que estas personas tienen en Hollywood también va de la mano con su generosidad: si sienten que tú o alguien del equipo necesita algo se ponen a tu disposición, te ayudan, te enseñan. Todos ellos formaron una gran familia desde la primera temporada”.
Esta no es la primera vez que Herrera trabaja en una gran producción de las plataformas de streaming. Entre sus proyectos destaca su participación en Sense8 (2015) de Netflix, con el personaje de Hernando, pareja de Lito Rodríguez, interpretado por Miguel Ángel Silvestre, El exorcista (2016) de FOX, donde encarna al sacerdote Tomás Ortega, o El baile de los 41 (2020), tambén de Netflix, con el papel de Ignacio de la Torre y Mier, un filme que aborda una historia de amor homosexual en el México de Porfirio Díaz.
Alfonso Herrera en ese momento decisivo en la carrera de todo actor todoterreno: hace de cura. Fue como Tomás Ortega en la adaptación televisiva de ‘El exorcista’.FOX (FOX Image Collection via Getty I)
Por ahora el actor se encuentra en la capital mexicana, cerca de sus dos hijos y centrado en proyectos en su país. A finales de 2021 anunció a través de su cuenta de Twitter su divorcio, tras cinco años de matrimonio, con la periodista Diana Vázquez. “La situación se da de común acuerdo y en términos amistosos, siempre deseándonos lo mejor”, decía la publicación.
Mientras tanto, Herrera no para de trabajar. Su agenda para este 2022 está casi cubierta. Por ahora planea quedarse en la capital mexicana para trabajar en su país y al mismo tiempo estar cerca de su familia. Hará su primera incursión en el mundo del podcast, doblará una película animada, esperará que en los próximos meses se estrene la segunda entrega de la cuarta temporada de Ozark (que está dividida en dos partes de siete capítulos), y retomará, si la evolución de la pandemia lo permite, las misiones a centroamérica por parte del ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), organización con la que colabora como embajador de buena voluntad. “Con mi trabajo yo no juzgo ni las plataformas, ni las ventanas, lo importante es que sea una buena historia y a partir de ahí crear sin dejar de divertirme, ya que todo sale mejor si te diviertes”, finaliza.
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