Seguro que tú también has oído hablar de los alimentos fermentados porque están más de moda que nunca. Se trata de una tendencia saludable que todas deberíamos seguir para cuidar la flora intestinal. Y es que los alimentos fermentados son una joya para la salud del aparato digestivo.
¿Qué son los alimentos fermentados?
Vamos a empezar por explicar qué son exactamente este tipo de alimentos. Son aquellos que han sido sometidos a un proceso de fermentación, durante el cual han desarrollado bacterias y microorganismos que son saludables para el organismo. Tienen un gran efecto antioxidante y antiinflamatorio, y contribuyen a combatir múltiples enfermedades.
A la hora de consumirlos, contienen microbios, que pueden estar vivos o no. La fermentación mejora el valor nutricional y la digestibilidad los alimentos, así que los beneficios de tomarlos son muy amplios, tanto para la salud en general como para la intestinal.
Los mejores alimentos fermentados para la salud
El primero en la lista es el tempeh, un alimento originario de Indonesia y que en los últimos años se ha ganado una gran popularidad en Occidente. Está elaborado a base de soja fermentada de forma natural, y tiene un contenido en proteínas, fibra y vitaminas muy alto. En dietas vegetarianas y veganas se considera un sustituto de la carne. Su sabor es un poco más fuerte que el de la soja.
El miso es un alimento que se lleva consumiendo en China y Japón desde hace varios miles de años. Se trata de una pasta elaborada con semillas de soja y cereales como el mujo, el centeno o el trigo, entre otros, fermentados. Aporta un sabor muy agradable a las comidas y es excelente para reconstruir la flora intestinal dañada. Además, contiene enzimas que mejoran el tránsito intestinal y es una fuente rica en proteínas.
A pesar de no ser uno de los alimentos fermentados más conocidos en España, merece la pena darle una oportunidad al cruchut. Se prepara fermentando las hojas de repollo en agua con sal. Se utiliza a modo de acompañante de platos aliñados con pimienta o eneldo.
Y, por último, el kéfir, un producto lácteo fermentado con hongos y bacterias. Se elabora con leche, la cual se fermenta para transformar la lactosa en ácido láctico. Tiene una textura blanda, de aspecto gelatinosa. Se trata de un alimento rico en levaduras, lípidos, probióticos y proteínas que cuidan la salud del intestino.
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