Viene de ponerse la primera dosis de “la Pfizer”. Arrolladoramente simpática, quizá en parte como ariete y en parte como coraza, habla por los codos y establece ella solita esa complicidad instantánea que se da a veces entre mujeres casi coetáneas con solo mirarse a los ojos. Antes de la cita, la han maquillado primorosamente para la foto y, cuando nos traen unos botes de la máquina de refrescos de la productora de la serie, saca de su bolso gigantesco, donde lleva desde cepillos hasta fruta y analgésicos, un termo con hielo para la cocacola: “es que me gusta con hielo y, chica, en los caterings nunca tienen”. Se le notan todas y cada una de sus décadas de oficio delante y detrás de la escena. Y una alegría incontenible por tener, por fin, la tranquilidad que da la vacuna.
¿Tanto le teme al virus?
Mucho. He estado un año sin salir más que al teatro a trabajar, y ahí vamos sin mascarilla, a cara de perro. Tengo miedo sobre todo porque soy cuidadora de abuelas. En casa siempre están o mi madre o mi suegra, y la responsabilidad de llevarles algo me podía. Cuidar es una cosa que hago bien.
Pregunta sexista: ¿Eso es por ser la única chica de cuatro hermanos?
Puede, pero no te creas. A mis hermanos los tengo muy bien educados, y mi madre ni te cuento. Vengo de una familia de mujeres independientes. Mi abuela María Fernanda se fue a Hollywood y se casó tres veces. A mi tía Amparo Rivelles la echó el Régimen y se fue a México, triunfó como una diosa, tuvo una hija de soltera y nunca dijo quién era el padre. Y mi madre ha vivido como ha querido. En casa hemos sido feministas por la vía de los hechos consumados. Mujeres empresarias, dueñas de su vida. Y, aunque he vivido rodeada de tíos, no jugaba a las muñecas, las destrozaba jugando a carniceros.
¿Cómo ve a las jóvenes feministas?
Nos enseñan mucho porque denuncian lo que para nosotras era normal. Yo he dado hostias como panes. Recuerdo a un tío meterme mano y darle una leche. Lo que no he vivido es el acoso de un productor, porque he sido productora desde los 24 años, pero esas actitudes eran normales para todas. Para mí, para mi madre. Y te estoy hablando de mujeres feministas, pero nos parecía normal, y lidiábamos con ello.
En ‘Los hombres de Paco’ hace de una coronel del Ejército. ¿Tiene más ovarios ella o usted?
Sí, soy la coronel Dolores Urbizu, una tía bregada en Afganistán que está en un momento de su vida que no sabe si retirarse o quedarse. Y, sí, yo también los tengo, desde cría. He tenido tres hermanos tíos y los llevaba como una vara: me llamaban Rommel, los cabrones. Yo el carácter lo he mamado en casa. He triunfado más con personajes fuertes que con otros de buena chica. No sé por qué, pero gusto con el látigo. Y a veces haciendo reír sin dejar el látigo, que no creas que es fácil.
¿Qué aprendió de periodismo en ‘Periodistas’?
Nada, las series no van de profesiones, van de emociones. De amor, de celos, de risas, de venganza, de la vida. Lo único que hago es intentar comprender al personaje y situarlo en su época y en su momento personal. La profesión, para los profesionales.
Nieta, hija, sobrina, hermana de actores. ¿Tenía el futuro escrito?
Un poco sí. Yo quería ser médico, pero se empeñaron en que fuera actriz. Bueno, eso, y que había que estudiar tela. Mi abuelo Ismael me metió el veneno de la interpretación y luego me gustó, pero me gustó de mayor, de jovencita esto era un juego.
Su familia debe de ser un festival de egos ¿Cómo sobrevive?
No te puedes imaginar. A ver, egos hay en todos los oficios, he visto cajeros de súper superegocéntricos. Lo de mi familia ha sido muy divertido y muy intenso. Tendría que escribir los Episodios Nacionales, no vale con un tomo. Ha habido muchas generaciones y mucha mandanga que contar.
Su hermano Luis me dijo en una entrevista que dejó de ser joven cuando murió su padre. ¿Le pasó lo mismo?
Yo estuve un año sonada. A veces lo que hacen los médicos para alargar la vida a las personas es tan fuerte que te acaba matando. Creo que mi padre siempre supo que se iba a morir, quienes queríamos que se quedara éramos nosotros. Estuve 70 días metida en una UCI con él. Mi padre era más que mi padre, era el hombre de mi vida. Y después me tiré un año en un sofá mirando hacia arriba. No daba pie con bola.
¿Qué tiene que tener una actriz para llevar casi 40 años en escena?
Tienes que gustar, provocar sentimientos, los que sean: reír, llorar, caer bien, caer fatal, pero tiene que pasar algo. No puedes pasar desapercibida. Si supiéramos lo que funciona, lo haría el Banco Santander. Es un misterio.
Llevaba 13 años sin hacer tele. ¿Retiro voluntario o forzoso?
No me llamaban. Cero. Me refugié en el teatro, donde soy mi propia jefa. El teatro es más agradecido con las mujeres maduras. Pero cada vez cuesta más encontrar funciones para una tía de cincuenta y muchos. Tengo 58, puedo dar 55, pero no quiero hacer de más joven, no me gusta.
¿Se siente presionada por parecerlo?
No, hasta que he vuelto a hacer imagen otra vez. Yo me he visto estupenda siempre, pero, claro, te llaman para hacer de la novia de Paco, el de los hombres de Paco, y para que se enamore de una tía que, aparte de lista, tiene que estar cañón. Y no te lo dicen, pero tú te ves tus arrugas con un focazo enfrente. No sé. Es una presión rara que tienes que librar tú sola.
¿Y cómo va el pulso?
Pues mira, he ido muchas veces a preguntar y luego he dicho que ya iría, si eso. Y dejé plantado a un cirujano casi en el quirófano. Me arrepentí, soy bastante miedosa. Aquí la única que resiste es Frances McDormand, que sale la tía sin maquillar y sin peinar, que hay que tener unos huevos… A mí me sigue importando, sigo deshojando la margarita, tengo dudas.
¿Y por qué Paco, el de los hombres de Paco, no las tiene?
Pues porque en nuestra generación, ya sabes, el hombre y el oso… El propio Paco Tous lo dice: a mí no me exigen lo mismo que a ti. No tienes más que ver los anuncios de la tele. Las mujeres parecemos sacos de basura: hemorroides, dentaduras, incontinencia. ¿Por qué no sacan a calvos y barrigones? Ahora, eso se ha acabado. Las chicas jóvenes quieren tíos buenos, y los chicos jóvenes también van a sentir esa presión,
¿Cuándo se dio cuenta de que, sin ser mayor, ya no es joven?
Cuando me miró un tío bueno en un semáforo y yo, en vez de sacar culo, sujeté el bolso porque creí que iba a robármelo. Dije, coño, me he hecho mayor. Se lo conté a mi hermano y le hizo tanta gracia que dice que lo va a escribir en una obra. Pero, ¿a que tú me entiendes? Eso es definitivo.
LA JEFA DE PACO
Nieta de María Fernanda Ladrón de Guevara y de Ismael Merlo. Sobrina de Amparo Rivelles. Hija de Carlos Larrañaga y María Luisa Merlo. Hermana de Luis Merlo. Cuñada de Maribel Verdú. Amparo Larrañaga (Madrid, 58 años) echó los dientes tras las tablas de los teatros donde actuaban los suyos y, ahora, regenta junto a sus hermanos su propia productora teatral, donde siempre halla refugio en las travesías de todos los desiertos. Después de más de una década fuera del foco televisivo y cinematográfico regresa a la tele encarnando a una coronel de armas tomar en ‘Los hombres de Paco’. “Tengo tantos o más ovarios que ella”, advierte, por si quedaran dudas al respecto.
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