Por Fernanda Pérez Rivera Moisés
Ana decidió dejar su hogar, en Colombia, después de que varias de sus amigas trans fueran asesinadas y ella misma fuera víctima de un intento de transfeminicidio.
“Me di cuenta de que poco a poco estaban muriendo muchas amistades mías”, dijo la mujer trans, de origen venezolano y 34 años en entrevista con Aristegui Noticias.
“Yo quisiera estar tranquila, estar segura de que nadie me va a pegar un tiro en la calle o me van a lanzar una botella cuando yo camine”, expresó.
Durante su vida, tanto Ana como otras mujeres trans, se ha enfrentado a discriminación y violencias por su identidad de género. De acuerdo con la asociación civil Letra S, Sida, Cultura y Vida Cotidiana, se han registrado por lo menos 55 transfeminicidios tan sólo en México.
Ana ha perdido a varias de sus amigas, a quienes les han quitado la vida por crímenes de odio. Debido a esta situación, comenzó a considerar partir desde su domicilio en Bogotá hacia Estados Unidos. A esto se sumaban las dificultades económicas que atravesaba y riesgos de los que era víctima por ejercer el trabajo sexual.
Asimismo, encontraba obstáculos para recibir un tratamiento contra el VIH, un padecimiento común entre dicho sector. “Quería estar sana. Ya no soportaba tener que esperar un mes o dos meses para recibir un tratamiento”, explicó.
Sin embargo, tomó la decisión definitiva cuando un hombre, que previamente la había “humillado por ser trans”, acudió a su domicilio con un arma e intentó asesinarla.
“Un día tuve una discusión con un hombre que se metió conmigo, pero como ya sabes que una cuando está en la calle, una tiene que ponerse el nivel de ellos para defenderse y no dejarse”, relató.
Seis meses después de dicho altercado, el hombre apareció fuera de su casa con un arma y me empezó a disparar.
“Cuando él me apuntaba, me insulta y me dice que me va a matar. “Marica, hijo de puta”, me dijo. Yo simplemente volteé y grité y corrí”, recordó la venezolana.
Tras dicho ataque, Ana temía por su vida, ya que el agresor conocía su dirección, por lo que el mismo día decidió migrar hacia Estados Unidos junto con su pareja.
“No me importa empezar de cero, pero me importa estar segura, tranquila, sin miedo de salir”, aseveró.
El viaje comenzó desde Bogotá hacia Medellín y a Necoclí, en Colombia. Continuó por Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala, hasta finalmente arribar a México.
Durante dicho trayecto, cada vez que llegaba a un lugar nuevo atravesaba campamentos donde hombres con armas le exigían que les otorgara dinero si deseaba salir del sitio, pagando hasta 150 dólares por su libertad.
“Era una mafia que ya tenían todo preparado para que cada vez que llegaras te quitaran dinero”, lamentó.
Una vez en México, esto no se detuvo, sino que también la amenazaron con secuestrarla si no entregaba su dinero. Además, se tuvo que trasladar por caminos alternos buscando evitar a la policía migratoria, con el fin de evitar ser devuelta a Villahermosa. Ante las violencias, Ana se vio obligada a volver a la prostitución.
Sin embargo, en la Ciudad de México pudo llegar a la Casa Hogar “Paola Buenrostro”, donde se encuentra en espera para regularizar su situación migratoria ante la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR). En dicho sitio le han proporcionado apoyo para recibir tratamiento para el VIH y tramitar un permiso para transitar libremente por México hasta llegar a la frontera con Estados Unidos.
No obstante, Ana aún se siente vulnerable porque teme que las condiciones la orillen a volver a ejercer la prostitución.
“Yo pude haber muerto en toda esa travesía y todavía no he llegado donde quiero”, apuntó.
Luisa Martínez Galdamez, coordinadora de salud de la Casa Hogar Paola Buenrostro, señaló durante entrevista con Aristegui Noticias que las mujeres trans migrantes son víctimas de violencia, marginación y discriminación en todos los espacios, incluida la misma comunidad LGBT+ y entre los propios paisanos.
“Es un pecado para la mayoría del mundo ser una mujer trans”, advirtió.
De acuerdo con Martínez, mientras migran, muchas son agredidas sexualmente y algunas son violadas. A esto se suma que la mayoría son portadoras de VIH. Sin embargo, son pocas las asociaciones que apoyan a este sector.
De acuerdo con el Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH y el Sida (Censida), en el 2016, la tasa de prevalencia de VIH entre mujeres trans y trabajadores sexuales fue del 16%. Es el tercer grupo más vulnerable hacia esta enfermedad, luego de los hombres que ejercen trabajo sexual (24%) y hombres que mantienen relaciones sexuales con hombres (17%).
Ante esto, Martínez consideró que las autoridades y funcionarios deberían tener “tacto”, porque consideró que muy pocos tienen la capacidad de atender a poblaciones vulnerables.
“No somos personas invisibles, somos personas que al final de cuentas tenemos el mismo derecho que todos”, concluyó. “Tenemos los mismos derechos de salud, de vivienda, de trabajo, de ser respetadas”, añadió.
Ante esto, reiteró que Casa de las Muñecas busca apoyar a este sector vulnerable y “ayudar a la gente que el gobierno no quiere”.
Por su parte, Ana estimó que los procesos migratorios deberían ser más fáciles, mientras que los funcionarios podrían ser “más atentos” y “comprensivos” con las mujeres trans ante las violencias que han vivido.
“Si nosotras venimos huyendo es por algo”, subrayó. “Estamos más vulnerables que cualquier persona en la vida”, agregó.
De acuerdo con la venezolana, las mujeres trans son rezagadas porque se prioriza a las familias con hijos en las estaciones migratorias. Además, se encuentran más vulnerables, ya que muchas son portadoras de VIH.
A esto se suma que la venezolana denunció que recibió agresiones en los países que atravesó porque no se han respetado sus derechos por ser una mujer trans.
Por su parte, la activista y fundadora de la Casa de las Muñecas Tiresias, Kenya Cuevas, reiteró durante entrevista con Aristegui Noticias que las mujeres trans son víctimas de diversas agresiones por su identidad de género, la cual no es plenamente reconocida.
Frente a ello, sostuvo que los albergues que ha instalado buscan proporcionar un espacio seguro para dicha población, así como subsanar las obligaciones que no está cumpliendo el gobierno con este sector.
Por último, en el marco del Día Internacional de la Mujer, que se celebra este 8 de marzo, expresó que espera que en futuro las mujeres trans puedan expresarse libremente y su identidad sea reconocida.
Actualmente, Ana desea continuar con su trayecto hasta llegar a Estados Unidos, ya que tiene el sueño de aprender sobre peluquería y abrir un salón una vez que llegué al país de destino.
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