Mediada la primera parte en San Siro, con un Real Madrid sufriente y desenfocado, Carlo Ancelotti rompió su quietud habitual para reclamarle varias veces a Vinicius que presionara a Skriniar en un intento de empezar a quitarse de encima el dominio del Inter. Sobre el campo y en todas sus comparecencias, la mayor preocupación del italiano en este inicio de curso es el trabajo defensivo. Da igual que el brasileño se desate de repente como goleador, que Benzema no afloje o que a Camavinga apenas le hagan falta unos minutos para dejar rastro ante la portería rival. La demanda es clara pese a las cuatro victorias y un empate: el trabajo sin balón de todo el grupo debe mejorar.
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Y en Milán, en un estreno europeo exigente y de gran cartel, el entrenador blanco pasó a la acción. Las numerosas advertencias públicas le parecieron esta vez insuficientes y el preparador actuó sobre la alineación en busca de más nivel defensivo general y sin atender a otras consideraciones de carácter político: Lucas Vázquez entró en lugar de Hazard, que se marchó de Italia sin jugar un minuto tras calentar casi toda la segunda parte; y Nacho ocupó el lateral izquierdo con Alaba de central, en perjuicio del canterano Miguel Gutiérrez, al que no quiso exponer en una plaza de primera. Dos medidas empujadas claramente por la precaución. En el caso del gallego por el belga, Ancelotti explicó su intención: quería más energía en las dos partes del campo.
Sin embargo, el movimiento de piezas no le evitó al Madrid la angustia durante una hora de juego. 14 tiros recibió en la primera mitad, la segunda mayor cifra sufrida hasta el descanso en Champions desde la 2005/06, tras los 15 en 2013 contra la Juventus. Solo la respuesta de Courtois alivió a los blancos, pero la intervención de Ancelotti sirvió para reflejar su preocupación con este aspecto y el aviso de que está dispuesto a mover elementos. En San Siro dio vuelo a Lucas Vázquez en perjuicio de Hazard (segunda suplencia del curso) y prefirió a los zagueros más experimentados.
Desde el primer día, el entrenador lleva pidiendo más “sacrificio” sin balón
Los datos generales en este todavía corto periodo de competición reflejan cambios respecto a la dinámica del año pasado. El equipo blanco mejora notablemente en goles a favor (14-6) y empeora en los encajados (6-3) como consecuencia, en parte, del mayor número de tiros recibidos por encuentro (15,8-14,5; a puerta: 5,6-4,9). El retrato es fácil de trazar: más dañino arriba, más vaporoso atrás y, aunque aún no ha perdido, con la tarea pendiente de completar una actuación consistente de principio a fin, sin tantas idas y venidas.
Hasta ahora, mientras se iba cociendo esta estadística en el mes de encuentros oficiales, Ancelotti ha ido dejando declaraciones casi a diario de su inquietud. Desde la primera jornada. Tras golear al Alavés (1-4) después de una primera parte floja, aseguró que su equipo no había tenido “el coraje de presionar arriba” cuando dispone de “defensas rápidos”; y para poner en valor a Nacho lo calificó de “pesimista” por pensar siempre que algo malo puede pasar. La noche de la explosión de Vinicius contra el Levante (doblete en el 3-3), analizó con prudencia la actuación del extremo y se centró en insistir sobre los errores atrás.
Nacho y Militão
Antes de visitar al Betis (0-1), advirtió de que “el trabajo defensivo es sacrificio y concentración, no calidad”, y que “el fútbol hoy no te permite defender con siete u ocho”. Y tras vencer en el Villamarín sin encajar, volvió a recordar el objetivo: “Puede pasar que no estemos tan finos con el balón, pero sin balón podemos hacer más”. Paradójicamente, tras escapar vivo de San Siro y admitir que Courtois les había salvado antes de la diana terminal de Rodrygo, dijo que defensivamente no habían estado mal. Eso sí, cuando le preguntaron por Camavinga, autor de un gol y una asistencia en los escasos 34 minutos que suma con el Real Madrid, remató la respuesta poniendo un deber: “El aspecto defensivo tiene que mejorarlo y lo va a hacer”.
Alaba, señalado hombre clave en el centro para subir la línea de presión
En este puzle, por sus manifestaciones y decisiones una pieza parece decisiva: David Alaba. El austriaco aterrizó en el Bernabéu con el cartel de polivalente colgado del pecho, con experiencia en los puestos de central, lateral izquierdo y centrocampista, pero el italiano ya ha señalado públicamente que la prioridad es colocarlo en el eje de la zaga. Lo quiere ahí por su capacidad para llevar la línea de presión alta, como explicó después de derrotar al Betis, y elevar varios metros el posicionamiento del Madrid.
Esta es una de las conclusiones a las que ha llegado tras los primeros problemas defensivos. En los dos choques iniciales (Alavés y Levante), lo situó en el lateral izquierdo, con Nacho y Militão de centrales, sin embargo, en Milán el desplazado al lado zurdo fue Nacho, dando prioridad a Alaba en el centro. Miguel Gutiérrez, de 20 años, errático el pasado domingo en el 0-1 del Celta y asistente de Benzema en el 2-2, lo vio todo desde la banda. “Tenemos jóvenes de mucha calidad, pero en este tipo de partidos debo meter experiencia. Es normal”, apuntó dando esta regla por sentada. Salvo sorpresa, ese lateral será para la fibra de Mendy, sin jugar desde mayo por lesión, por delante también del declinante Marcelo.
En los últimos tiempos, la pérdida de amenaza ofensiva multiplicó la importancia del rendimiento defensivo en el Madrid. En varias ocasiones, Zidane ensalzó el trabajo colectivo con la frase: “No arriesgamos nada”. Esta temporada, y etapa, ha arrancado más fértil en ataque, aunque Ancelotti sabe que si quiere llevarse alguna presa de caza mayor deberá progresar atrás.
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