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Ancelotti dispara a Vinicius


La noche del reencuentro del Real Madrid con el Bernabéu y con su público, Vinicius dejó para las hemerotecas sus abrazos en la grada, y entre los rivales una honda impresión de futbolista transformado. “Parece otro”, comentaba en privado uno de los jugadores del Celta que le sufrió en el campo. Su salto a las butacas con la pandemia todavía activa no irá más allá de la amonestación del árbitro, según fuentes de LaLiga y la Federación Española; mientras que sus repentinos síntomas de finalizador letal se encuentran aún en observación. Lleva cuatro goles en los cuatro partidos iniciales de esta Liga, y según los datos de Opta para anotar los cuatro anteriores había necesitado 46 encuentros.

Con un verano y un cambio de entrenador por medio, las cifras lo sitúan por ahora entre los elegidos del área. Es el quinto futbolista de las cinco grandes ligas europeas con más tiros a puerta cada 90 minutos, con 2,84, por detrás de Lewandowski (3,29) y Dolberg (2,95), por ejemplo, y por delante de Lautaro (2,69), Sterling (2,26) y Haaland (2,25), según los datos elaborados por fbref.com, que lo sitúan también como el noveno del continente que más goles esperados (la métrica que mide la calidad de las ocasiones) genera cada 90 minutos sin contar los penaltis. Vinicius crea ocasiones que el análisis de Statsbomb valora en 0,83 goles cada 90 minutos, en una clasificación que de nuevo lidera Lewandowski (1,35) y en la que aparecen también Cristiano (1,07), Mané (0,99) y Haaland (0,85).

El salto desde el final del curso pasado resulta asombroso: en los últimos 12 partidos de esa temporada el brasileño solo tiró ocho veces a puerta. Los números del joven delantero de 21 años, que lo sitúan ahora como cuarto máximo goleador de Europa por detrás de Lewandowski, Benzema y Haaland, inspiran reflexiones coincidentes en el Real Madrid y en el equipo de trabajo del futbolista. Es muy pronto para asumir que Vinicius seguirá ahí el resto del curso, pero resulta evidente que la llegada de Carlo Ancelotti ha transformado un aspecto esencial del brasileño: “Tiene confianza”, decía el mismo futbolista del Celta sorprendido el domingo por su evolución.

Por ahí, por la confianza, empieza también la explicación de una fuente cercana al futbolista. Antes del partido del regreso al Bernabéu, Vinicius se encontraba inquieto. Quería jugar, pero había regresado muy tarde el viernes de tres partidos con la selección brasileña en los que apenas participó, pero que le obligaron a largos viajes y le privaron de sesiones de entrenamiento. Temía que esa circunstancia lo condujera al banquillo. Sin embargo, Ancelotti le mantuvo en el once, como antes del parón.

Trabajar a las órdenes del italiano le ha quitado un peso de encima. Con Zidane, vivía con el temor de no escoger lo que esperaba el francés y que eso lo llevara a semanas en el dique seco. Con Ancelotti siente que cuenta con margen para equivocarse, y eso le provoca cierta liberación.

“Desde el primer momento Carlo estaba seguro de que era una cuestión de confianza”, dicen fuentes del entorno del técnico. “Cree en su fútbol”. Desde el lado del brasileño, coinciden en que es así y creen que está resultando decisivo. Aunque señalan también al trabajo, empezando por la mayor atención al trabajo táctico del italiano respecto de la etapa del francés, algo que ayuda a un Vinicius aún por cocinar en ese aspecto. El brasileño se mueve con más sentido, con más calma, y trata de hacerlo en zonas más cercanas al área y tirando con mayor frecuencia carreras en diagonal desde la banda. Hasta Benzema le ve con otros ojos: ha pasado de quejarse de que parecía jugar con el contrario a darle el domingo tantas veces la pelota como a Eden Hazard, con quien se entiende a ciegas.

Su gente subraya también el trabajo de pretemporada con Thiago Lobo, su preparador personal, y la incidencia de Nagib, su nuevo cocinero francés: Vinicius tiene ahora el menor porcentaje de grasa corporal de su carrera.

La mezcla de todo ha deparado un tipo que, después de cientos de memes sobre su falta de puntería, se planta cara a cara ante los porteros con el aplomo de los escogidos y se ha reencontrado con el gol como cuando jugaba de niño en la calle en São Gonçalo.

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