Annabel Yao, aspirante a artista, ha sacado su primer tema. Esto solo se entiende como noticia al saber que es hija de Ren Zhengfei, fundador de Huawei y uno de los hombres más ricos de China. El debut de la joven la industria del entretenimiento ha levantado una oleada de críticas en las redes sociales del país, donde las dudas sobre sus méritos y talento artístico han sido generalizadas.
Su sencillo, Backfire, salió a la luz el pasado 18 de enero. Entre fastuosos efectos visuales de impecable factura técnica, Annabel combina inglés y mandarín en unas letras insulsas para presumir de ser “toda una princesa” y de “acabar de hacerse la manicura”. El videoclip pronto se convirtió en uno de los más populares en plataformas locales como Weibo o Duoyin pero, haciendo honor a su título, el tiro salió por la culata. En todas ellas como en YouTube, donde acumula más de 50.000 visualizaciones, la mayoría de votos y comentarios fueron negativos.
https://www.youtube.com/watch?v=Jmc6sNT038o
La canción estuvo precedida de un zafarrancho publicitario: una portada en la edición china de Harper’s Bazaar, una sesión de fotos con un conocido retratista y un documental de 17 minutos de duración titulado “Princesa Excepcional”. “Nunca me he visto a mí misma como una princesa”, confesaba contra todo pronóstico en el vídeo. “Como la mayoría de la gente de mi edad, necesitaba esforzarme mucho para estudiar y acceder a una buena universidad”.
Nacida en 1998, Annabel es la menor de los tres vástagos de Ren. Su biografía oficial establece que, a diferencia de la mayoría, logró una plaza en la prestigiosa universidad estadounidense de Harvard cuando apenas contaba con 17 años, donde cursó la carrera de Informática. Su principal pasión es el ballet, disciplina que practica desde niña y que le llevó a aprobar el examen de la Real Academia de Danza del Reino Unido a los 15 años. En 2018 fue una de las veinte jóvenes que participaron en la edición anual de Le Bal des Débutantes, gala parisina en la que las descendientes de la élite mundial realizan su presentación en sociedad.
“Después de completar mis estudios me sentía perdida. Había probado suerte en el mundo de las finanzas y la consultoría porque era lo que la gente a mi alrededor hace, pero gradualmente me he ido descubriendo a mí misma y el tipo de persona que quiero ser”, continuaba. Annabel, lo tenía claro, quería ser artista. Las ofertas no tardaron en llegar: pronto fichó por TH Entertainment, una de las discográficas más conocidas, y firmó acuerdos de patrocinio con empresas como la automotriz Great Wall Motors. La joven afirmaba hace unos días a través de su perfil en Weibo, red social similar a Twitter donde acumula casi 250.000 seguidores, que su nueva faceta profesional era “un regalo para sí misma”.
Annabel también tuvo palabras en su documental para las recurrentes –y desfavorables– comparaciones con Meng Wanzhou, su hermanastra mayor. Esta se desempeña como vicepresidenta y directora financiera de Huawei y desde 2018 se encuentra en arresto domiciliario en Canadá, peleando en los tribunales contra una orden de extradición a EEUU por violar las sanciones comerciales impuestas a Irán. “A menudo me preguntaba por qué había tantos comentarios negativos sobre mí en Internet y por qué todo el mundo parecía preferir a Meng. Al principio me pareció injusto. Pero luego me di cuenta de que todo el mundo tiene seguidores y detractores”.
Su estreno artístico ha despertado la indignación y el resentimiento popular en redes sociales, abriendo un debate sobre el privilegio y el decoro. Muchos han ridiculizado a Annabel, caracterizándola de autoindulgente, impúdica y deshonesta; denunciando la falsa imagen de superación que ofrece su documental. Unas imágenes, por ejemplo, la muestran engullendo una ensalada en el asiento trasero de un coche como prueba de su agitado horario. “El hecho de que considere que eso son dificultades muestra lo desconectada que está de la realidad”, protestaba un usuario en Weibo. Más que cantar, la joven princesa parece haber dado el cante.
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